/¿Sabías que fuimos chilenos? ¡Hola Argentina, Chau Chile!

¿Sabías que fuimos chilenos? ¡Hola Argentina, Chau Chile!

Un título puede ser contundente y por demás descriptivo, o sumirnos en una confusión que requiere de una urgente explicación; pero, difícilmente nos enfocamos en los signos de puntuación que en él se transcriben -en este caso, una coma- que supone un tiempo en la respiración, aunque, en realidad, es una pausa en nuestra historia. Ese símbolo, encierra una gran cantidad de sucesos ocurridos en Cuyo y luego en Mendoza, es un antes y un después y engloba a dos fechas muy lejanas, las que representan el preciso instante en el tiempo que nos harán entender el porqué de nuestro encabezado.

El destino de la región cuyana comienza a gestarse un 9 de julio de 1549, [1] fecha en la que Francisco de Villagra parte al Perú, con la orden de reclamar los territorios al este del macizo andino y luego regresar a Chile, previo paso por territorio argentino en el año 1550 y por Cuyo en 1551.

Una vez sometida la región; Pedro de Valdivia, siendo gobernador de Chile, le comunicaba al Rey el 26 de junio de 1552, que fundaría una villa en la zona. El 17 de noviembre emitía las instrucciones correspondientes a nombre de Francisco Riberos para que organizara una expedición, entregando 6.000 pesos oro a tal fin [2]. San Miguel Arcángel sería elegido como Patrono [3], pero todo quedaría trunco debido a que el Toki Lautaro asesinaba a Valdivia en la batalla de Tucapel, sumado a que el navío de Campo Rey que traía las mercancías y pertrechos comprados por Riberos, se hundieron en Punta de la Galera [4].

En el primer semestre del año 1559 se llevaron a cabo dos sesiones en el cabildo de Villarrica en Chile; la una del 15 de enero, encabezada por: Pedro del Castillo, Nuno da Silva, Juan Haro, Juan López, Bernardino Zárate, Juan Oviedo, Diego Pérez, Iñigo Naveda y el escribano Francisco Vázquez, en la que seguiamos siendo Cuyo [5]; y la otra, el 7 de agosto y con los mismos integrantes, en la que el mundo nos empezaría a conocer como Mendoza [6]. El nombre era impuesto en honor a los antepasados del gobernador García Hurtado: su padre Andrés, su abuelo Diego, su bisabuelo Honorato, su tatarabuelo Juan, etc… que conformaban la noble casta de los Mendoza [7].

Aunque estábamos lejos de una fundación, los pueblos originarios cuyanos ya cruzaban la cordillera para «trabajar» los viñedos de los funcionarios del cabildo de Santiago de Chile, desde noviembre del año 1552 [8]; viendo diezmada su población por atravesar el coloso andino en condiciones infrahumanas. Aquellos despiadados magnates encabezados por Juan de Cuevas y Rodrigo de Araya, intimaban al gobernador García Hurtado en el año 1560, para que desistiera de fundar una ciudad en Cuyo; aduciendo que la región estaba dentro de la jurisdicción de Santiago de Chile y que el difunto Valdivia había emitido las provisiones reales correspondientes, repartiendo la zona entre los vecinos de aquella ciudad [9].

Pedro de Meza desistía de hacerse cargo del contingente que fundaría una ciudad en Cuyo por problemas de salud [10], siendo suplantado por el capitán Pedro del Castillo. En el verano del año 1561 la expedición llegaba a Cuyo, se instalaba primero en Peypolota (Belgrano, Guaymallén) y luego en Taitanquen (El Bermejo, Guaymallén) [11], a partir de la intermediación de Estepe, madre del cacique Goaimalle, con la anuencia de los caciques: Esteme y Coyo. El 2 de marzo nacía la Ciudad de Mendoza”, que había sido concebida en el año 1559, cambiando el nombre del “valle de Huantata” por “nuevo valle de Rioja”, en tierras del cacique Tabalque y teniendo a San Pedro por su santa advocación.

García Hurtado huía de Chile y el nuevo gobernador Francisco de Villagra enviaba al recuperado Pedro de Meza con la orden de destituir a Castillo y los integrantes del cabildo, llegando a destino el 22 de octubre [12]. Al año siguiente, sumado a rencores políticos y con la intención de borrar todo lo hecho por Castillo y García Hurtado, arribaba Juan Jufré y reubicaba Mendoza al actual Área Fundacional, fundando la “Ciudad de la Resurrección Provincia de los Huarpes”, el 28 de marzo en la víspera de la Pascua.

