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Eternamente Enero

Era de tarde, esas tardes donde la brisa parece no servir ni para agitar a una triste hoja de un árbol que se adelanta al otoño. El cielo despejado como pocas veces, dejaba al descubierto la incertidumbre de la meteorología.

Enero, mes solitario y verborrágico  si los hay, se encontraba dibujando sobre el calendario, solo iba por la mitad y un poco más cuando alguien se anunció frente al umbral de entrada con dos golpes certeros.  Miedoso como todo primerizo, se acercó al pórtico con cautela. Abrió y el corazón se le paralizó. Se sintió caer al vacío pero estaba parado, se sintió desnudo aunque vestido estaba, se sintió sin palabras aunque estudiaba el diccionario noche tras noche. Se sintió Diciembre aunque era solo un Enero.

Del otro lado, con ojos chispeantes ungidos en miel, lo observaba fijo una mujer. Lo estudiaba y reclamaba su presencia con el cariño que solo los ángeles saben tratar. Enero, tembloroso y miedoso como todo aquel que experimenta algo por primera vez, la dejó entrar.

La belleza de esos ojos no se desencajaba de la mirada de Enero. Lo estático del lugar se veía solo corrompido cuando en el fin de los labios de ella se marcaban hoyuelos, de esos que solo los agraciados deben poseer.

Un mes lleno de promesas sin cumplir y renovación de sueños no debe darse el lujo de tener tamaña distracción. Un mes así solo es la pasarela para el comienzo de todo. Pero por primera vez Enero se sintió libre:

-Dejemos los parámetros de lado- Dijo el mes, con una seguridad que lo asustaba hasta a el mismo. El ya no quería estar solo, el ya no quería ser el esperado inesperado. Y ella…ella es pura dulzura.

La mujer de cálidos ojos asentó con la cabeza mientras las manos de ambos se entrelazaban para caminar por una ciudad que parecía volver a nacer.

Era ya un amanecer cuando la brisa no se anunció, pero llegó; la lluvia que parecía no existir existió y la verborragia que ambos se acreditaron no se cobró nunca, porque el silencio de un beso fue el clamor más grande.

Hoy he visto a Enero anunciando su pronta despedida. Pero ya no lo he visto solo. Dentro de su eternidad, esta mas acompañado y feliz que nunca.

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