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Cinco mentiras de la comida gourmet

Antes de arrancar esta nota, quiero agradecer a los mentores de esta web por el espacio que me han dado. Yo me encargaré de desasnar y tirarles la posta de la gastronomía en general.

Vamos al grano.

La comida es la piedra angular para la vida del hombre. Sin comida estamos fritos, al horno con papas.

Afortunadamente vivimos en un mundo con innumerables opciones a la hora de alimentarnos. Desde el tipo de comida referente a la hora y el momento que se ingiere, hasta las cualidades que ésta posee, sea orgánica, transgénica, etc. Pero también estamos llenos de perejiles y papas fritas.

Y dentro de ese gran menú de lo cotidiano tenemos a la comida gourmet. Hay… esa palabra… “gourmet”. 

Por empezar es tan mentirosa que ni siquiera se pronuncia como se escribe y viceversa. Pero más allá de la etimología, me gustaría conocer al inventor de este concepto, que de alguna manera u otra, estoy casi seguro que comer era una de las cosas que menos le gustaba hacer. Hasta quizás la odiaba.

Este concepto abunda en calles como Arístides, Belgrano y por supuesto, toda la zona de Chacras de Coria.

Acá hay 5 mentiras de la comida gourmet:

1. Relación precio y cantidad

Arranquemos afirmando que los precios de la comida gourmet generalmente vienen de a tres cifras. Y el mortal común y corriente, si paga ese tipo de monto, mínimo quiere quedar saciado y ver que en su plato todavía hay restos, los cuales seguirá comiendo de apoco en la sobre mesa. Muchas veces nos va a parecer que el plato es muy grande, y no, en realidad lo que es muy pequeñas son las porciones de comida, que claro, para ellos ya es toda la comida.

2. Presentación

Desde el transcurso que uno pide la comida hasta que ya la tenemos en la mesa, la fracción de tiempo para cocinar es relativamente corta, pero ¾ de ese tiempo es utilizado para armar una especie de cuadro primaveral con firuletes de salsas de nombres extraños. Cierto es que la comida entra por los ojos, pero eso a mi no me llena un carajo. Usan el famoso truco de “relleno el plato con manchones de salsitas y hojas de planta” intentando maximizar la cantidad de comida creando una especie de efecto óptico cuando en realidad meten la excusa de lo artístico y visual para el adorado cliente.

3. Nombres

A la hora de leer una carta de un restaurant, es probable que necesitemos un traductor o intérprete. El miedo de pedir un “volcán de queso en zuquinis rebosados con reducción de Torrontés” va desapareciendo cuando al traernos el plato vemos que no es nada más ni nada menos que zapallitos rellenos.  Algunos ejemplos:

Pollo feliz durmiendo en colchón de plumas verdes: Ensalada de pollo
Tierna feta de lomito pampeano rebozado con lluvia arenosa de pan salteada en aceite: Milanesa
Pollo grillé con agradable compañía: Pollo a la plancha con papas
Fragante carne condimentada en abrigo: Chorizo
Sutil carpaccio de duraznos sobre miroir de confitura láctea: Duraznos en dulce de leche
Panqueques de carnes entreveradas con sus hierbas silvestres y hacé de oliva: Empanadas

4. Gourmet = saludable

Algunas personas creen que comer este estilo de alimento es más saludable que comer carne directo de la parrilla. En gran parte esto es falso. Más allá que los vegetales si ocupen un espacio importante en las preparaciones, en general éstas no dejan de ser de la misma forma que otro tipo de comidas. Se fríe con el mismo tipo de aceite (que probablemente nos digan que en vez de aceite es un dulce néctar de oleaginosas), se usan los mismos condimentos potentes que compramos en el súper mercado y las verduras seguramente no son traídas de la chacra de Doña Amorosa que con tanto cariño las cultivó, sino que fueron cargadas a un camión por el Chueco, conocido puntero de la Feria de Guaymallén.

5. Fusión de sabores

Al pedir un plato y preguntar qué tal está, seguramente nos prometerán una explosión orgásmica de delicias en nuestra boca, y por el contrario, la deformación de todos los músculos faciales expresarán lo que llamo “¿Qué mierda es esto?”. No logro entender la necesidad que un chef se le cruce por la cabeza que la combinación de manzana verde, con orégano, lentejas y rúcula bañada en chocolate le pueda gustar a alguien.

5 bis. Las flores no son comida

Ya finalizando no puedo dejar de lado esto. Algunos lo sabrán, otros no, pero hay platos en los que se sirven con flores fritas, glaseadas o naturales. Y aclaro, no para adornar, sino para comer. Se los dejo para que reflexionen.

 

Hace un año escribíamos:
Un Par de Fails de Nuestra Provincia

 

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