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Cómo explicarle Malvinas a un chileno

Hace un tiempo, en una de mis visitas a mis amigos en Chile, en altas horas de la madrugada y ya relajados por unas cuantas copas, en mucha confianza uno se atrevió a preguntarme por Malvinas.

Malvinas

 

Comenzó argumentando que debíamos entender lo que ellos hicieron por las ventajas comerciales, que no podían negarse porque era una gran potencia, que Isabelita les había faltado el respeto diciendo que “los chilenos eran nuestros hijos”.

Sin entrar en la hermandad latinoamericana de la que los mismos argentinos nos olvidamos hace mucho. Traté de explicarle que, aunque todo eso fuera cierto, era poco válido enojarse o tomar represalias por algo que haya dicho esa mujer, pero por sobre todo le expliqué que no hay manera racional de hablar de Malvinas.

Una derrota humillante y de una guerra mal ejecutada, por un gobierno con sed de glorias absurdas y sacrificando a sus hijos más valientes, dejando así una herida abierta en cada argentino.

Traté de explicarle que ante semejante sentimiento no hay justificativo que valga, porque es un dolor que como nación vamos a llevar por siempre. Aunque también suena injusto, parece que fuera lástima y no lo es.

Lamentablemente las fechas patrias se convierten en momentos alegóricos que no significan nada, y escuchando testimonios de familiares que contaban como sus papás, hermanos o tíos eligieron voluntariamente ir a pelear a una guerra me cuesta entender el país tibio en que nos hemos convertido.

Nos creemos grandes ciudadanos por ir a votar una vez, de vez en cuando o más vivos por no ir. No nos comprometemos en ninguna causa porque no tenemos tiempo o ganas y lo peor es que nos reímos de los que lo hacen, creyéndonos vivos por “no perder tiempo”.

Somos grandes opinólogos y quejosos de Facebook pero nos parece aberrante que alguien salga personalmente, se agrupe, manifieste o asocie para hacerlo realidad.

Por mucho tiempo me indigné con mi país por la corrupción, por todo lo que podríamos ser y no somos, por errores cometidos en pos de beneficiar a unos pocos. Después de darle muchas vueltas, me doy cuenta que no todos somos así, que no fuimos así, no podemos ser tibios, no está en nuestra naturaleza.

Por eso no podemos explicar Malvinas, es dolor, pasión, pelea y sangre. Pero no sangre derramada en vano, debe ser un ejemplo hoy y siempre de ciudadanos, de entrega y de lo que es un verdadero argentino para estas tibias generaciones y para todo extranjero que quiera dudar del honor de pertenecer a este país.

Soldados argentinos