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La historia completa del Joker

Hará cosa de algunas semanas salió la nueva peli del Joker, protagonizada por el espectacular Joaquín Phoenix,y con la dirección de Todd Phillips. El hype que generó en los últimos meses explotó con su estreno en una oleada de aplausos y pedidos de premio. Que el mérito de los aplausos sea por la peli en sí o por nuestras expectativas es algo que mi  compañero Mac Flais publicó una nota sobre su valoración de la peli, sin perder la oportunidad de compararla con otras legendarias actuaciones en el cine de imagen real (que podes ver haciendo clic acá).

Lo cierto es que en los últimos diez años hemos tenido tres interpretaciones del payaso en la gran pantalla, cada una distinta y, que como con otros grandes iconos de nuestra cultura, refleja lo mejor y peor de nuestro zeitgeist.  Y eso sin contar los comics, videojuegos o hasta series de televisión, lo que nos da un cuadro que solo con distancia y tiempo, nos permite apreciarla en profundidad. Y eso es lo que quiero que hagamos con la nota de esta semana, un pequeño viaje por todas las versiones de nuestro querido payaso del crimen.

Lectores con coulrofobia, abstenerse; y sobra aclarar, que hay spoilers de distinto calibre por toda la nota.

El Guasón, también conocido como Comodín o “El Bromas”, debutóen las hojas de Detective Comics (futuro DC) en 1940, creado por Bill Finger (el co-creador de Batman) y Jerry Robinson, y sin ningún tipo ayuda de Bob Kane. Ya desde su inicio se lo concibió como un asesino en serie, cuyas víctimas eran encontradas en cuartos cerrados, desfiguradas por una horrible sonrisa en el rostro, con una carta de comodín como firma. Un verdadero desafió un personaje como Batman, que se hace llamar “el mejor detective del mundo”. Recurría a métodos ingeniosos como envenenamiento con gas o disfraces, y cada plan se volvía más complicado e innecesario que el anterior, como si respondiera a una razón que solo él entendiera. Junto a su estrambótico look, inspirado en el actor Conrad Veidt en la película  El hombre que ríe (1928), contribuyó a diferenciarlo del resto de matones, mafiosos italianos, o científicos locos a los que Batman acostumbraba golpear. A pesar de la insistencia de Bill Finger por matarlo (que consideraba que si un villano sobrevivía, dejaría a Batman como un completo inútil) la editorial lo mantuvo con vida, y no tardó en volverse un personaje recurrente.

Después llegaron los cincuenta, la casa de Brujas del Macartismo, y un siniestro personaje llamado Frederic Wertham, que publicó un libro llamado “La seducción del inocente”,  donde culpaba a los comics del aumento de la delincuencia juvenil, la violencia y hasta la homosexualidad ( de ahí nacieron todos esos chistes con Robin). Esto provocó que las editoriales se autoimpusieran un estricto código de estilo: se censuró la sangre, las insinuaciones adultas y la violencia excesiva. Ante esto, el Joker se apartó de su faceta homicida para asumir un rol más juguetón y disparatado: un excéntrico ladrón de poca monta, torpe y lleno de gadgets inútiles. Una especie de Bufón desencadenado, o un duende con maquillaje.

A partir de allí, el personaje fue perdiendo popularidad. Pero la adaptación televisiva de Batman del ´66, esa con los Bangs!, los bailes y los abdominales truchos de Adam West, volvió a ponerlo en la arena pública. Mucho de ello se debe a la gran actuación de Cesar Romero, quien le dio esa risa tan característica al personaje. Como dato de color, Romero se rehusó a cortarse su bigote durante las filmaciones, por lo que si ponen una foto bien de cerca de su personaje, podrán ver los pelitos de su labio bajo todo el maquillaje.

Esta actuación daño muchísimo el desarrollo del personaje y el de Batman, ya que ambos quedaron asociados a ese espíritu rimbombante y estúpido que tenía la serie. Ojo, que soy una especie de “La Cámpora” de la serie de Adam West; pero el daño estaba, y hay que reconocerlo. Gracias a Buda, en 1973 el guionista Dennis O’Neil y el ilustrador Neal Adams trajeron de vuelta a la historieta a su origen más oscuro, lleno de sangre, mujeres y callejones oscuros. El payaso no tardó en recuperar su faceta maníaca, impulsiva y hasta homicida que a muchos enamoró; sin olvidar ese toque absurdo que la serie de TV y la censura dotó a sus planes. Por ejemplo, en «The Laughing Fish», el Guasón usa su gas para desfigurar a todos los peces de Gotham con una sonrisa parecida a la suya, para así cobrar derechos de autor por su imagen. El plan, estúpido y divertido por igual, fracasa, lo que desencadena una gran oleada de asesinatos y atentados terroristas que casi lleva a la ciudad al colapso. A partir de ahí, su aparición fue intermitente  pero precisa, construida por la tensión de varios números como un peligro latente, algo que caló muy profundo en una generación que convivió con sociópatas como el Asesino del Zodiaco, el clan Manson, o Ted Bundy.

Fue en esa misma época donde los guionistas jugaron con la idea de que, para el Guasón, Batman no era un simple aguafiestas de sus planes; por el contrario, el encapuchado era la figura central de todos sus planes, la excusa y la diversión de sus obsesivos proyectos, su carrera criminal, y hasta de su existencia. Esta atención se intensifica si recordamos que Batman no puede matar por su código moral, y nuestro payaso busca ese límite hasta transgredirlo, casi como hacen los niños.

