El mes de diciembre siempre nos invita a recordar, es un mes alusivo a los fines de ciclos y por una cuestión psicológica tendemos a “hacer balances”. Hoy, al subir al auto, escuché una de mis canciones favoritas, una parte de ella dice “tengo intacto al niño que fui”… y es inevitable que no venga a mi cabeza la frase “¡Felicidades promoción 2012!”. 5 años desde que terminé aquella gloriosa etapa educativa llamada “secundaria”…
En mi cabeza quedó grabada a fuego. Cuando esa frase salió de mi garganta recuerdo a mis compañeros sentados frente a mí y a mi amiga que me acompañó en ese discurso que me tocó dar frente a todos, los veo llorando junto a los profesores y a más de 100 personas en el acto de colación, uno de los días más importantes y felices de mi vida. Estaba ahí, frente a quienes me habían visto crecer, frente a quienes me habían formado, aunque sea en parte, frente a quienes compartí las mejores historias de mi vida… al menos hasta el momento.
Me es inevitable recordar la rutina de aquella época, los olores, las canciones, la vida en tono sepia. A las 6:30 de la mañana en punto sonaba el despertador religiosamente y me levantaba idiota porque quería seguir durmiendo. Cada día era una tortura. Tener que ir al colegio, desayunar a las apuradas, acomodarme con agua la cara, ponerme la corbata, lustrar los zapatos, el camino al colegio… odiaba hacerlo, y eso que no la pasaba mal. Hoy lo extraño a rabiar. Siempre me llevé muy bien con todos los profesores y me consentían mucho, hoy han pasado ya cinco años y aún puedo ver a mis compañeros en el aula y decir en qué lugar esperaba cada uno el momento de izar la bandera. Recuerdo cada detalle, sus caras de dormidos, la distribución precisa que iba de ñoños a chantas.
E irremediablemente aparece la parte que me anuda el alma… ¡el viaje de egresados! ¡Que tema!, una experiencia inolvidable en la vida. No recomiendo nada a cambio del viaje, ¡nada!, ni un auto, ni un viaje en familia al exterior, ni una moto. Irte lejos con las personas que querías (o no) es algo que vas a recordar toda tu vida. Y esto no tiene precio. Para muchos el primer viaje solos, el dormir con tus amigos, salir a bailar y todo lo que viene en el combo no se vuelve a repetir nunca más. El viaje este es una herramienta psicológica muy importante, una vez que se termina ahí empieza la vida y viene el “¿y ahora que hacemos?”, pero mientras dura, son los siete, diez o quince días más felices de tu vida.
Durante el último año recuerdo la clásica pregunta “¿Qué vas a estudiar?” De las respuestas que escuché durante ese tiempo muy pocos hicieron lo que decían, me incluyo entre los que no lo hicieron. El elegir una carrera universitaria es muy difícil y más en ese momento donde generalmente no se sabe que es lo que a uno le gusta. Tenemos tanto de todo que vivimos convulsionados, hiperinformados, globalizados y estresados.
Hoy me gustaría crear la máquina del tiempo y poder volver un solo día a aquella época, donde no existían las cuentas bancarias, ni tarjetas de créditos, ni los bardos políticos, ni tenía problemas porque no conseguía estacionamiento, ¡lo más grave que podía pasar era sacarme un 1!
¡Que épocas aquellas! y yo que me la pasaba pensando “quiero trabajar, ganar mi plata, tener mi auto.”… hoy son cosas que tengo y las cambiaría todas por volver, por vivir nuevamente mis años de secundaria.
¡Disfruten la etapa hermosa de la secundaria! No quieran crecer, ¡es una trampa!
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