Para complicarla un poco más, el contador Arnao Cegarra Ponce de León desde Chile, elevaba una denuncia al Consejo de Indias contra su exjefe, el gobernador Villagra, diciendo que le había cambiado el nombre a Mendoza por Resurrección y que había mudado la plaza a tres cuadras para que pareciese una nueva ciudad, con el agregado que en el mismo escrito, incluía entre sus líneas y en letra no tan chica, que era un corrupto y un asesino [13].

Esos primeros años de Cuyo y su relación con la Corona Española con sede en Chile, se los podría definir como un total descontrol y, para confirmarlo, basta con leer la emisión de una encomienda (reparto de aborígenes) en favor de Diego de Velazco, en la que el gobernador Pedro de Villagra en noviembre del año 1564, decía al final del documento: “…mando a las justicias de Su Majestad que son o fueren en la ciudad de la Resurrección o de Mendoza…” [14], en clara alusión que no tenía ni las más pálida idea de cómo se llamaba la ciudad.

Y como para confirmar lo dicho y que no quedaran dudas, en la asunción de Gonzalo de los Ríos como primer gobernador de estas provincias, en la jura que se realizó el 31 de enero de 1566 y certificado el acto por el escribano Juan de Coria Bohorques, se la denominó como “Ciudad de Mendoza nuevo valle de Rioja, Provincia de los Huarpes” [15], mitad de Castillo y mitad de Jufré. Aunque a simple vista parecería una “grieta”, en realidad comenzó la era de los “pactos” políticos y militares, secundados por una formidable y muy bien aceitada maquinaria judicial.

Y fue en la sesión del cabildo de Mendoza del 25 de octubre de 1602, que tuvimos la genial idea de enviar al alcalde Alvaro Jelves al mando de un contingente, a fin de descubrir el camino a Buenos Aires [16]. Lo que me hizo rememorar y volver el tiempo atrás, hasta aquella primavera del año 1551, en que la expedición de Francisco de Villagra llevaría a cabo el primer cruce de los Andes por el Camino del Inca. Ahora sí, quedaban unidas ambas capitales, en los papeles y en los hechos.

Los porteños ya empezaban a mirarnos con mucho cariño, cuando por Real Cédula del 14 de enero de 1710 era nombrado corregidor, Gregorio Manuel de Justiniano; el que por estar enfermo solicitaba delegar el cargo a un sucesor, siempre y cuando, el Real Consejo, o el gobernador de Buenos Aires lo autorizaran; siendo que el nombramiento había sido emitido en el Reino de Chile [17].

Pero, los chilenos ni por asomo se iban a divorciar de nosotros; ya que, en una sesión del cabildo de Mendoza que se hizo a las 4 de la tarde del 21 de agosto de 1726, la ciudad de Mendoza pasaría a nombrarse como ciudad de Santiago de Mendoza, nombre que perdurará hasta el 8 de marzo de 1746, en que desaparecerá. En total fueron 616 sesiones y un par de protocolos de cabildo, en las cuales se la nombró en 20 oportunidades como Santiago de Mendoza y 596 veces como Mendoza. [18, 19 y 20]

Treinta años después y pensando en mejorar nuestra situación, el rey Carlos, creaba el 1 de Agosto de 1776 en forma provisoria y el 27 de Octubre de 1777 erigía en forma definitiva el Virreinato del Río de la Plata, quedando Mendoza y Cuyo incorporadas en él. Estos datos son  estudiados en las escuelas y colegios mendocinos, interín y no tan conocidas, se desprenden nuestras dos fechas que le dan forma al título de la nota, los días 10 y 13 de mayo.

Ambas, conforman el momento exacto en la historia en que dejamos de estar sometidos a Chile y pasamos a estar sometidos por Buenos Aires, quedando certificado ese suceso en forma legal y registrado en el Libro del Cabildo de Mendoza, y resguardado en el Archivo General de la Provincia a fojas 22 vuelta y 23 del Documento 3 en la Carpeta Colonial 16, y según texto original:

