/Mi compañero en el trabajo, mi maestro en el sexo

Mi compañero en el trabajo, mi maestro en el sexo

Nunca había experimentado las maravillas de la sexualidad hasta que lo conocí a él.

Él fue como un maestro que había venido a enseñarme mi propio cuerpo, mi sexo, lo bello y exótico de jugar, de pasarla bien, de conocerse.

Todo empezó una mañana de sábado, estábamos en el trabajo, entre risas, charlas, y mates. Estaba fresco y lloviznaba, yo le alcance un mate y de repente se rozaron nuestras manos, me puse nerviosa y corrí mi mano ligeramente, pero me quede pensando como sería… y esa idea me siguió rondando en la cabeza.

La mañana siguió su curso. Yo me encontraba parada enfrente de mi escritorio, cuando de repente sentí unos brazos rodear mi cintura, junto con un suspiro sobre mi cuello, muy cerca del lóbulo de mi oreja. Sentí como una corriente me recorrió desde la cabeza hasta los pies. Yo sólo me límite a correr mi cabeza para un costado, para darle más espacio a esos labios carnosos que tantas veces había deseado. El empezó a besar lentamente mi cuello, mientras sus manos acariciaban mi cintura… Tomé sus manos y las acaricie mientras me daba vuelta, nuestras caras enfrentadas, tome su cara con mis dos manos y nos fundimos en el más esperado beso, sentir esos labios moverse entre los míos era fantástico, besaba como los dioses… y yo sólo me dejaba llevar.

Debo reconocer que a ese punto, y con sólo un beso, yo ya estaba esperando algo más, sentía hervir mi interior, un impulso quería gritar y pedirle que me hiciera suya en ese momento. Parecía que él podía leer mis pensamientos, porque, mientras me seguía besando, sus manos ya estaban tocando mi piel, y se dirigían hacia arriba por mi espalda. Yo no me quede atrás y empecé a acariciarlo, mis manos tocaban su piel, caliente como un volcán.

En cuanto quise darme cuenta sus manos ya se dirigían a sacar mi remera, y sus labios carnosos y calientes me empezaron a besar el torso, sentía como se movían lentamente sobre mi y bajaban desde mi boca… mis pechos quedaron al descubierto hasta que sus manos los encontraron, él los masajeaba y tocaba mis pezones con delicadeza, lo que generaba que estuvieran turgentes y deseosos de sentir su saliva sobre mi. Y finalmente se encontraron, sentía como un calor intenso me recorría por dentro, y al pasar por mi sexo se erizaba toda mi piel.

Desprendió mi pantalón y lo bajo delicadamente, mientras yo hacia lo mismo con él, y veía como su mástil ya estaba erguido y pidiendo a gritos salir del encierro que lo mantenía, tome con mis manos lo ultimo que le quedaba de ropa y la quite. Empecé a besarlo desde el cuello hacia el sur, bajando por esa hermosa piel que mis labios estaban deseosos de sentir. Y llegué a su falo, ardiente, duro, colorado… casi pidiendo a gritos que mis labios y manos lo encontraran. Y lo hicieron, lo agarré firmemente mientras mi lengua se deleitaba con su sabor, recorriéndolo de arriba hacia abajo, mientras mis manos lo masturbaban lentamente. Mi lengua estaba en éxtasis, enloquecida, circulando por toda su extensión, mis ojos y sentidos se daban cuenta que cada vez crecía más y mis oídos escuchaban tímidos y casi silenciosos gemidos provenientes de esa boca que había despertado toda esta lujuria.

El me levanto y me sentó sobre el escritorio, sus manos bajaron mi tanga y la quitaron del escenario, corrió mis rodillas alejándolas una de la otra y empezó a besarme los muslos, mientras sus dedos parecían correr una carrera hacia mi vulva.

Con dos dedos abrió mis labios y en ese momento su lengua se encontró con mi clítoris, sentía una explosión dentro mio, como jugaba con mi sexo entre sus dedos y su lengua era una sensación indescriptible, me recorría un calor extremo por todo mi cuerpo, y estaba deseosa de sentirlo dentro mio, no aguante mas y se lo pedí, pero se negó, a él le gustaba la previa y quería continuar un rato más así… volvía a pedírselo ¡Casi rogando! ¡Mi sexo pedía a gritos ser penetrado! El me miro, se sonrió pícaramente y volvió donde estaba y siguió con ese perfecto trabajo que estaba haciendo. Ya sentía como mi humedad me recorría y bajaba por mis muslos y llegó el momento, esa explosión interior que hace que los músculos se contraigan, la respiración se acelere y los ojos se nublen del placer y él siguió tocándome con esos dedos mágicos mientras se reincorporaba.

Me subió al escritorio, me dio vuelta y abrí mis piernas; en ese momento sentí como toda su pene se metía dentro de mi, esa primera estocada me generó un sentimiento de placer que sólo quería salir de mi con un grito. Y empezó a moverse, yo ya había visto las estrellas y por como se movía y por como me sentía pensé que las iba a volver a ver. Me daba leves palmaditas con una mano mientras con la otra me masajeaba el clítoris, yo sentía que explotaba nuevamente, y no me equivocaba, llego nuevamente el momento, no lo podía creer, él disminuyo el ritmo un poco mientras no dejaba de tocarme y luego aumento los movimientos, cada vez más rápido, me agarró fuerte de la cintura y entonces yo me aparte, me agache y termine lo que habíamos empezado con mis manos y mi boca, los líquidos que emanaban de él eran como la lava misma, recorrían mi boca, cayendo sobre mis tetas, su cara de éxtasis me decía todo.

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Nos reincorporamos, nos miramos pícaramente y empezamos a besarnos nuevamente, se venía el segundo round…

Escrito por Julia para la sección:

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