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Diez excelentes consejos para todos los feos

Iba a segundo grado de la primaria. Esa tarde era el cumpleaños del Darío. Estábamos todos los compañeritos invitados a su casa. Mesón con mantel del Hombre Araña, jarras de jugo, chizitos, papitas, sanguches de miga, una piñata y bolsitas de regalos. Todo lo que un niño puede desear. La gloria misma.

Esa misma tarde estaba el Víctor, un tontolón grandote que estaba al límite de ser fronterizo. El Víctor, además de ser un gigante idiota, tenía un temita sexual que lo llevaba todo el tiempo a querer tocar compañeritas y manosear cualquier mujer, por eso los papas lo tenían re contra controlado en este tipo de eventos. El asunto que, bicho él, cuando se distrajeron los grandes nos metió a varios en una pieza y propuso jugar al juego de la botella. Ese que te dabas un beso con la nenita que te tocara.

El juego claramente era una mentira. Al cabo de dos minutos estaban dándose picos todas las lindas del grado con los facheros… hasta el idiota del Victor chapó. Y yo ahí… paradito en un costado, mirando solo la escena más pornográfica que puede ver un nene de siete años. Algo se produjo dentro de mí… como un vacío. Una sensación espantosa de querer estar y no pertenecer. Como cuando te dejan afuera de la VIP por pobre o por feo. Un sentimiento de bronca me invadió, y así… como una nenita caprichosa, le metí un coscacho al Víctor, que justo se estaba chapando a la Rosita, abrí la puerta y salí corriendo de la habitación a buchonear la orgía. Cobró el Víctor y a los dos días cobré yo (obvio, el tontolón me acomodó sin piedad en el primer recreo que pudo).

Desde ese momento me di cuenta dos cosas fundamentales para el resto de mi vida… primero es que me encantaban las mujeres, segundo es que la naturaleza había jugado en mi contra y estaba lejos de pertenecer a los “pasables”.

Entonces, poco a poco, me las tuve que ir rebuscando con lo que tenía, más lo que podía conseguir, para lograr lo que quería. Es por ello que, ensayando, a prueba y error, puedo aportar una serie de ilustres consejos para todos los feos y perdedores lectores que deseen incursionar en el maravilloso mundo de las mujeres. Acá van:

Podes ser una patada en las gónadas, pero nada te impide que seas divertido.

Este consejo es fundamental, al punto que es la máxima imprescindible y hasta casi única. Dominado el hecho de volverse “divertido” todos los demás consejos pasan a segundo plano. ¡Ojo! “Divertido” no quiere decir que seas un payaso o que sepas contar chistes, para nada. Divertido es ser extrovertido, es tener temas para conversar, es saber hacer uso de la palabra, es manejar tópicos, ideas, charlas. Es ser entretenido. Las mujeres aman charlar y romper los moldes del típico chamuyo barato de cotillón bolichero.

Podes ser genéticamente fallado, pero nada te impide que seas “interesante”.

Que seas feo no impide que seas culto. Y, nuevamente aclaro, que seas culto no quiere decir que seas un ñoño idiota todo el día estudiando o leyendo en bibliotecas con olor a pichí de señora, sino que leas libros, que leas mucho, leer te ayuda a razonar y a hablar, recordemos el primer punto. Leer te abre la cabeza al mundo, te hace culto, formado, entretenido, dinámico. Tenes “tela para cortar”, temas para conversar, ideas que defender y sustentar. Leyendo mucho te volves interesante.

La naturaleza puede haber sido injusta con tu físico, pero eso no quiere decir que estés hecho mierda.

La vigorexia es un claro ejemplo de la estupidez humana. Los extremos son malos. La cara es muy difícil (y caro) acomodar, pero un cuerpo sano es cuestión personal y de esfuerzo propio. Que seas feo no quiere decir que estés habilitado para ser una tutuca. Nada te impide que entrenes, que comas sano, que te cuides y que físicamente seas pasable. Cualquier cuerpo puede cambiar, con esfuerzo y ganas podemos bajar los kilos que queramos, marcar los músculos que deseemos y modificar nuestro físico siempre, a cualquier edad y condición. Basta proponérselo y esforzarse.

Podes tener una distribución física patética, pero nada te impide que seas apasionado.

No hay nada más seductor en la vida que un hombre apasionado, visceral, demostrativo y fogoso. La pasión es algo que se traduce en la mirada, en los gestos, en las actitudes, al hablar, al expresarse, al manejarse. Un hombre apasionado es signo de un hombre seguro, que sabe lo que quiere, que quiere lo que busca y que encuentra lo que precisa.

Podes se físicamente difícil, indigerible y complejo, pero nada te impide que sepas coger.

