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RAEscámela

No es una joda. Es un intento de esplikarte que si uno escribe aci, los que leen no entienden lo ke el escritor intenta desir.

Fijate que si escribo sin errores de ortografía pero no pongo un solo signo de puntuación que te indique en dónde tenés que parar o en donde se termina la idea y empieza otra o quizás ni siquiera tome en consideración que tenés que respirar si el texto lo tuvieras que leer en voz alta seguramente a esta altura estarías volviendo atrás en lo que leíste porque no te estaría quedando claro qué es lo que quiero decir y eso que te estoy poniendo acentos correctamente y que te estoy advirtiendo que no vas a entender lo que escribo porque no tuve la gentileza de avisarle a tu cerebro que el ojo está leyendo de corrido y no está pudiendo detenerse lo más probable es que tu cerebro se fuerce por demás se agote y no tenga fuerzas para seguir leyendo.

Por eso, por gentileza, voy a seguir escribiendo sin errores y con signos de puntuación. Sin embargo, voy a exigirte un poco más y, a partir de ahora, voy a jugar con la sintaxis. Seguramente, de seguro, te darás cuenta vos que yo estoy poniendo demasiadas palabras de más, que son redundantes, que estoy yo diciendo dos veces doblemente lo mismo, esto. Quiero decir que, cuando no se tiene en cuenta el sujeto de la acción incluido ya en la conjugación verbal, se lee raro.

Ni hablar si, yo además de escribir malamente mal, aunque sin errores y con signos de puntuación, yo conjugo mal los verbos y te digo a vos que estubiera pensaba que fuera mejor si habríamos los dos hablando bien desde principalmente el inicio.

También quiero yo que te des cuenta vos, de que no es fácil escribir bien y que, seguramente, de seguro, es más difícil escribir mal. Por otro lado, si te cuesta un poco entender un texto bien escrito, vos estás dándote cuenta lo dificultosamente difícil que es entender uno mal escrito.

El abuso de gran cantidad de adjetivos y adverbios es otro de los problemas de difícil lectura. Porque aunque escriba sin errores, con una correcta puntuación y no nombre dos veces al sujeto de la acción y conjugue bien los verbos, sería un abuso abusar abusivamente de algunas palabras. Tanto así que, si de repente, quisiera contarte lo hermosos, encantadores e increíbles plumajes que tienen algunos de los extraños y extravagantes espécimenes que se encuentran en la selva amazónica, más que pájaros exóticos te imaginarás gallinas con peluca.

Yo se que la RAE no te gusta, que pensás que son un ejército represor de la libre expresión. Una especie de triple A dispuesta a eliminar los agentes subversivos del idioma. No es así. Entiendo que con la movida del lenguaje inclusivo, te parezca que la RAE es, además, sexista. Ni hablar del adjetivo “retrógrados”. Pero como te esplike mas ariba si no ay reglas que seguir no hai manera de entender algo.

 

Porque el cerebro decodifica símbolos. Y eso mismo es lo que son las palabras: símbolos que remiten a una idea y un objeto. Si cambiamos las palabras nos quedamos sin sentido y peor, sin posibilidad de que el cerebro decodifique. Por eso hace falta un tiempo de convivencia social y adaptación de los nuevos símbolos al sustrato social de los individuos de una comunidad que lo usa. La RAE es paciente, eso no lo vamos a discutir. Y se toma el tiempo de ver hasta dónde sobrevive un nuevo término, una nueva manera de expresar, una nueva forma de significar las cosas. Las palabras no son signos muertos, de manera que van evolucionando junto con quienes las usan. Cuando ya no se usan, son reemplazadas, pero no desterradas. La riqueza del idioma radica en poder usar diferentes significantes para referir a un mismo significado.

Distinto sería que hubiera distintos significados para un mismo significante y por ello, palabras como “casar” y “cazar” (chiste aparte), aunque suenen igual, remiten a distintos conceptos y no admitirían un desliz ortográfico sin generar confusión. Pasa también con estepa y estopa; estufa y estafa; haber y “a ver”. Suenan igual pero se decodifican en el contexto y ese trabajo lo hace el cerebro.

Por ello, a quienes aprenden un idioma en la academia y luego hacen un viaje al lugar en donde ese idioma se habla, suelen tener malos entendidos, primero por el equivalente contexto social en el que son usados, y además porque hay regionalismos que no se aprenden en las academias.

Probá darle una indicación callejera a un francés que hable primitivo castellano, que viene a la fiesta de la vendimia y busca donde tomar el Mendotran que lo deja cerca de Los caminos del vino.

Hay que hablar y escribir bien, no cuesta nada y, aunque nos querramos hacer los inclusivxs, imponer el dominio de le “e” en tode texte hablade o escrite, para que nadie se sienta excluíde, lo único que logramos en que no se entienda une sorete, que justo termina en e asique queda claro lo que estoy diciendo.

Por otro lado, se trata no sólo de convivencia social, de sentido, de contexto, sino de respeto al lector. El lector es el amo, a él lo queremos leyéndolo, y primero que nada debemos asegurarnos que entienda las palabras en su correcto uso para decodificar, al menos, algo bastante parecido a lo que quisimos explicar. En última instancia, quién lee es porque sabe hacerlo, y lo hace bien. Si no, se dedica a mirar memes o escuchar videos y se queda con la duda de esos españoles que pronuncian como una z palabras que el oyente no tiene la menor idea si se escriben con s o con c.

La RAE puede decir lo que quiera, a mí en particular no me quita el sueño. Me absorbe y me enamora más el uso de la amplia cantidad de términos idiomáticos del castellano para expresar con las palabras justas la idea que quiero describir.

Y con RAE o sin RAE, cuando un texto es una delicia, es porque el objetivo está cumplido y la comunión entre el escritor y el lector se da en su justo punto.

Usemos el lenguaje sin abusar de él hasta corromperlo en su virtud. Es la herramienta más poderosa que tenemos para entendernos, para conocernos y para amarnos.


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