Había terminado el partido y, sentados en la mesa, yo esperaba que se acercara Teresita para que me haga la seña de irme a la cocina y contarle del resultado de la opereta que le había dedicado a la Elisa, y del sí doloroso que me escupió, así me dictaba los pasos a seguir. Llegaban las cervezas y como siempre, amaneciendo entre los picos de los envases, asomaba la esta vez cómplice mirada de Teresita. La miré, me miró, miró la mesa, me miró, la miré, y por un momento la anhelé desde las entrañas, desde el hígado. Bajó la bandeja y empezó a sembrar la mesa de botellas, y otra vez la vi, le miré su cintura, ese culo cuya fama superaba los setenta kilómetros de radio en la zona, la manera en que sus piernas mantenían el equilibrio, cómo se estiraba para dejarle una botella al Tano y no rozaba a ninguno de los potenciales violadores que estábamos sentados ahí, su recomposición a modo erguido, el bamboleo suave de la bandeja en su mano como si fuese una carterita graciosa y colorida… y de pronto…
– Che, Traviata… -dijo la monumental criatura argentina.
– ¿Sí, querida? –contestó todavía sonriente Traviata.
– ¿Por qué te dicen Traviata…?
Nadie se lo esperaba. ¡Y menos de Teresita! Traviata se quedó duro. Al aire lo absorbió el silencio. Las cucharitas de la cocina murieron, y el cocinero asomó un cuarto menguante de su cara inmensa por el pasaplatos. Los segundos se quemaban como papeles al fuego y Traviata seguía inmóvil mirando mitad de su botella y una parte de un vaso. Teresita, corajuda mujer que se sabía encantadora, movió una pierna en señal de incomodidad, pero no le sacaba la mirada del perfil de Traviata que seguía apreciando esa naturaleza muerta del mantel de la mesa. Cuando creímos que Traviata se estaba haciendo de bronce, giró la cabeza para el lado opuesto de la Teresita, y lo miró al Morsa con unos ojos que chorreaban muerte. Seguía callado. Al Morsa le empezó a pasar por la mente toda su vida como una película hasta que el Tano rompió el hielo.
– Traviata, Teresita no sabe… Mirá si te lo va a preguntar… así…
Traviata desclavó la mirada del Morsa y la volvió al mantel. Ya había respirado dos veces y su espalda volvía a ser de carne. Alguien tosió, tres vasos sonaron en la barra, una silla se corrió un poquito y Traviata sonrió con un suspiro y una risa rara.
– Teresa… -dijo con fría simpatía Traviata-, tal vez no sepas que a un hombre jamás se le pregunta por su apodo, y menos delante de otros hombres -ver a Traviata y a Teresita con el marco oscuro del bar parecía una pintura contemporánea de Della Cárcova-. Pero por ser vos te voy a contest…
– Traviata –interrumpió con serenidad Teresita-, sos un pelotudo.
Giró y se fue.
El huracán Irene no habría podido tenernos en tanta tensión. El Morsa, que todavía ignoraba el motivo de aquella mirada envenenada, tiró el salvavidas para que lo agarre Traviata.
– Te vi rengueando en la cancha, Traviata. ¿Andás bien?
– No, más o menos. Me voy a ir yendo…
Nadie dijo nada. Hay momentos en que los hombres necesitamos una salida elegante, y Traviata se levantó un tanto aliviado, dejó cualquier cantidad de guita para pagar lo que no tenía remedio, y se fue. A los tres segundos de que cerró la puerta la mesa reventó en una carcajada entre histérica y apasionada, y el Tano y el Morsa empezaron a aventurar posibles motivos para el apodo. Mientras tanto Carozo desde el bar me hacía señas. Me levanté, esta vez sin mucho disimulo, y fui hasta la cocina. Teresita me esperaba en el despacho de bebidas.
– ¿Y…?
– La Elisa es una forra. Me paré en la calle vestido de torero trolo, canté una opereta que podía parecer en italiano, y me dijo que era un sorete y que estaba en su lista negra.
– No…, no, Marcos, te tiene que haber dicho que sí…
– Sí, me dijo que sí.
– Ah, bueno, boludo, eso es lo que necesitábamos. Lo demás es dignidad femenina. Ese “sí” ya estaba ganado, así que te cobró una yapa. A las minas nos encanta ponerle el zapato en la cara a un hombre que nos suplica por el sí que ya tiene, pero siempre, siempre vamos a querer hacerlo dos veces. Te dije que la apuesta era grande, te va a chucear lo que pueda. ¡Se muere de ganas de salir con vos, Marcos!
La escuchaba hablar y era como ir a un concierto para piano y violín. Mientras me contaba de las mujeres yo no le encontraba ni el zapato ni los sí comprados que tanto le adjudicaba a las otras mujeres. Teresita era distinta, qué cagada, ¡Traviata del orto…!
– Bueno, Marcos, ahora dejame pensar qué programa podés organizarle…
– Comida china.
– ¡Estás en pedo! Se te va a cagar de risa, ella va a querer…
– Teresita, ella me dijo que le gustaba la comida china. Salió del edificio para decirme eso.