Certifico y doy fe, la necesaria en derecho como habiéndose hoy dies de maio, leiose y echo saver al Cavildo, Justicia y Regimiento, la Real Sedula de su Majestad, terminante a que se reconozca al excelentísimo don Pedro de Sevallos por Virrei de la ciudad de Buenos Aires tambien Charcas y todo el demás destrito de su jurisdicción, comprendiendose igualmente esta probincia de Cuio, para que desde el dia de su publicacion en adelante se guarden y cumplan sus ordenes; enterados dichos Señores de su contenido, unanimes y conformes, dijeron que la obedecian y obedecieron como a letras y ordenes de nuestro Rey y Señor Natural, que Dios en cuia inteligencia mandaron dichos Señores se anotase en los Libros de Cabildo para su obedecimiento e inteligencia de la superioridad de la probincia al excelentisimo Señor don Pedro de Sevallos como Birrei de las dichas ciudades y probincia y para que conste lo firmamos dichos Señores, de lo que yo el presente Escribano doy fe. Firman: Joseph Sebastian de Sotomaior, Agustin Gomez Pacheco, Xavier de Rozas, Fernando Guiraldes, ante mi Jose Lagos”.

A su vez y como para que no quedaran dudas que Chile daba por terminada su relación con nuestra provincia, y habiendo quedado pendiente un pedido de fondos hecho por el cabildo de Mendoza a la Real Audiencia, desde Santiago de Chile el Fiscal contestaba el 13 de mayo de 1777 que: “habiendo pasado la Provincia de Cuyo al Virreinato de Buenos Aires, que haga lo que le parezca”; según un documento existente en el Archivo Nacional de Chile en la Sección Capitanía General, bajo el número 485.

Fueron 226 años bajo las órdenes del gobierno de Chile y con la cordillera de los Andes en contra, desde aquel 18 de mayo de 1551 en que comenzamos a ser conocidos como el “Paraje de la ciudad de Santiago de la otra parte de la nieve” [21], y desde donde Francisco de Villagra le enviaba una carta al gobernador Valdivia, informando de la existencia de la región de Cuyo y después de un encuentro que tuvo con Uchuquimi, al que no le obsequió espejitos de colores, sino que lo asesinó en una contienda para someter la zona, sembrando el “descontrol” como el más eficaz método de “control” de la misma; según consta en un juicio entre Juan de Coria Bohorques y Antonio Bello a fines del Siglo 16, por la tenencia de Ayguil, hijo del asesinado [22].

Una vez que salimos de la órbita de los chilenos y volviendo al año 1777, un 25 de octubre, tuvimos que enviar un embajador a los porteños para que nos tuviesen en cuenta. El elegido para el viaje había sido el alcalde Agustín Gómez Pacheco Cevallos, pero por estar pachucho, sería reemplazado por el alcalde Francisco Xavier Rozas, encargado de ir a besarle mil veces las patas a Su Alteza el virrey Cevallos [23]. Y para variar, la provincia estaba quebrada (hoy se la conoce como crisis), y fue la benemérita doña Tomasa Villegas, hábil ganadera de la época y emulando a doña Christine Lagarde, la que aportaba 500 pesos oro que tenía en el fondo monetario de su cartera, no sin antes certificar la devolución del dinero ante el escribano José Lagos al 5% de interés anual [24].

No contento con ello y a partir de un documento incompleto del año 1781 [25], los chilenos pegarían el grito en el cielo para que los porteños le devolvieran a Mendoza, obvio, sin preguntarnos nuestra opinión. Se les había resentido el comercio de frutas secas, vinos y aguardientes, que nos pagaban a precio vil en puerto. Y desde Buenos Aires, hacían caso omiso al pedido, y de paso nos imponían impuestos extorsivos como para que quedara claro cómo venía la mano.

Y como cual gancho al hígado a fin de noquéarnos, ingresaban desde la Madre Patria las dichas bebidas a precios más convenientes y mucho más bajos o, cuando se producía el efecto contrario, un par de años antes y nos podíamos ganar unos manguitos, las tropas de carretas tenían preferencia por las cargas de las dos grandes metrópolis en contra de las nuestras, a fin de cortar cualquier posibilidad de evolución monetaria. Hasta que el virrey Juan José Vértiz les paró el carro el 10 de octubre de 1783, aboliendo las contribuciones que los grababan y que no emanaban de órdenes o cédulas reales [26].

