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Psicología barata (por dos pe)

¿Alguna vez se preguntaron por qué, o con qué necesidad, una persona en apariencia fina y educada, en un semáforo cualquiera lleva su dedo a la nariz y se saca un moco como si nadie lo viera? Seguramente que sí, obvio durante los cinco minutos en los que ustedes mismos estaban distraídos y no notaron su propio dedo metido casi hasta tocar el esfenoides, casi metido en el cuarto ventrículo, o casi acariciando una trompa de Eustaquio.

Pero no es que usted sea un cochino. No es que Ud no haya sido educado correctamente. No es que se cague en el resto de las personas que lo miran. Es un gesto inconciente, y como tal, es una manifestación de muchos aspectos de su personalidad, que pasaremos a evaluar seguidamente:

La persona que lleva el dedo a la nariz es altamente pulcra y honesta, ¡no tolera ni siquiera un pequeñito moquito! Le molesta cualquier suciedad guardada, ya sea en su cuerpo o en su mente, por lo que son altamente confiables y creíbles. Como líderes son únicos por su capacidad de deshacerse de cualquier fuente de conflicto en el equipo de trabajo, no dudan en eliminar al que no trabaja y obstruye el normal fluir del proyecto. No tolera los pesados así que con él no se ponga denso como moco porque seguro lo eliminará de su vida. En un aspecto negativo, son demasiado competitivos y tienden a sacar del medio a cualquier individuo que ellos consideren…un estorbo.

El dedo índice en ascenso con el dorso mirando a la izquierda indica una innegable e irrefrenable personalidad investigadora. Curioso al extremo, este dedo utilizado en forma de cuchara es de una personalidad melancólica, al contrario de los que utilizan el dedo como tirabuzón, que son un poco más agresivos. Ambos modos sin embargo indican la necesidad de estar al tanto de todos los detalles, en su profesión se actualizan constantemente y en su casa revisan con dedicación desde el agua del canario hasta las carpetas de sus hijos y las pilas del control remoto.

El pulgar utilizado dentro de la nariz con el resto de los dedos agarrando con delicadeza el lado externo de la fosa nasal, nos habla de una persona simuladora, discreta, que evalúa antes de emitir un comentario los pro y los contra, que gusta de vestir bien y concurrir semanalmente a la peluquería a retocar las raíces o los rulos y a hacerse las uñas de manos y pies. Generalmente dedicada al contacto con otras personas, puede destacar como RRPP, relaciones internacionales, política, psicología, asistente social, o atención al cliente.

La utilización del dedo meñique puede ser por dos motivos: o bien sus dedos son gordos como morcillas alemanas, o bien es una personita delicada y flemática para quien las normas de etiqueta son lo más importante. Antes de apoyar los codos en la mesa u olvidar la servilleta al costado del plato prefiere darse un beso de lengua con el padre Grassi. Ama las fiestas de gala y las auditorias de la AFIP. Tiene una/o o más amantes pero no pierde una sola misa dominical, donde se sienta adelante y acompaña el sermón con un “sí, es cierto” cada vez que el cura se detiene a respirar. Pero si la uña del meñique es 2 mm más larga que las demás: estas personas son excepcionales, brillantes, talentosas, y al contrario de las anteriores, detestan la etiqueta y las convenciones, viviendo en un margen social que deja a los demás la duda entre su brillantez o su oligofrenia. Sólo dos milímetros, no hablamos del meñique utilizado como palita para… bueno, ya sabemos.

El siguiente paso es la extracción y la observación del elemento codiciado. Las personas que observan el verde producto de su mucosa respiratoria suelen tener un componente morboso. Frenan a ver accidentes de tránsito y cuando compran el diario van derecho a los policiales. Por el otro lado, son hábiles observadores de la realidad y suelen deslumbrar como periodistas de medios online y como fotógrafos de tiempo libre. Siempre tienen una opinión que dar y les gusta discutir sólo para observar la manera en que el interlocutor se sale de sus casillas.

Por último, deshacerse del elemento en cuestión. Puede hacerse pegándolo debajo del tablero o del asiento: esto es característico de las personalidades que se dejan llevar mucho por la piel y el tacto y tienen relaciones amorosas tortuosas con finales dramáticos e incompletos. El que lo hace bolita y lo tira por la ventana: es alguien desprendido de lo material y lo sentimental, no tiene problemas en prestar dinero ni en dejar un/a novio/a de años enfrente del altar con cuatro créditos en común. El que se lo deja en el dedo: nostálgico en extremo, tiene en su habitación o estudio muñequitos GI-JOE, posters de Alfano y la Coca Sarli, y discos de Palito Ortega. El que lo pega en el pañuelo: siempre a destiempo, una persona que se arrepiente de lo que hace continuamente, no se decide nunca por una opción y cuando lo hace al siguiente minuto intenta dar marcha atrás y volver a elegir. Nunca encaja bien en los grupos de trabajo y menos en los deportes.

Como ven amigos, el que siente asco porque en el auto de al lado un individuo está hurgueteando su nariz, es porque no sabe que es un acto inconciente que revela grandes cualidades internas. Si ve a alguien haciéndolo, aprenda del mismo, sonríale, levántele el pulgar y trate de que en el próximo semáforo, usted tenga también algo para buscar allí, en el fondo de la nariz, que es el órgano sensitivo por excelencia. Los niños lo hacen por instinto, y luego se lo llevan a la boca, es porque ellos son auténticos de verdad,  y como extraen sus sentimientos sin pudor, los meten en la boca para analizarlos, rumiarlos, procesarlos. Si usted reprime a su hijo cuando lo ve hacerlo: es un padre castrador y autoritario. En lugar de retarlo, ¡imítelo! Así usted será un padre ejemplar, abierto, permisivo, y su hijo lo recordará con amor y respeto. Felicítelo y regálele un premio, apláudalo cuando lo realice enfrente de otras personas, enfréntese con bronca al que lo reprenda. Y cómase sus mocos a la par del niño, demostrando su juventud espiritual y su enormidad interior.

Querido lector: acabo de ahorrarle años de terapia. Estos y otros secretos no develados aún por la psicología moderna, cambiarán su vida para siempre.

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