– Ah, pero es una pelotuda importante… No contaba con eso…
– ¿Por qué? ¿Qué tiene de malo?
– ¡Para vos, nada! ¡Yo haría que me lleves al Moulin Rouge de París y que pagues hasta el avión! Es que no sé por qué te dijo eso… No lo entiendo. ¿Será lesbiana…?
– Che, pero ¿tan raro te parece?
– Sí, Marcos. Me deconcierta. Sabe que te la querés coger. Debería estar haciéndote retorcer en el piso. No entiendo por qué no lo… ah… Ah, sí…
– ¿Qué, Teresita?
Teresita me miró, y en su mirada había preocupación, piedad, perdón…
– Marcos, tenemos no uno, sino dos escenarios posibles. El mejor es que ella esté decidida a hacerte pasar una pésima noche, criticándolo todo y haciéndotela difícil, pero no por placer, sino porque sea una mina de mierda y quiera humillarte. Hay minas así, no pensé que ella lo fuera, pero existe esa posibilidad.
– ¿Esa es la mejor?
– Sí, Marcos. Ojalá que pase eso, aunque no la veo a ella así, lamentablemente…
No me animaba a preguntarle por la otra opción, Teresita miraba el piso, yo miraba su rictus tenso en la boca, seguía mirando el piso, su pelo se movió con una brisa…
– ¿Cuál es el otro escenario? –le pregunté.
Teresita levantó la mirada solo un poco, como si algo hubiese salido mal.
– El otro escenario, Marcos… es el que, me parece, se está dando… -bajó la mirada, la volvió a subir-. Marcos, me parece que a la Elisa… le gustás un poco más de lo aconsejable, por eso te dijo lo de la comida china. Para hacer una salida que te quede cómodo a vos sin que pareciera que ella se está regalando…
– No entiendo, y ¿por qué es tan malo eso?
– Porque vos tenés que salir con ella, Marcos, para decirlo en la mesa y no ser el mariquita…
– ¿Y…?
– Y que van a coger, Marcos. Pero ella va a querer más. Más de vos. Y vos…
– ¡Y está buenísimo! No va a ser tan difícil como creías…
Teresita por un rato me miró con rabia.
– Eso no se le hace a una mujer, Marcos –dijo mirando al piso-. Pero ya no hay vuelta atrás. Nunca creí que iba a estar de este lado en una de estas historias del orto que escuché mil veces. Hombres de mierda –dijo, dio la vuelta y se fue.
“Hombres de mierda” fueron las últimas palabras de la mujer de la que, lenta pero certeramente, me estaba enamorando. “Mujeres de mierda”, susurré, y salí al estacionamiento.
(Continuará…)
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Se me puso la piel de pollo, un grande este pibe……a esperar la proxima entrega nomás…..!
Gracias, Lucas!!
Uy.. Marcos! Estás al arco, sin arquero y sin guantes. Es el momento de elegir entre quedar mal parado delante de tus amigos, renunciando a salir con la Elisa… para no hacerla ilusionar y todas esas pavadas femeninas; lo cual implica, desgraciadamente; quedarte con las ganas… Con lo cual vas a quedar como un caballero delante del encantador bombón y excelente mujer que es la Teresita… corriendo el enorme riesgo de que ella no se enamore de vos.
Oooo, bueno, dejarte llevar por la calentura y mandarte la gran cagada de tu vida. Vas a quedar como un ganador con tus amigos!!!
Diosss! Qué difícil es ser hombre !!
Yo apuesto por la Teresita… me cae bien esa chica!
Y la encrucijada está planteada… Ahora es cuando se te vienen la apuesta fuerte..
Que Dios te ilumine en tu decisión.
Y por supuesto, me encantó el relato… Como siempre, IMPECABLE! 🙂
Gracias, Florette!! Teresita es increíble. Cuando camina por el campo los panaderos se soplan solos…
muy bueno, gran calidad descriptiva pero me quedan muchos interrogantes de la historia por el dialogo pobre, lo disfruté mucho y me encantaría q el personaje no se quede con elisa sino con tere…en fin disfruté mucho esta lectura y tuvo un gustito raro…a poco, me gustaría leer mes de esta historia, gracias
Me encantaría hacerla más larga pero no todo el mundo tiene tiempo para leer, Eva. Al principio la crítica que me hacían fue que era muy larga, pero este es el mínimo de tamaño que necesita cada capítulo para comprender a este pobre tipo. Lamento que el precio hayas sentido que lo pagó el diálogo.
Gracias por tu opinión, Eva!!
Ahora me quedó la duda sobre el traviata. ¿Será que le gusta la galleta? ¿Que «te guste la galleta» es un eufemismo para algo? Preguntas sin respuestas, por lo menos hasta que se termine esta historia.
Ernesto querido! Nada diré de Traviata. Menos viendo cómo se pone el tipo!!!
Como siempre, qué bueno encontrarte por acá.
Yo creo que Marcos, que es un tipo sabio, va a saber arreglárselas muy bien! Salvo que la buena suerte no lo ayude, porque decididamente, Teresita ya dijo lo que tiene que decir y no puede ayudarlo en ésta!!