Camino al cadalso… Cuyo perdía la categoría de Provincia y pasábamos a ser satélite de los tucumanos, bajo la atenta mirada y siempre en la órbita de los porteños. En diciembre de 1783, desde nuestra querida Buenos Aires, nos avisaban que la provincia del Tucumán se dividía en dos gobiernos, uno con capital en Salta y el otro en Córdoba y, en éste, mendocinos, sanjuaninos, puntanos y riojanos, y por gobernador al Marqués don Rafael de Sobre Monte. El que hacía referencia a nosotros como las antiguas provincias del Tucumán, en una nota del 25 de febrero de 1795 que nos enviaba desde Córdoba [27].

Y como para que nos quedara claro que no existíamos y a fin de auto-flagelarnos, emitimos un «poder» a nombre de Juan de la Lastra y Andrés Yeguas Salinas un 14 de Abril de 1804, y en el encabezado del documento nos definimos como la Provincia antigua de Cuyo y hoy de Córdoba del Tucumán [28]. La firma de aquel documento tuvo como objetivo, que los dos muchachos viajaran a Madrid a pedirle al Rey por la creación de un obispado, para tener más cerca a Dios y de una buena vez de nuestro lado.

¡Dios Salve al Rey! dijeron los piratas a poco de terminadas las Invasiones Inglesas y a su llegada a la estancia de Miguel Teles Meneses en Luján de Cuyo, que se componía de 72 cuadras y varios edificios [29]. Los porteños no tuvieron mejor idea que mandarnos a doscientos prisioneros británicos con sus esposas e hijos y, no contento con ello, recibimos una carta del virrey Santiago de Liniers el 26 de agosto de 1808, en la que nos ordenaba tratar y nombrar como “Su Excelencia” al Cabildo de Buenos Aires y como “Su Señoría” a sus Capitulares, es decir a su honorable cuerpo y a sus acaudalados integrantes [30].

Pero no fue sino hasta el 23 de junio de 1810, fecha en la que se decidimos elegir un Diputado para enviarlo a Buenos Aires para integrarlo a la Junta Grande y, el día 25, la fecha impuesta para la elección y en la que sería votado por unanimidad Bernardo Ortiz, que se develará la verdadera relación que nos unía a los porteños, según texto original:

“…con atención a todo y teniéndola también por la suma dependencia que los particulares intereses y comercio de este Pueblo y común subsistencia tiene con la predicha Capital, sin cuya correspondencia y subordinación, vendría a experimentar los últimos períodos de su ruina…”. [31]

El pueblo era Mendoza, la Capital sería Buenos Aires y los… ¿subordinados y arruinados?…

Manuel Ignacio Molina reemplazaría al fallecido Ortiz, luego de una segunda vuelta y una contundente victoria de 117 votos contra 33 de Pedro Nolasco Ortiz [32]. Pero, al licenciado se le complicaría el viaje, ya que no encontraba inquilino para su viñita en el barrio del Plumerillo, la que constaba de: 17.000 plantas, bodega, dos lagares, viviendas, dos potreros de alfalfa y una curtiembre con los noques de cal y ladrillo, al módico precio de 1.600 pesos anuales [33]; motivo por el cual, se incorporaría a fin de año como Diputado y teniendo como dieta la suma de 8 pesos diarios por gastos de representación. Aunque, los olvidados comandantes José de Suso y Juan Nicolás Godoi, venderían la mayoría de sus bienes para ser parte de aquella gesta y se pondrían al frente de la muchachada mendocina que se incorporaría al Ejército Patriota de Buenos Aires [34], en pos de iniciar el largo camino a nuestra libertad.

Hubieron más cambios a lo largo de nuestra historia, pero el título de la nota ya fue develado. Esta fue una muy breve reseña de algunos hechos históricos en base a documentos judiciales y en donde se ponderan algunos cambios de nombres y gobiernos, en aquellos últimos años de Cuyo y los primeros años de Mendoza hasta la Revolución de Mayo. Y como en toda nota siempre hay un entrevistado, qué mejor que ir cerrando con José de San Martín, para definir a Mendoza y Cuyo, y un par de consideraciones sobre Chile y Buenos Aires:

Yo he manifestado a Vuestra Señoría el agradecimiento con que los buenos americanos deben recordar los esfuerzos de la benemérita Cuyo, que tan eficazmente ha contribuido a preparar nuestras glorias, y de nuevo les aseguro, que en mi reconocimiento tendrán un lugar preferente. He visto también el monumento con que Vuestra Señoría ha decretado honrarme, más de todos los jeroglíficos y emblemas que en él puedan ponerse, ninguno me será más grato que éste: “José de San Martín fue un verdadero amigo de Mendoza”. Extracto de un oficio de San Martín al Cabildo de Mendoza, desde Santiago de Chile el 8 de Marzo de 1817. [35]

