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El Humanero | Cuarta parte

Hay que luchar y seguir luchando aunque solo sea previsible la derrota.
Mao Zedong

I

El avance de los Grises fue arrollador, iban tomando planeta tras planeta, galaxia tras galaxia. El espacio empezaba a ser su imperio.

La Federación de los Mundos pasó de ser el gobierno consumado a una resistencia débil y pronta a desaparecer, no había forma de competir contra la tecnología innovadora de los Grises. No usaban sólo armas convencionales, sino también habían logrado dominar las fuerzas del Universo, podían sacar de su órbita a cualquier cuerpo celeste y usarlo como un arma.

El nuevo Orden Universal se estaba imponiendo.

II

Kandinki rescató la mayor cantidad de seres humanos que pudo, casi cien mil de ellos; el resto fue usado como combustible para las naves de combate de la Federación de los Mundos. Fue un acto infructuoso, el combustible fue consumido en un lapso de tiempo muy corto y no valió la pena el aniquilamiento de una especie para un fin mayor.

Los humanos sobrevivientes fueron llevados a Caronte, una de las lunas de Plutón. En un sitio en el cual se habían emulado artificialmente las condiciones idóneas para su subsistencia. Era un domo de cristal en el cual se generaba un micro-clima, con el espacio suficiente y las necesidades alimenticias  aseguradas por un suelo fértil y una fauna abundante.

III

Jeremías Aleo y Carolina también fueron llevados a Caronte, con el resto de los refugiados. Era una multitud sumisa y temerosa que se dejaba arrear como ganado. Apenas llegaron a la luna de Plutón reinó el caos, no había nadie que organizara las actividades necesarias para la sobreviviencia.

Corrió sangre en la nueva colonia, una especie de todos contra todos.

En esa sublevación lucharon por cualquier cosa; la agresividad reinaba en el ambiente. Por estos eventos murieron casi la totalidad de los humanos, apenas sobrevivieron unos pocos miles,

Estos hechos duraron casi un año. Entonces, pareció reinar la paz. Las personas se dividieron en tribus y una estabilidad precaria reinó.

Jeremías y Carolina subsistieron a este estallido de violencia. Se fueron con una tribu, que vivía un tanto alejada de las demás. Al poco tiempo vivieron como pareja. Carolina veía como su salvador a Jeremías, quién le enseño rudimentos de lenguaje y de como manejarse en la vida. En poco tiempo Jeremías fue elegido como el líder de su tribu.

IV

Los Grises se sabían ganadores, pletóricos festejaban su victoria, luego de largos eones relegados en el lado oscuro del Universo. Se habían acostumbrado a vivir en sus naves y no tenían ningún planeta en el cual vivir. Toda la flotilla de los Grises era manejada desde una nave nodriza, que funcionaba a la vez como una especie de capital de su imperio.

Unas naves de reconocimiento de éstos se acercaron a Caronte y se sorprendieron con el domo que funcionaba como hábitat de los humanos. Decidieron ver qué pasaba. Un batallón de Grises se aprontó para investigar.

Las tribus del domo se unieron. Recordaban la masacre de la que habían sobrevivido y decidieron que no sería igual y en un acto de arrojo atacaron a los Grises, a los cuales ultimaron con armas propias de la época de las cavernas: palos y piedras. Los Grises, armados con la última tecnología, no pudieron hacer frente a los humanos, que los apedrearon y apalearon sin misericordia. Luego desmembraron sus cadáveres y los pusieron en las puertas de entrada al domo, como una advertencia para quien se acercara.

V

Para los Grises esto fue un hecho aislado que no significaba nada, pero los mandos de la Federación de los Mundos fue una revelación ya que habían ideado un plan con el cual tenían una remota posibilidad de vencer. Debía ser efectuada con audacia y ferocidad, cualidades que ninguna especie del Universo conocido poseía, tanta evolución les habían hecho perder todo tipo de actitud guerrera.

Era una misión suicida, de la que seguro la mayoría no volvería.

Mandaron una comisión para hablar con los líderes de los humanos, pero fueron rechazados. La gente ya había tomado ese hábitat en la luna de Caronte como su hogar y no iban a permitir que alguien se los quitara. Fue necesaria la intervención de Kandinki para que aceptaran una reunión.

VI

El conciliábulo fue largo. Los humanos no querían ayudar a lo que casi los extinguieron. Recordaban que los cazaron para ser usados como mero combustible. Todas las personas alojadas en el domo en Caronte tenían un pariente o un amigo perdidos en esa masacre. Los jefes de las tribus se negaban al requerimiento de los enviados de la Federación de los Mundos, eran irreductibles en su negación, que guardaba cierta sensación de revancha contra los otrora verdugos.

Entonces Jeremías Aleo habló y propuso una cosa a los otros jefes. Todos se pusieron de acuerdo.

Los humanos ayudarían con una condición, querían volver a la Tierra.

El trato se selló, la Federación de los Mundos, en caso de vencer, repatriaría a los humanos.

No sabían que el planeta Tierra había quedado prácticamente inhabitable por la radioactividad que generaron las explosiones atómicas con las cuales intentaron defenderse cuando los invadieron para ser usados como combustible; sólo sobrevivieron y se adaptaron algunas especies de animales.

Algunos humanos escaparon de la cacería y se escondieron. Cuando los cazadores extraterrestres se fueron éstos quedaron en un sitio distópico, pero de todas maneras intentaron sobrevivir y crecer en ese ambiente inhóspito.

La Humanidad en la Tierra había vuelto a La Edad de Piedra.

Continuará…

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