Hay miles de consejos prácticos sobre cómo ponerla bien, solo quiero que entiendas que en nuestro caso, feo de mi vida, “saber coger” no quiere decir que te conviertas en un actor porno que tiene un poste indestructible por miembro, de rendimiento superior a los cuarenta minutos y de explosión láctea símil La Serenísima. Saber coger, para los feos, es entender que tu satisfacción personal debe quedar en segundo plano, al último, y que todo lo que hagas desde el momento cero tiene que estar dedicado a ella, a hacerla pasar bien, sentir bien y disfrutar al máximo… como sea. Una vez que ella terminó, te toca a vos. Pero siempre ella primero… ¡siempre!

Te puede quedar todo mal, pero nada te impide que tengas onda.

Que seas feo, deforme, que tu cara parezca una ensalada mixta barata, que tu cuerpo sea parecido a una verruga, no quiere decir que además te tengas que vestir como el culo. Acá no se trata de hacerse el innovador, gastar fortunas en asesoras de moda o invertir sueldos en pilcha, sino que hay que buscarle la vuelta, usar lo que te queda bien y aprovechar los beneficios de la onda para cubrir tus desperfectos físicos. Hay ropa que estiliza, que agranda, que achica, que esconde, que suma, que potencia o remarca. Hay que meterle condimento al sanguche papa.

Podes ser un inútil con las manos y tener el sentido del gusto atrofiado, pero nada impide que sepas cocinar y entiendas de vinos.

Saber cocinar algo y saber de vinos son dos puntos excelentes a tu favor durante el cortejo. Es muy seductor que un tipo invite a una chica a comer una rica comida elaborada y si encima sabe de vinos, algo mínimo de maridaje, tiene la balanza hacia su lado. Pensa en una juntada grupal, mientras todos charlan, si vos sos el que cocina, seguro alguna se te va a arrimar para ver que estas haciendo. Si sabes lo que haces, charlas y encima le sumas una copa de vino, te aseguro que para ella es mucho más interesante estar con vos que estar hablando estupideces con los bonitos y pajeros de tus amigos.

Podes ser una saga de películas de terror, pero la guita no distingue feos de lindos.

Estos son consejos posta, no es una nota de tintes filosóficos, ni bonita, ni buena onda. La guita nos gusta a todos, hombres y mujeres. Y no es lo mismo invitar una mina a cenar a La Bourgogne que invitarla al Manso Chori, buscarla en un Vento que en un Renault 12, invitarla a tu depto en Ciudad que vivir con tus viejos, regalarle un finde en Puerto Madero a uno en Potrerillos, comprarle algo en una joyería que en una mercería. No es lo mismo, les guste o no, y nadie en su sano juicio lo puede negar. Como a todos, a las minas también les gusta la guita, porque eso demuestra que sos exitoso en algo y les genera seguridad y bienestar. Que seas feo, no quiere decir que seas incapaz de generar plata. Sabelo y deja de perder el tiempo llorando, feo se nace, rico se hace.

Podes ser un ataque aéreo de defectos, pero nada te impide que seas el que agita.

Ser el que toma la iniciativa, el que se pone el “equipo al hombro”, el que incentiva las juntadas, las reuniones, las salidas, el que organiza, dirige, controla, planifica, establece, opera y acciona es visto por excelentes ojos por las chicas. Tener condición de líder, de inquieto, transmitir ganas de vivir, de hacer cosas, de disfrutar de la vida, es una actitud que suma muchísimo en en concepto que tienen las mujeres de nosotros. El “conductor” no es el más bonito ni el más fachero, es el más decidido y seguro y eso, queridos feos, lo podemos tener nosotros.

Podes ser el sustantivo colectivo que represente el conjunto de la fealdad, pero no tenes derecho a desesperarte.

Como último consejo les dejo las palabras del majestuoso Napoleón, “no hay mujeres imposibles, sino hombres impacientes”. Los tiempos del feo son distintos a los del lindo, que puede avanzar a pasos agigantados en el cortejo. Vos tenes que ir tranquilo, sos el lobo lastimado de la manada, el león rengo, el zorro tuerto, no te podes morir de hambre, pero tenes que ser certero al momento de cazar y esperar con tiempo la presa. Hay que darle tiempo a las relaciones e ir abonando tranquilamente el campo, esperar la cosecha paciente y estar ahí para poder comer los frutos. El tiempo del feo es lento y paciente, como la araña que espera y poco a poco teje sus redes.

Bueno feos de mi vida, espero que estos consejos les sirvan. No son algo que se logra de un día para el otro, sino que llevan años de maduración y entrenamiento, pero se los digo con la seguridad total que dominados los 10, se vuelven máquinas infalibles del levante. Y no hay nada más digno y reconfortante que ganarse una mina a fuerza de pulmón, labia y carisma. Esas son las relaciones más hermosas que se dan entre dos personas.