La semana pasada hicimos una encuesta muy especial, donde a cada situación determinada le asignábamos dos dichos o refranes opuestos. Cada lector debía elegir si o si por uno solo. Para verla y realizarla pueden hacer click ACÁ. Además del gusto por algunos refranes, los resultados nos revelan la psiquis del mendocino promedio. Los resultados son bastante fehacientes con lo que estamos acostumbrados a ver y sorprendentemente parejos. Vamos a ir analizando punto por punto según los resultados obtenidos:
El 60% de los Mendocinos sabemos que levantarse temprano no es sinónimo de lucidez o agilidad mental. Por eso preferimos levantarnos tarde y espabilados y no perdonar una sola siesta.
Se nota que somos aún “medio” conservadores, ya que el 54% decimos que los extremos son malos. Pero hay un 46% que se la juega y no le pinta la mediocridad en ningún aspecto. Por eso somos “medio garcas”, “medio piratas”, “medio fiesteros”, “medio buenos”, “medio malos”, “medio medios”.
Respecto a los negocios, o somos poco creativos o somos cómodos, ya que el 64% decidimos que la diversificación comercial no es positiva y que es preferible saber una cosa bien a muchas más o menos. Somos pajeros nene de papa.
No nos gusta escupir para arriba y conocemos bien de las vueltas de la vida, por eso el 68% prefiere no discriminar ningún tipo de agua, beber de las más placentera en el presente y preferir que el futuro defina que agua beber, si mejor o peor. Bicheros viejos y queridos.
¡Que peleada la encuesta respecto a los propietarios de los negocios! Cuando es 50 y 50 no se pueden sacar muchas conclusiones.
Aún somos más fieles que piratas, por eso el 66% preferimos no mentir porque sabemos que tarde o tempranos nos van a descubrir. Lo llevé a la parte amorosa de puro puto nomás.
Respecto a la venganza, somos bastante hijueputas, ya que el 70% disfruta con placer darlo “pol’ culo” a quienes nos hacen mal, haciéndolos pagar con la misma moneda.
Casi el 80% de los mendocinos somos positivos, ya que vapuleados y hechos mierda, igual le ponemos buena cara a la mala leche. ¿Será la costumbre o la resignación?
Somos de poco hablar, como los montañeses, por eso preferimos en un 67% decir poco para quien quiera oír y punto. Los que han cruzado la cordillera saben de que hablo cuando hablo de “montañeses”.
Respecto al “dar”, el 81% decidimos no mirar lo que nos viene de arriba, por más que sea una porquería. Nos gusta garronear, sin importar la calidad del garrón. Somos ratas por naturaleza, no nos gusta pagar.
En función de las malas rachas, también está bastante pareja la cosa, somos mezcla de resignados con insistidotes en casi igual proporción.
En Mendoza los que aparentan tienen mala imagen, acá un Ricardo Fort duraría lo que un pedo en el aire. El 87% sabemos que el que hace mucho bardo es flor de pelotudo.
Llama la atención la elección de casi el 80% de los Mendocinos respecto al riesgo. Acá decidimos que el que no arriesga no gana, demostrando muy poco conservadurismo. Resultado raro teniendo en cuenta las elecciones anteriores. ¿Será que nos gusta timbrar la guita en el sinoca?
Otra vez un gran empate respecto a la caridad. Cuando esta tan igual no hay conclusiones ciertas.
Se nota que nos hemos caído y vuelto a levantar muchas veces, ya que el 71% decidimos que no esta muerto quien pelea. ¿Estamos tan cagados a palos?
Somos bastante generosos y no medimos los actos de darle quizás a quien no se merece, por eso el 77% damos sin importar a quien. Después nos peleamos en si es o no bueno que hayan limpiavidrios picudos en el centro.
Otra vez aflora un espíritu positivista al decidir en un 63% que la tercera el la vencida antes del “no hay dos sin tres”. Como nos cuesta coger y cogemos por insistidotes y no por lindos, sabemos de meterle y meterle a algo.
A los mendocinos nos gusta roer huesos pasados, nos gusta revolcarnos en antiguas victorias, por eso el 62% sabe que puede revivir un viejo amor en cualquier momento. Es porque somos pocos, Mendoza en un pañuelo, no hay tantas chances de levante todo el tiempo así que hay que aprovechar lo nuevo y lo viejo como único.
No nos gusta estar de novios a la distancia, es porque vivimos todos en el gran Mendoza o en San Rafael. No somos muy viajantes ni nos tenemos que ir lejos para estudiar. Por eso el 77% creemos que estar novios de lejos es sinónimo de infidelidad cantada.
No nos gustan los que aparentan, preferimos lo esencial, lo invisible a los ojos en un 80%. Parecido a lo de las apariencias.
La ultima pregunta trata sobre las oportunidades, resurge un espíritu de conservadurismo y venganza al decidir en un 60% ser los últimos y disfrutar con placer algo que ya estaba hecho.
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