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El día después del aborto

Ayer 14 de Junio salió el sol a comerse todo junto con la media sanción aprobada por la ley de despenalización del aborto en Argentina. Yo desde el último voto lloré de emoción, se me puso la piel de todo tipo de ser vivo. No pude creer la energía que sentí.

Sentada en la oficina grité y me abracé a la única mujer con la que trabajo. Ayer logramos algo que es digno de honrar para siempre. Se me explota el pecho de orgullo de verme y sentirme parte de este movimiento tan espectacular que gracias a no sé quien descubrí.

Sí, soy feminista de corazón. Me duele ver las injusticias a las que somos sometidas la mujeres diariamente, me duele ver como apuntan con el dedo sentados desde el sillón “a la perra que no le pintó tener hijos”, “a la densa que habla del derecho de la mujer y bla bla”… ¿Pero saben qué? Siento muchísima más alegría, mucho pero mucho amor no solo por ser mujer sino por ver como cuando nos unimos podemos contra lo impensado.

No busco batallas, no busco explicar nada a quien no quiera escuchar. Solo busco vencer pequeñas batallas dejando en claro mi pensamiento. La verdad no sé de quién o gracias a quien adopté esta ideología maravillosa y muerta de hambre de gloria como óptica, pero lo tomo como bandera para todos los días levantarme.

A pesar de existir en mi vida muchas mujeres a quienes respeto y por quienes entendí muchos conceptos (ya he nombrado en mis notas pero por ejemplo Susana Trimaco, Victoria Donda, entre miles) creo que el feminismo es una virtud con la que se nace.

Yo no soy asesina de bebés, yo siento empatía por todas las mujeres que ante cualquier situación tuvieron que recurrir a un aborto. Muchachos, muchachas, no es un proceso fácil. No es “un método anticonceptivo”, hay que abrir los ojos. Es un proceso interno muy jodido en todos los aspectos. Es una decisión personal ante infinitas situaciones que jamás podremos comprender o conocer en su totalidad.

Llevo prácticamente un año hablando del aborto, la importancia de su despenalización para nuestra sociedad pero ayer… ayer vi a pendejas hermosas de 14 años con los pañuelos puestos. Ayer vi paz, ayer vi entendimiento en las miradas y comprensión, vi madres, vi abuelas y sí, cuando se aprobó la media sanción me sentí parte de una gran victoria.

Son así las revoluciones, pero si hay algo que aprendí es a no quedarme callada, a no hacer silencio nunca más porque cada silencio es una pequeña batalla perdida.

Entendí que después de tantos años en las escuelas se habla de sexo, de realidades que no competen directamente a quienes las están escuchando. Ayer vimos lo importante que es mirar una sesión del congreso en vivo, porque entendemos a quienes tenemos sentados representándonos. Eso hace unos años para los adolescentes era inconcebible, hoy militan, opinan, debaten. Son el futuro y vienen empoderados de decisión, ¿Qué más podemos pedir?

Ante muchos diputados me sentí horrorizada, asustada, decepcionada. Comparar una mujer con un perro es mucho. Creer que se trafican los “órganos” de un feto es de una ignorancia digna de destacar. Dejo completamente de lado las convicciones religiosas, a pesar de estar segura que en el congreso se está para pensar como constructor de un futuro social y no regirse por la religión o flasheadas personales.

Por otro lado, hubo diputados que me hicieron estremecer, con los que se me llenaron los ojos de orgullo y a quienes volvería a elegir y votar. Me sentí culta después de ver el debate, me sentí parte de una sociedad, me sentí involucrada con un bien social y lo mejor de todo me exploté de orgullo.

Nunca creí que militar daba tanta satisfacción personal. Nunca pensé que se sentía tan bien. Pero yo les puedo asegurar, que lo mejor de todo es sentir que lucho por alguien más. Con este punto, que a mi creer es el más hermoso de la nota, quiero decir que la realidad que me rodea no se ve perjudicada por no tener opción. No he visto a nadie de mi “entorno” no tener cómo escapar.

Entonces desde ese lado, cuando jamás te viste expuesto/a ante una calle que te come, ante una desesperación que te nubla el alma literalmente y ante una sociedad que te discrimina por no ser… es fácil apuntar con el dedo y decir las barbaridades que he leído o escuchado. Bueno mi mensaje a todos ellos/as: Hay una vida atrás de lo que vemos todos los días.

Sientan empatía por favor, piensen en el otro, además me pregunto si siendo religiosos, ¿no es esa su tarea además de “amar a Dios sobre todas las cosas”?

Yo me amo por ser parte de esta lucha. Esto recién empieza, las mujeres nos estamos agarrando muy fuerte de las manos y contra eso… no hay enemigo que resista.

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