Nos llegó esta nota que muestra la experiencia de una mendocina en Bs.As. y la compartimos con ustedes.
No existe en Mendoza una mina más menduca que mi vieja. Mi vieja es hija de viñateros, nacida y criada en una finca, en el medio de la nada. Tiene la profesión más provinciana que existe en la Argentina: es maestra. Toma mate desde que se levanta hasta que se acuesta. Ya se le han hecho surcos de tanto sorber la bombilla (¡del mate! mal pensados). Le pone el artículo hasta para hablar de cantantes, actores y gobernantes. ¿Vieron que cuando hablamos de que nos gusta Joaquín Sabina, nos gusta Rodrigo de la Serna u odiamos a Celso Jaque ningún mendocino usa el artículo que nos caracteriza a los cuyanos? Bueno, a ella no se le cae un pelo en decir que le gusta el Sandro, que era fanática del Claudio García Satur, que le gusta el Ricardo Darín y que no va a volver a votar a la Cristina. Todos con su respectivo artículo.
¡Y la cosa sigue ehhh! Cuando digo que mi vieja es la más mendocina, lo digo posta. La mina no te perdona una siesta, aunque un meteorito esté por impactar con Cuyo. Le gusta tomar vino en el almuerzo y la cena, ama el otoño, va con las amigas (amigas posta) al parque a caminar, usa lentes, tiene rulos, se ríe estrepitosamente sin importarle donde esté, trabaja también en la casa, crió una familia grande y hasta es amiga de Los Trovadores de Cuyo. Todos los ítems de una mina provinciana.
Calculen con todo lo que les cuento su espantosamente tierna pronunciación de la “y”, o de la “ll” y lo horriblemente hermoso que abrevia el “para”.
Y por si esto fuera poco, escucha radio local, prefiere los noticieros de Mendoza a los porteños, sigue al pié del cañón el minuto a minuto de la vendimia y se conoce el nombre de todos los personajes de la farándula mendocina.
Pero lo que hace a mi vieja más mendocina que el Malbec es su fobia. La tipa no le teme a las alturas, nació en una provincia alta y montañosa. No le teme a la oscuridad, se crió a la luz de las velas. No le dan miedo los monstruos, sabe del Futre y del Cuco. A ella le dan un poco de miedo los lugares cerrados, pero lo que le da fobia, terror, un cagazo incontrolable es que además de cerrado esté bajo tierra. Por ejemplo no puede estacionar en los subsuelos, no le gusta bajar a los sótanos y ni siquiera pudo terminar de ver la película “Enterrado Vivo”.
Les aclaro que no estamos hablando de una mina cagona o sin actitud. Mi vieja te lleva de las narices a un grado de cuarenta pendejos, te fulmina con la mirada de bruja malvada que pone si te portas mal (la tengo clavada a fuego en el subconsciente, no había peor castigo en mi época de culillo que la mirada de mi mamá), te levanta la voz y te pone en vereda con dos gritos. No se le calla nada a ningún pariente, ni siquiera a mi viejo que es muy idiota y machista. Mi vieja le ha pegado un carterazo a un punga, le pegó un tirón de orejas a un tipo que le tocó el culo una vez en un micro y le pegó una cachetada en frente mío a un viejo que le choco el auto. Con esto quiero decir que la vieja tiene agallas, que no anda con mariconadas, pero cuando de subsuelos se trata… pierde todo el control, no puede dominar la situación, la supera, exaspera y pierde el dominio de su cuerpo, su cara y sus acciones. Es por ello que decide no estacionar abajo o no descender a sótanos.
Y su fobia es lo que más mendocina provinciana la hace porque es lo que la diferencia del resto de la humanidad en una metrópoli. Sobre todo una como Buenos Aires, donde el medio de transporte más barato, cómodo y práctico es su enemigo, es su peor pesadilla, es a todo lo que le teme condensado en un solo lugar, es lo peor que le paso en la vida, es su kriptonita: el subte. Imagínense, un vagón chiquito, cerrado, enterrado a unos veinte metros de profundidad, si luz natural, con olor a encierro, humedad, que corre por una vía estrecha, que pasa a diez centímetros del otro tren, en fin, una tortura para ella. Es su peor pesadilla y van a ver que lo que les cuento es en serio… solamente viendo su cara, aún sin haberla conocido jamás.
















I love it! Digno de publicación…
Concuerdo totalmente
jajajaja muy bueno!!!! yo le tengo fobia a la oscuridad 😛
Y los lentes? y los rulos? jaja
Muy buena.
me encantóoooo! muy bien escrita y encantadora tu nota; mi mamá le tenía terror a los gitanos, en eso era la más del barrio que te puedas imaginar
Muy buena nota!!! me encantó, además se nota ese amor por la vieja, y eso es lo más lindo!
Excelente nota, buenisima!!! Con cronica fotografica de yapa!!!!
Jajjajajaja podes creer que mi vieja es muuyy parecida?? Nada mas quetiene una tremenda fobia a los ascensores . Grandes mendocinas!
Y su cara de reproche es peor que ver el futre!
Qué buena y encantadora nota. Y se nota que la señora tiene agallas, porque pese al tremendo cagazo, se la bancó y terminó a las risas. Este artículo es de los que más me gustaron .
no se rían de mi es muy feo lo que me pasa cada vez que estoy en un encierro, y mucho más si es bajo tierra. Es una sensación de ahogo, asfixia y muerte viva.Me encantó la nota de mi hijo, reflejó tal cual mis sentimientos.Lo amo igual.