Su máxima expresión llegó con la ya infame historia de «The Killing Joke», de Alan Moore y Brian Bolland,  donde se aborda con profundidad el origen del personaje, y por medio de flashbacks nos muestra a un tipo cuya vida se arruino por un “mal día”, trazando un paralelismo con la vida personal de Batman, que vive marcado por la muerte de sus padres. Esa relación se lleva a espacios casi homo-eróticos bajo el escritor Frank Miller, donde el Joker llama constantemente a Batman Darling (cariño, en inglés),  y su batalla final se desarrolla en un túnel del amor de un parque de diversiones. Algo similar hizo Grant Morrison en su comic «Asilo Arkham », donde usa tacos y hasta le toca el culo a Batman, consciente de que la sexualidad es una cosa que incomoda a un tipo tan serio como Bruno Diaz.

Este mejunje de interpretacionesse plasmó en la adaptación de Batman de Tim Burton: un castillo gótico (tanto en lo bueno como en lo malo) convertido un pelotero por la increíble actuación de Jack Nickolson, a medio camino entre Bugs Bunny y Tony Montana. Más allá del éxito de taquilla, y de su enorme influencia en la cultura, Tim Burton no sabía nada, pero nada de Batman, y es el responsable que muchos crean hasta el día de hoy que el Joker es el asesino de los padres de Batman. Algo que jamás ocurrió, ni es canon.

Pero gracias a estas pelis, los noventa trataron muy bien a la franquicia, y Warner se decidió a emitir una serie animada de televisión con una calidad de animación y guión sorprendente hasta para nuestros días. Gracias a ella se creó al personaje deHarley Quinn, la aliada incondicional de Joker, y la potente interpretación de la voz del Joker, hecha por Mark Hamill, que le dio el famoso tono de voz ascendente y rimbombante, pero profunda cuando es amenazadora.

Y si, ese Mark, el que hace de Luke SkyWalker…

Llegan los dos mil, todavía frescos por el nuevo estado policial y de paranoia que dejó el atentado a las torres gemelas. Acá aparece la mano de los hermanos Nolan en el guión, que lo convierten en un terrorista, alguien decidido a transmitir su mensaje por medio del miedo. ¿Y cuál era ese mensaje? El más profundo de los absurdos, el sinsentido de la vida, y lo cruel que ella es con nosotros. El mayor desafió para una sociedad racional y altamente tecnificada, que encuentra en Batman a su Sherlock Holmes. Y esa actuación, por Dios: Heath Ledger, descanza en paz, amigo.

Llegamos a la década actual, y Scott Snyder transformó al Guasón de los comics en un verdadero Boogeyman electrónico, una especie de “coco” de las redes que ve todo lo que publicas en tu perfil para usarlo en tu contra, como saber cuándo no estás en casa por el trabajo, y te espera en tu habitación a que llegues, a oscuras, y con revolver apuntando a tu bebe. Literalmente lo sabe todo, está en todos lados, y lo disfruta.

Tan buen registro no puede durar, y nos topamos con el pequeño bache que fue la actuación de Jared Leto en Suicide Squad. Aclaro que lo banco al chabón como actor, pero su versión tiene menos onda que bandera de chapa: un mafioso barriobajero, o lo que un tipo blanco piensa que sería un gánster afroamericano, lleno de oro, joyas, y hasta tatuajes.

Por último, está la nueva adaptación, y esta es…rara. Primero y principal, es que Joaquín acá la rompe, y seguro se lleva una estatuilla al mejor actor. Ahora, la peli nos presenta a un Guasón de clase baja, ignorado, maltratado por los ricos y por su madre, incapaz de relacionarse con las mujeres, condenado al celibato y soledad. La cosa venía bien, y hasta rescataba la idea de una carreara de comediante fracasada para dar algo de profundidad; pero a partir de ahí, la peli no sabe que hacer consigo misma. Tratan de meter algo sobre los recortes de bienestar social, la desigualdad y los súper-ricos, volviéndolo un símbolo involuntario de todas las injusticias de la sociedad moderna. Una versiónazucarada de lo que un productor entiende por una revolución o tumulto urbano. Lo peor es cuando trata de emular a Taxi Driver o al Rey de la Comedia, películas donde se explora con mayor profundidad sobre hombres (adultos y blancos) alienados que tiemblan incómodamente en los bordes de la sociedad a la espera de poder desplegar su violencia.

Además, comparto la idea de que el Guasón no debería tener un origen claro, como sucede en ThekillingJoke, donde el personaje confiesa que le gusta tener un pasado “multiplechoice”, y así cambiarlo a su gusto y conveniencia.

Podría continuartoda la noche escribiendo los versos más cómicos sobre nuestro amigo: un profesional de lo incomodo, agente del caos y dueño de nuestros miedos. Per todo lo que no termina, acaba por aburrir; por lo que espero que después de estas semanas, el personaje reciba unas merecidas vacaciones, bien lejos del imaginario popular. Su insistencia por parte de adolescentes iracundos, que lo tienen como un ídolo y portavoz de sus maquinaciones, es bastante agotador. Creo que el personaje merece algo mejor que unas frasestira pelos en Facebook o unos millonarios lucrando con pelis pretensiosas.

La historia de una sonrisa: primero, «El hombre que ríe», film que inspiró el look del Joker; después, la versión animada con la que muchos crecimos en los noventa; a su derecha, la versión de Frank Miller, llamando cariño a Batman; en el medio, su primera aparición en los cómics, ya como todo un misterio y un peligro; abajo, todos los actores que lo llevaron a la pantalla: Joaquin Phoenix, jack Nicholson, Cesar Romero, Heath Ledger, y Jared Leto.

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