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Siete distintos tipos de infieles ¿Vos qué opinas?

Escabroso tema si los hay. La infidelidad es una actitud que viene ligada al hombre y la mujer desde tiempos inmemorables. Muchas son las posturas, las teorías y los sentimientos. De público conocimiento es el dicho que cuenta que “de la muerte y de los cuernos no se salva nadie” y, convengamos que hay una gran mayoría que alguna vez fue engañado y otra gran mayoría jamás se enteró. Algunas de las más conocidas posturas son las siguientes:

El de convicciones firmes:

Esta clase de personas piensan que nadie te obliga a estar en pareja, por ese motivo, en el preciso momento que sienten las ganas o la necesidad de ser infieles, abandonan a sus parejas, siendo francos y claros. No engañan ni buscan la oportunidad de hacerlo (incluso las evitan), si se da, no avanzan hasta estar en la postura que los mantenga tranquilos para hacerlo, o sea, solos.

Quien culpa a la sociedad:

Esta persona engaña y no se siente culpable por hacerlo, exponiendo el motivo que la fidelidad es una cuestión impuesta por la sociedad occidental en la que vivimos. Se basa en que hay países, sobre todo en medio Oriente e India, en donde es común tener varias mujeres, siempre y cuando se las pueda mantener.

El infiel separatista:

Esta persona engaña sin titubeos, haciendo alusión a que puede engañar con la piel a su pareja y serle fiel de mente toda la vida. Sienten un amor cariñoso y leal hacia su pareja, pero cometen infidelidades por sexo y aventuras pasajeras. Generalmente tienen la teoría de que el hombre “tiene dos cabezas” y puede manejarse tranquilamente, mientras que la mujer “si engaña te deja”.

Genéticamente culpable:

Según un estudio del Instituto Karolinska de Estocolmo, la infidelidad de los hombres es producto de un gen, el alelo 334, que gestiona la vasopresina, una hormona que se reproduce naturalmente, por ejemplo, con los orgasmos. Este gen lo heredan los hijos del padre y quienes lo poseen son más propensos a engañar. Esta gente culpa al gen (y a su viejo) por ser infiel.

El competitivo:

Esta persona lo hace por dos motivos, primero para sentir que “todavía puede”. Todavía puede ser picante, todavía puede seducir, todavía puede gustarle a otra persona, todavía puede sentir esa sensación del flirteo. El otro motivo es para que los demás sepan que aún está “activo” y es capaz de levantar.

El liberal:

Estos son los menos, por lo menos en Mendoza, y son quienes son infieles y permiten que sus parejas lo sean, siempre y cuando se mantenga la “transparencia”, o sea, que se lo cuenten. Pienso hasta que produce un cierto fetiche el saber que la pareja engaña. Perdonan todo y sienten que una infidelidad no les caga la relación. Manejan códigos particulares y suelen ser swingers.

El religioso:

Cada vez son menos, pero hay gente que no engaña porque así le enseñó la religión. No lo hacen por una cuestión de “paz interior” y de “temor hacia Dios”. Engañan y se sienten en falta, en pecado, culpables y castigados por Dios. Esta clase de pensamientos, antaño potente, viene en decadencia, de la mano de la decadencia de las religiones, pero aún hay gente que piensa que no debe engañar porque es pecado impartido por la Biblia, por ejemplo.

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