Si existe un rincón en nuestro corazón donde guardamos los recuerdos más queridos, hay una habitación dedicada a la infancia y los videojuegos. Muchos retro-amantes han querido retratar en diferentes obras la poesía digital de los 80 y 90, que nos transporta a esas tardes eternas de vicio y chocolatada después de la escuela.
Un icono absoluto e indiscutible, protagonista de peleas y causante de penitencias y castigos, destructor de amistades y lazos familiares era el recordado “Famicom” o “Family game”.
Este aparato engendrado en el mismísimo vientre del demonio (mas precisamente en algún sótano oscuro de China) fue el juguete más deseado por los pibes de la generación que conoció el “1 a 1” y al “BiG Channel”. Y no era para menos, antes del “Family” solo unos pocos conocimos al “Atari” o la “Comodore64” que mostraban gráficos tan pedorros preferíamos ver a Sofovich en polémica en el Bar o a Mirtha arrimándole el bochín a Carlitos Menem.
Y es que uno cuando es pendejo tiene el mundo a sus pies, un cartucho de 99999 en 1 es un mundo de fantasías repetidas que aguarda ser descubierto.
Como buenos viejos chotos y maniaco-nostálgicos decidimos arrancar con una nota dedicada a esos momentos especiales de nuestra infancia, precisamente porque los buenos recuerdos son los que menos pixeles tienen.
Nuestro viejo y querido “Family game” no era más que una copia China del “NES” (Nintendo Entretainment System) consola hogareña creada por Nintendo en 1985 en Japón y si bien, el catálogo de títulos era idéntico también se conseguían versiónes reprogramadas y editadas descaradamente.
Muchos de esos títulos “pirateados” pasaban por nuestras consolas y nosotros ni nos enteramos y es que en esa época (hago esta aclaración con el bastón en mano y la radio Nihuil al palo) no nos calentaba si el juego era original o si Mario tiraba pizzas en vez de bolitas de fuego a los enemigos. Solo nos queríamos viciar como enfermos hasta que nuestros padres nos metieran una patada en el pecho para despegarnos del tele. Vamos a algunos jugosos e inolvidables puntos…
La farsa de los cartuchos “9999 IN 1”
Normalmente venían con un título como “Super Mario Bros 3” (El cual era la Vedette del cartucho) y 9998 variaciones de niveles del “Tetris”, vos como boludo y chico con la esperanza de que tus viejos te compraran un solo cartucho para jugar toda la vida, te terminabas clavando como un campeón sin imaginar cómo poronga ibas a pedir más juegos si ya tenías 9999.
Aunque parezca una mentira en nuestro país esos cartuchos cotizaban en bolsa, al menos durante los primeros años, luego la gente se dio cuenta de que era todo una gran mentira y te los tiraban por la cabeza con la consola.
El transformador te quemaba la instalación eléctrica
Domingo a la tarde de vicio con los primos: Mientras el resto de la familia se chupaba en la sobremesa post asado o pasta de la abuela, nos viciábamos al Circus Charlie tratando de pasar el puto nivel del leoncito saltando los aros de fuego, entre discusiones con mi hermano troll ortiva que me ponía pausa en el joystick dos y los otros primitos mas chicos que se cagaban a piñas atrás mio y tironeaban de los cables. Iba por el intento número tres mil cuando de repente una explosión sacudió las cortinas del living y la pantalla se puso negra. Enseguida apareció uno de los tíos borrachos previamente mencionados al grito de “¡¿Que tocaron pendejos de mierda?!” y todos evacuamos la zona refugiándonos detrás de los sillones como pakistaníes bombardeados por el ejército Israelí. Lo inevitable había sucedido: La fuente de alimentación (más conocida como “el trafo”) se había derretido como el almendrado que dejamos sobre la mesa para venir a viciarnos. Las dos horas que llevábamos dándole duro y parejo habían acabado con la vida del “coso cuadrado” que chorreaba plástico quemado y tiraba humo como motor fundido. Enseguida las madres vinieron al rescate (o a los chancletazos) dependiendo de como estuviese compuesta esa parte de la familia. En mi caso eramos cuatro hermanos y yo al ser el más peque lograba escabullirme entre sopapos y tirones de pelo. El cuanto al aparato, había que pedirle a nuestros padres que nos compraran uno nuevo y eso siempre era una tarea difícil de lograr que involucraba buenas notas en la escuela y una eventual desparasitada con Nopucid.
El verdadero “speedrun” del Mario Bros
¿Como no incluir al fontanero y a su hermano bulímico en nuestras anécdotas de la infancia?
