El último crimen cometido por una banda de chicos violentos contra otro que no se sabe muy bien qué hizo para alterarlos (no es excusa, pero nadie dice por qué empezó la pelea adentro del boliche) puso en la primera plana de todos los diarios a un segmento de deportistas.
No se trata de que los rugbiers sean violentos porque el deporte es de choque. Hemos leído ya bastante sobre los valores del deporte en equipo y la contracara de un deporte que, en el inconsciente colectivo, es practicado por gente de elite.
Sin embargo no vemos en los partidos de rugby incidentes en las tribunas, ni un despliegue policial cada vez que se juega un clásico entre equipos. Las canchas ni siquiera tienen vallas o alambrados.
Hay, sí, un ambiente distinto y me van a disculpar pero no es más violento que el fútbol. ¿Qué pasaría si el rugby se convirtiera en un deporte masivo, tanto como el fútbol? Nos daríamos cuenta de que el fútbol más que un deporte es un negocio del poder.
No me vengan con los valores humanos y toda esa sarasa porque todos los deportes promueven la camaradería. ¿Por qué no se la agarran con el tennis o con el básquet o con el boxeo? Violentos hay en todos lados y delincuentes también, pero no son tapa de diarios.
Messi fue acusado de lavar dinero a través de una fundación y aparece en la causa de los Panamá Papers, nada, sigue siendo un crack. Maradona siempre fue un falopero al que se le perdonó todo (y se le tapó mucho más) por hacerle un gol a los ingleses que los eliminó de un mundial. A Natacha Fait le costó la vida denunciar los casos de corrupción de menores en las inferiores de Independiente. A Racing le costó la intervención que Grondona dirigiera la AFA. Caniggia… bueno… se carga una ex esposa que en cualquier momento habla en tribunales sobre los negocios del “Pájaro” con las licitaciones del gobierno anterior, cuyo presidente lideró a un club de fútbol y se llevó al poder ejecutivo a varios de sus compañeros de comisión directiva. Tinelli, bueno… Vila… otro.
El fútbol mueve plata, mucha plata y no sólo de los socios de los clubes sino de la corrupción del gobierno. Las barrabravas están llenas de punteros políticos, si no pregunten en Godoy Cruz…
Qué pasaría si, de repente, el rugby empezara a ser más practicado que el fútbol en espacios populares; si los pibes de barrios marginales accedieran a la práctica del rugby y se convirtieran en estrellas del tipo Tévez; o si los partidos de rugby empezaran a ser televisados. Qué pasaría si un filántropo quisiera invertir su fortuna en poner ese deporte en un nuevo espacio de reconocimiento social en Argentina. El fútbol empezaría a perder seguidores, los punteros barrabravas dejarían de cobrar sobres e ir gratis en aviones a alentar a Argentina en los mundiales y los políticos perderían una masa de gente que a cambio de dinero para el club pone a los socios en las marchas políticas.
El rugby es un deporte que se está manteniendo sin los favores del gobierno y eso le está costando su reputación. Hay una campaña para demostrar que la violencia en el fútbol no es tanta pero que los rugbiers son una manada de infradotados sin límites capaces de cualquier cosa, unos loquitos sin conciencia de clase, adictos a las drogas y el alcohol, nenes de papá y unos inadaptados a las normas de convivencia social.
Mientras tanto el fútbol, practicado por chicos que son sacados de la marginalidad a cambio de una casa para su familia o explotados por managers que los cotizan, o clubes que les prometen fama a cambio de botines nuevos, nos cuesta millones a todos los contribuyentes, no sólo por los retornos debajo de la mesa sino en el despliegue de fuerzas para evitar desmanes y silenciar en los medios las canalladas que jugadores, hinchas y dirigentes hacen con ese deporte que han convertido en sucio, violento y peligroso pero cuenta con los favores de la demagogia política y la transa sindical.
Si cometen un delito, métanlos presos, a todos. Y escrachen en las redes y los medios no sólo a los rugbiers, sino a los fubolistas, comentaristas deportivos, presidentes de clubes y punteros barrabravas. Metan presos a los tenistas involucrados en la red de sobornos para arreglar partidos en las grandes ligas. Metan presos a los boxeadores femicidas. Metan presos a los policías que hacen la vista gorda al paso de dealers en los clubes. Metan presos a los polistas que sacrifican caballos porque se lesionan y ya no sirven para competir.
Dense una vueltita “de control” por los vestuarios en los entretiempos o en las prácticas. Sancionen a los clubes violentos, clausuren los entrenamientos, multen a los jugadores con algo más que una tarjetita de colores, investiguen los aumentos patrimoniales de los dirigentes y árbitros.
Y por favor, dejen de estigmatizar con el deporte. Que el rugby no tenga banque del gobierno no significa que sea de elite y que el fútbol sea más popular no significa que el ambiente de práctica sea sano.
Escrito por Bety Mármol para la sección:
Que poronga de nota
Que alguien me devuelva los 10 min que perdí leyendo esta garcha