Por otra parte, Usted no puede calcular la violencia que me hago en habitar este país (Chile); en medio de sus bellezas encantadoras, todo me repugna de él; los hombres en especial son de un carácter que no confrontan con mis principios, y aquí tiene Usted un disgusto continuado que corre mi triste existencia; dos meses de tranquilidad en el virtuoso pueblo de Mendoza me darían la vida. Extracto de una carta de San Martín a Tomás Godoy Cruz, desde Santiago de Chile el 22 de Julio de 1817. [36]

El foco de todas las revoluciones ha sido Buenos Aires, ahí se halla la crema de la anarquía, de los hombres inquietos y viciosos, de los que viven de trastornos porque no teniendo nada que perder, todo lo esperan ganar en el desorden; de la preponderancia que mandan 3 o 4 jefes que mandan la Fuerza, los que coaligados deponen o sostienen a su antojo al Gobierno, todos estos medios de discordia que encierra la Capital deben desaparecer. Extracto de una carta de San Martín a Tomás Guido, desde París el 1 de Febrero de 1833. [37]

El contexto de las declaraciones vertidas por el General, más que nada, refieren a aquellos que detentan el poder y el mal uso o el abuso que hacen de él, lo que fastidiaba en gran medida al Gran Capitán. San Martín hablaba de una “Regeneración Política” cuando andaba de a buenas [38] y de la “Maldita Libertad” cuando se enojaba [39].

En fin…

Mendoza salió de un pololeo traumático y entró en un noviazgo traumatizado. Nuestra provincia ha sufrido la falta de cariño o el sentirse ignorada y usada, lo que decanta en algo enfermizo que es el aferrarse al que no te quiere para ver si en algún momento comienza a quererte. El sentimiento no se relaciona con el despecho sino con la indiferencia, porque el despechado sabe que no es querido y alguna hijaputez va a hacer, en cambio el malquerido sigue creyendo por los siglos de los siglos que alguna vez lo van a querer. Igualmente acá estamos y aquí nos quedamos, bienvenidos sean y los esperamos, no se olviden de nosotros y recuerden que:

Al llegar a Mendoza, y después partir…

– Si quieres volver, significa que… de Mendoza nunca te fuiste.

– Si no quieres volver, significa que… en Mendoza nunca estuviste.

Bibliografía

  1. A) Colección de documentos inéditos para la historia de Chile de José Toribio Medina. Tomos (T) 1 al 30.
  2. B) Crónica del Reino de Chile por Pedro Mariño de Lovera. Tomo 6.
  3. C) Actas Capitulares de Mendoza. Tomo 1.
  4. D) Archivo Nacional de Chile. Archivo de la Real Audiencia. Documentos (D).
  5. E) Archivo General de la Provincia de Mendoza. Carpetas Coloniales (CC) y Protocolos Coloniales (PC). Documentos.
  6. F) Un interesante pleito entre encomenderos mendocinos del siglo XVI de Salvador Canals Frau. Tomo 6.
  7. G) Documentos para la Historia del Libertador General San Martín, Tomos 1 al 20.

Detalle

1) A. T8. Página (P) 450.
2) A. T17. P97.
3) A. T17. P121.
4) A. T17. P99.
5) A. T28. P335.
6) A. T28. P343.
7) B. P251 y 252.
8) A. T14. P337.
9) A. T14. P309, 366 y 373.
10) A. T23. P138.
11) A. T23. P151.
12) A. T23. P139 y 155.
13) A. T29. P203.
14) A. T13. P419.
15) C. T1. P29.
16) C. T1. P254.
17) D. D507.
18) E. CC13.
19) E. PC50. Foja (F) 57.
20) E. PC51. F156.
21) A. T9. P399.
22) F. P1-166.
23) E. CC16. D3. F31.
24) E. PC101. F154.
25) E. CC41. D97.
26) E. CC90. D9.
27) E. CC92. D13.
28) E. PC149. F25.
29) E. PC159. F105.
30) E. CC88. D108.
31) E. CC18. D11. F16-18.
32) E. CC18. D11. F36-39.
33) E. PC162. F133.
34) E. CC27. D59. F57/11.
35) G. T5. P323.
36) G. T6. P48.
37) G. T19. P321-322.
38) G. T3. P350-353.
39) G. T19. P321-322.

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