El “Super Mario Bros.” era un título que todos los que tuvieron la consola poseían casi por obligación. Esto nos llevaba a cientos de horas de juego pasando niveles, descubriendo vidas extras y cuando no quedaba nada más por descubrir hacíamos los famosos “speedruns”. Un speedrun (término que no existía en nuestra época y solo nos referíamos a el como: “correr sin parar hasta llegar a la banderita”) se trataba literalmente de ir corriendo todo un nivel al palo sin frenar tratando de no morir en el intento. El que perdía sus tres vidas estaba “prendado” a salir en patas a la vereda en plena siesta veraniega a tocarle el timbre al vecino y volver sin ser descubierto. Con la paja característica del mendocino durante el periodo de la siesta era obvio que ningún vecino se iba a asomar a la puerta, lo que también resultaba obvio eran las quemaduras de tercer grado que sufríamos luego de atravesar el patio de la casa , esquivar la cucha del Boby, lograr llegar hasta la puerta del vecino y volver al living.
Duck Hunt
El “Duck Hunt” era otro de los clásicos que siempre acompañaban a las consolitas en su paquete de bienvenida al mundo de los 8bits. Una verdadera revolución tecnológica. Un juego en el cual hacías las veces de cazador siguiendo a un perro sádico y siniestro que no solo “botoneaba” a los patos para que volaran alto y vos los amasijaras con tu pistola en el aire, sino que luego de que se reventaran contra el piso los tomaba del cuello y reía maliciosamente. ¿Quien no puso la pistola bien pegada contra el tubo del tele para tener máxima puntería y reventar la mayor cantidad de patos? O ¿Quien no quiso dispararle al perro varias veces para tomar venganza de los pobres patitos? Ambientalistas: ¡vengan de a uno!
Contra: El sueño de ver a Arnold y a Sylvester juntos
Sin duda uno de los grandes desafíos de esa época era terminar un juego y vivir para restregarselo en la cara a tus amigos del barrio, no había youtube que documentara tus hazañas ni redes sociales que le dieran un like a tus logros. Pocas veces pasamos tantas horas jugando a un título repitiendo una y otra vez las misiones para poder pasarlo. En “Contra” (1987) nos poníamos en la piel de dos mercenarios en cuero que batallaban contra otros soldados, maquinas y mas cerca del final aliens y todo tipo de criaturas extraterrestres, para nosotros era ver a Schwartzenegger y a Stallone cagando a tiros a Alien y a los Critters. Ambos personajes tenían cuatro o cinco vidas cada uno y cuando alguno de los dos consumía dichas vidas podía descaradamente robarle las vidas al otro. Si bien el juego te daba chances de conseguir vidas extras era bastante difícil lograr llegar al ultimo nivel con ambos personajes vivos. La música como en la mayoría de los títulos de 8 bits era genial, te ponía los pelos de punta y la adrenalina de saber que llevabas cuatro horas jugando con tu hermano y tus viejos no habían vuelto, la tarea estaba sobre la mesa sin hacer y estabas en el ultimo jefe que era algo así como un riñón venoso que expelía arañas y vinchucas te hacia sentir que estabas dentro de la peli “Commando” o alguna “Rambo”.
Los trucos
Como mencioné anteriormente (mientras me tomo un yerbeado con un bollo de pan y voy cerrando la nota) la falta de medios para comprobar la veracidad de los hechos nos sumergía en un mundo de fantasías y rumores que alimentaban nuestra imaginación. Muchos “trucos” o “cheats” circulaban en revistas y anotaciones. En nuestro caso era algo así como: “ ¡Pepito el hijo del verdulero me contó que si en la pantalla de presentación apretás abajo arriba abajo, tres veces el botón B turbo y das una vuelta a la manzana rascándote el huevo derecho podes jugar con el maestro Splinter en el juego de las tortugas ninja!
Y ahí estábamos con mi hermano los dos boludos correteando por turnos alrededor de la cuadra con una mano en las bolas hasta que nos dábamos cuenta de que todo era un gran engaño.
Hoy en día los emuladores y la “onda retro” han intentado recrear esos momentos, se nos pianta un lagrimón al ver en la compu o en el celu al pingüino de Antartic Adventure (Dato curioso: El juego esta hecho por el mismísimo Hideo Kojima creador del Metal Gear) o al ponja que no embocaba una sola patada en el Kung Fu (yie ar kung fu 1985) y es que el nostalgiazo está de moda pero a nosotros ya nos pegó el viejazo hace rato…
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