Está parado sobre una finísima capa de hielo… si dá un paso en falso, puede ser fatal. (hundido, ahogado y congelado!)
Para mí, Traviata es un Travesti reprimido… qué querés que te diga…!
Y su nombre es Violeta!!!!
Gracias, Vero!!
No subestimes a Traviata, mujer… Mirá que hace falta más que misterio para tener autoridad en un grupo de hombres…
Chegrazzie, mujer!
Marquitos por favor decime que existen Teresita y su cola antologica, es necesaria para el equilibrio del universo¡Pedazo de historia papa!Es un placer inmenso leer tus entregas.
Pucho querido! Teresita existe, y si no existe largamos todo a la mierda, porque Teresita tiene esa cosa del límite, que no sé cómo carajo hace para que no se le hayan tirado todos encima todavía!!
Gracias muchas!
El final de este capítulo es digno de novela! Que grande Marcos. Sea hombre y apueste por Teresita… pero primero tendrá que ganar su corazón.
Gracias, Olga!! Viste cómo es esto de los hombres y las mujeres… De afuera parece todo muy claro pero en el ring, como dijo un famoso boxeador, te sacan hasta el banquito!
Gracias por comentar, Olga!
Leí este capítulo, y corrí a leer los anteriores. Tenés un valiosísimo talento que no muchos escritores tienen:tus personajes atrapan. Te felicito.
Gracias, Zippo!! Muchas gracias por tus palabras. De verdad. Lo que decís es un gran estímulo para cuando me siento a escribir los capítulos. Los personajes ya nacieron, y me guste o no, nada los puede cambiar.
Gracias, en serio, por tu opinión!
Opaaaaaa!!! la q se armo marquitos!!!… yo apuesto a lo q dice florette a morir con Teresita. A la espera de la sgte, un abrazo
Enano, muchas gracias!!
Vamos a ver que pasa. La Teresita está embolada de verdad… Veremos como corno se resuelve esto!! jajaja
Gracias!!
Marcos, sos un bestia zarpado vieja. Me metí desde Córdoba en un «saiberg» (cyber para la mersa) solo para leer la saga, la madre que te parió que groso sos!!!!
Sos un mostro, Bomur!! Te pasás, hombre!
Abrazo de gol!!
Yo me quedo con Elisa. No me vengas con pelotudeces Marcos!
Es que tal vez estén subestimando a la Elisa… Esta mujer todavía casi ni apareció en acción!
Chori, gracias, como siempre, por pasarte por acá!!
Me encantó! Un placer
Gi, que vos me digas esto… me encanta!
Un beso grande, rubia!
Perdon hno. Se q esto es un historion, pero no la entedendi. Pq le dicen traviata y todo lo demas
Atte el chichan
Gracias, Chichan!! Traviata no dijo por qué le dicen así.
Si no entendiste más cosas es porque tal vez no leíste los capítulos anteriores. A hacer los deberes y a leerlossss!!!
Gracias por pasar, Chichán!
Teresita RESENTIDAAAAAA!!
¿Teresita resentida?? Que no se enteren los cielos, ni las mareas, que no se enojen los dioses de que alguien reprochó su estampa de ángel!! ¡Atajemos maremotos, soplemos las tempestades!!! …y roguemos que siga llevando su pantalón celeste, que es parte importante del culto…
Capoooooooo Marcos sos un capo!!!!
León, muchas gracias, hombre!!!
Y, ¿viste cuando sos un lector silencioso?…bueno eso me pasaba con vos Marcos, seguía la saga de Fue Foul desde la pc y nunca te comente porque no me iban a alcanzar la cantidad de adjetivos buenos para describir tu obra. Pero hoy rompo el silencio y te digo QUE SOS UN MAESTRO!!! La puta madre Marcos, hacia mucho (mucho) tiempo que no me enganchaba de tal manera con una historia. Sos groso loco. En serio. Nos haces reír y meternos en la piel de cada uno de los personajes. Para conmigo cumpliste todas las expectativas de un escritor con todas las letras.
Un fuerte abrazo y espero con demasiadas ansias la próxima entrega.
P.D.: Teresita tiene algo en tu contra…tené cuidado jajaja.
Diem, muchas gracias por lo que decís!! Gracias, en serio! Me llena de satisfacción. Sos un grande!
Teresita… Teresita y la Elisa son dos mujeres… particulares, digamos. Bastante particulares, jajajaa! Sos un genio, Diem!
Y me alegra mucho, de verdad, que hayas dejado de ser un lector silencioso.
marquitos y la…………..(por no putearte por intrigarme)…imaginacion q tenes! Excelente, hoy me dejaste con mas ganas de seguir leyendo q las veces anteriores!
Perdon la VEZ anterior porq lei todo en un dia!
Valentina, sos una genia! Una genia de esas genias geniales.
Cómo me gusta tu manera de escribir!!!! «y el cocinero asomó un cuarto menguante de su cara inmensa por el pasaplatos» sos un grande, loco! Te tendríamos que leer más personas. Excelente historia.
Qué bueno lo que decís, Li!! Gracias por pasarte por acá! Me encanta que vengas.