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Desubicarse para ubicarse

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El sábado a la noche sucedió una tragedia. Tragedia de la que ya más o menos nos estamos acostumbrando en Argentina: eventos multitudinarios con escasa seguridad, un nivel de responsabilidad paupérrimo por parte de los organizadores y una masa de gente efervescente. El resultado esta vez no fue “que se escuchaba mal”, “que no habían baños”, “que no había agua”, “que se colaron”, “que dejaron pasar a todos” y el largo y estándar etcétera. Esta vez se murieron dos personas asfixiadas por una avalancha de gente, por el descontrol, por la falta de seguridad y respeto. Una muerte dolorosa, espantosa y cruel.

Y mientras una horda de opinólogos virtuales salía a exponer un abanico de respuestas, en eternos post que culpaban desde el artista hasta el gobierno de Macri y el imperialismo, generando (como siempre) bandos, encarnizándose en debates que no llegan a nada y desparramando odio por doquier, miles de familias en casa estaban desesperadas.

Según el censo de 2010 Olavarría tiene 111.320 habitantes. Varias fuentes comentan que en el recital habían más de 200.000 personas, eso quiere decir que la pequeña ciudad desbordaba de gente. Cuando terminó el recital todo se volvió un caos, por una cuestión lógica. Cientos de personas descompuestas, intoxicadas, internadas, perdidas y ante la magnitud de gente el colapso de las líneas telefónicas, de la terminal de ómnibus y de los sistemas de comunicación en general. Los micros se iban sin la totalidad de pasajeros, se saqueaban tiendas, la gente ante el miedo cerraba las puertas de los locales y casas, no había energía para cargar celulares, kilómetros de colas para entrar y salir de la ciudad… una escena pseudo apocalíptica.

A todo esto, miles de familiares con el corazón en la boca sin saber nada de los suyos, sin noticias del paradero de un amigo o familiar, amigo o familiar que podía estar preso, varado, perdido, lastimado, intoxicado, o sencillamente muerto. Sumado al caos reinante, la desinformación… que eran dos muertos, que eran siete, que eran treinta. Se vivieron horas de locura voraz, fomentada por los medios que no hacían más que echar leña al fuego.

Entonces, desde el Mendolotudo (y de la mano de Lovely Rita), un pseudo medio de comunicación siempre encargado de desubicarse ante este tipo de situaciones, decidimos realmente desubicarnos a lo acostumbrado y en vez de hacer lo que todos, nos pusimos en la piel de aquellas personas desesperadas y comenzamos a contactar gente.

Nos desubicamos para ubicarnos, algo que nadie hizo. Porque mientras miles de sitios comunicaban la tragedia, se rasgaban las vestiduras y hasta se burlaban del asunto, nosotros pusimos a disposición de la gente nuestras humildes redes y comenzamos a difundir lo poco cierto que llegaba. En vez de salir a opinar precozmente sobre el tema, decidimos que el árbol no nos tapase el bosque de algo mucho más grande que se estaba gestando.

La gente se comenzó a copar y nos acompañó toda la jornada. Lovely se puso el equipo al hombro, se sacó la camiseta de personaje destinado a burlarse del mundo (por genética mendolotuda) y se puso la de persona, con la empatía a flor de piel. La piba estuvo más de 20 horas pendiente del monitor y del celular. Varios del staff nos comimos dos o tres baterías aportando. Luego, todos los miembros del staff se sumaron el la búsqueda, ya que además uno de nosotros estaba allá y otro tenía al hermano varado.

Los mensajes privados comenzaron a desbordar la casilla, preguntando por gente o comentando que venían bien, fueron horas de tensión y nervios. Lovely desplegó una logística magistral ordenando la info y pasándola al instante para tranquilizar a la gente, al tiempo que colábamos mensajes de paciencia y tranquilidad.

Luego llegaron los agradecimientos, pero sinceramente, como dueño de este pasquín, no podía permitir que este gesto de Lovely secundado por todo el staff, no se eternizase en una nota.

Yo se que muchas veces somos un bando, se que muchas veces banquineamos y se que pagamos bastante caro el hecho de ser políticamente incorrectos y de tener la libertad de decir lo que se nos antoje, pero también se que tenemos muy claras muchas cosas que los demás no y que jamás en la vida vamos a perder la oportunidad de sorprender.

Gracias a Lovely, gracias a mis compas del staff y gracias a toda la gente que nos ayudó en esta cruzada. Por una vez en la vida trajimos paz a Mendoza… y se sintió muy lindo.

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