Corría el año 2001, época difícil en todo el país; más difícil en una zona como el oeste de Godoy Cruz. El Campo Papa siempre fue violento, pero en aquellos años lo fue mas que nunca. Justo en la salida de la calle Salvador Arias estaba la despensa del chileno Ramirez, con verdulería, carnicería, garrafas, era el único negocio al que le llevaban los productos los proveedores. Es que el chileno era hombre de armas tomar y los escoltaba con su coche portando su Ballester Molina, siempre cargada.

Pocos se metían con el chileno, militar retirado con un buen arsenal y excelente puntería, tenia fama de justiciero, por lo que se había ganado el odio de todos los ratas de la villa.

El chileno tenía dos hijas de unos 15 o 16 años, muy lindas las dos. En una ocasión, cuando una de ellas volvía del colegio la asaltaron 3 negros, y a punta de pistola la llevaron hasta la ripiera abandonada (el pozo). La tuvieron secuestrada por 5 horas en las tolvas, algunos dicen que para cobrar un rescate, otros que simplemente con la idea de vengarse de su padre.

La piba llegó a su casa con la ropa mugrienta, golpeada, en estado de shock. Todos sabían la que se venía, la justicia no iba iba a actuar y el padre saldría a reventar a todo el que se le cruzará. Nunca se supo bien quién fue, pero en los meses siguientes murieron varios ratas, dos de ellos con el inconfundible agujero de una poderosa 45.

Un día entre semana, normal, sin sobresaltos, mientras atendía el negocio, paso por el frente Rubén Sarmiento, alias “El loco”. Pidió disculpas por lo que iba a hacer, sacó la Ballester de abajo del mostrador y disparo desde la puerta, el primer disparo rozó al loco que empezó a correr, el chileno apunto y disparo, el Loco cayó como un saco de papas.

La gente no entendía lo que pasaba, la ambulancia nunca llegó, trasladaron al loco en un auto particular, la bala lo había atravesado destrozándole ambos pulmones y la espina, los médicos no daban ninguna esperanza de vida; el chileno sabía la que se le venía así que se encerró en su casa armado hasta los dientes.

La gente se empezó a agolpar en el frente de la casa, el Loco era bastante querido en la zona, todos sabían que el viejo estaba armado por lo que no se iban a meter así como así. A los minutos llegó un móvil policial, la gente los corrió a piedrazos. Llegaron 2, 3, 4, no había manera de despejar el lugar, la gente estaba enfurecida. Eran cientos, algunos armados, la puerta estaba por ceder.

A la hora se escucharon las sirenas, unas que nunca se habían escuchado en el barrio, eran dos jeeps del ejército y un camión, bajaron una docena de soldados con fusil en mano, escoltando un par de policías y al fiscal. La imagen era intimidante, pero la muchedumbre no se dispersaba, solo alcanzaron a abrir una brecha por la que entraron a sacar a la familia; rodeados de un cordón armado.

Uno a uno subió al camión, antes de que se fueran sonaron varios disparos provenientes de la turba, uno de los soldados disparo una ráfaga al aire, la muchedumbre se quedo muda.

Apenas se fueron con la familia la gente se abalanzó sobre la casa, no habían alcanzado a sacar nada de valor, ni el armamento. Vaciaron la despensa en cuestión de minutos. Para la noche no quedaba nada. Un grupo de vecinos decidió que era buena idea incendiar lo que quedaba, pero habían olvidado sacar un par de garrafas que volaron por los aires.

El loco estuvo meses internado, sobrevivió milagrosamente pero quedo paralítico. El chileno fue imputado y condenado a 5 años de cárcel, murió un par de años después.

Nunca se supo quienes fueron los que secuestraron a la hija del chileno, pero algo es seguro, el Loco no había tenido nada que ver, el estaba encerrado por averiguación de antecedentes.