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El Mendo es una porquería…

NDA: recomiendo que mientras lo lean, lo hagan con la misma música con la que yo lo leí: «Time», de Hans Zimmer:

“El mendo es una porquería, pero una porquería bien hecha”.

Esto lo dijo alguna vez un periodista destacado de Mendoza. Lejos de ser un agravio, creo que es el mejor elogio que alguien nos podría haber dicho. O la definición perfecta de todo lo que es el Mendo. Porque ese tipo se dio cuenta que detrás de lo que se veía, había un mecanismo pensado.

Recuerdo allá por abril de 2010 cuando con el Pablo arrancamos esto como un simple perfil de Facebook, muchos creyeron que era algo improvisado, pero jamás lo pensamos como algo pasajero. A los dos meses de haber irrumpido en aquella red social, con unos 400 amigos de seguidores, comenzamos a armar la página web, la cual salió publicada en agosto de ese año. En septiembre ya contábamos con tres plumas femeninas que nos acompañaban, la legendaria Dra. Lí, aún vigente, Señorita Dipietro y La Dama del Hamster. A fin de año ya éramos diez. Y de ahí no paramos más.

Con el Pablo no teníamos idea de programación, ni posicionamiento, ni de redacción, edición o literatura digital, incluso nos conocíamos poco, pero nos unía algo, el deseo de mostrarles a todos lo que escribíamos y de maneras modernas, hoy los grandes popes de la comunicación le dicen a esto “transmedia”. Pasaron 8 años, más de ocho mil notas, casi 120 miembros de un staff variopinto, inestable y verborrágico. Hicimos radio, salimos en la tele, en los diarios, clavamos más de 10 fiestas relativamente multitudinarias, nos hemos comido mil denuncias, entablado debates feroces en la facultad de políticas y en la mesa familiar de tu casa, nos ha leído en vivo Fantino en la Red, Rial en Intrusos, Del Moro en Inafama, Lalo Mir en la Metro, y la semana pasada, por primera vez en nuestra historia, Mendoza nos reconoció invitándonos a la meca del escritor romántico: la feria del libro. Nos hemos posicionado de manera natural, sin haber invertido un peso en publicidad y sin querer también nos hemos transformado en generadores de opinión. Dudo que exista un Mendocino que no conozca el Mendo o que no haya leído alguna vez algo nuestro. Y en peor o mejor medida, concretamos aquello que buscan los escritores: transmitir sensaciones.

¿Y quién iba a pensarlo, no?, ¿quién iba a pensar que solamente las ganas de dos conocidos iban a terminar en este fenómeno provincial? ¡Pues nosotros carajo!, ¡claro que nosotros! Porque siempre quisimos que el Mendo sea lo que es, porque siempre pensamos en mejorar como escritores y mantener nuestra plataforma a la vanguardia, porque en ocho años la web ha cambiado cuatro veces su imagen y nos hemos desarrollado en todas las plataformas posibles, adaptándonos a las necesidades actuales, porque hemos invertido horas escribiendo, horas diseñando, horas organizando, horas programando, y muchísima tripa y corazón en esto que nos encanta hacer.

Fuimos los primeros en hacer humor con la farándula mendocina, fuimos los primeros en hacer memes relacionados con Mendoza, fuimos los primeros en publicar un libro de terror, fuimos los primeros en hacer una miniserie de humor para redes sociales, fuimos los primeros en editar videos, hacer doblajes, escribir estados virales y copar todas las redes sociales. Hoy somos los primeros y los únicos, en tener un sitio de literatura digital amateur, con contenido autóctono e inédito. Hecho por mendocinos, para el mundo.

“¿Te dedicas a escribir?”, “¿viven de hacer “eso”?”, “¿Por qué no mejor trabajas de algo serio?”, “¿hasta cuándo piensan perder tiempo haciendo esta bosta?”, fueron algunos de los comentarios de los más allegados. Ni les cuento de quienes no nos querían. Y si, la verdad que haciendo esto se nos va mucho tiempo y esfuerzo, porque pocos saben lo que implica gestionar contenido entretenido, producido por un grupo enorme y completamente heterogéneo, cuyo amor por la literatura es el único nexo. Hay una dinámica de publicaciones, una metódica de cargado, una edición literaria y visual, un trabajo de imagen y un estudio minucioso de la mejor forma de compartirlo en redes sociales, que se va perfeccionando día a día y que se va puliendo con el tiempo.

Todo esto no fue magia, no fue el azar, ¡no señor! No fue suerte. Esto es gracias a que supimos organizarnos bien, establecimos un orden en la creación y publicación de textos y armamos un sistema social detrás de cada miembro del staff, incentivándolo a escribir y abriéndole la puerta al juego de ser escritor, de contar con palabras lo que nos pasa y de ser leídos. Hoy el Mendo es una enorme comunidad, donde interactúan lectores y escritores de una manera única y especial. No existe en Argentina una web de estas características y no sé si en el mundo haya otra igual. Y jamás se nos ocurrió irnos de la provincia, más allá de los tentadores números de lectores porteños, que significan el 53% de las visitas a la página.

Siempre nos paramos en la vereda de enfrente del típico escritor mendocino, sumido en una paja tremenda, que cree pertenecer a una elite especial de creativos y culpa al entorno de su ineficiencia artística. Y aún siendo parte de uno de los peores públicos del país, desencantados con lo provincial, amantes de lo porteño, desleales y críticos, nunca dejamos de apostar a la provincia, porque siempre fuimos consientes de que si no cambiábamos nosotros este paradigma, no lo iba a cambiar nadie. También nos separamos de la idea de sentirnos más o mejores por ser conocidos. Las puertas estuvieron, están y estarán abiertas para cualquier persona que quiera mostrar lo que hace, sobre todo si es de la provincia. Por eso también estamos inmensamente felices con lo que nos pasó en la feria del libro, porque por primera vez sentimos que alguien de arriba nos reconoce, más allá de nuestros queridos y fieles lectores.

Coyunturalmente debemos agradecer formar parte de algo a lo que hemos llamado “la generación bisagra en Mendoza”, artistas nacidos a partir de 1980 que han venido a demostrar a las generaciones venideras que si se puede hacer arte del bueno acá, compartirlo acá, disfrutarlo acá, hacer base acá, sin necesidad de irse a Buenos Aires. Quizás no tengamos la fortuna de poder vivir de esto que amamos, pero sin dudas seremos recordados como los que abrimos los surcos y plantamos la semilla del talento mendocino, que desborda en cada esquina y está deseoso de mostrarse al mundo. Escritores, músicos, muralistas, standuperos, actores, pintores, fotógrafos y un montón de gente destacada en cada rubro avalan esta idea.

Sin dudas hemos banquineado muchas veces, mostrando las miserias y porquerías de Mendoza, pero nunca nos tomamos este proyecto a la ligera, sino que le dedicamos tiempo y pasión. Hay mucha gente que no le gusta lo que hacemos, periodistas de fuste, escritores de polera, políticos ortodoxos, progres con culpa de clase, fachos oxidados, señores copetudos de Mendoza, cabezas de guinda, cabezas de termo, INADI, legisladores, empresarios inescrupulosos, licenciados en cosas, etc. Y nos encanta que así sea. Porque el Mendo refleja, con su libertinaje de textos, todo lo que somos, todo lo que nos hace Mendocinos, con nuestras penas y glorias, pros y contras, ventajas y desventajas. El asco y la maravilla de pertenecer a esta provincia.

Pero por otro lado hemos sido artífices de una enorme camada de escritores modernos, de varios puntos del país, que pulieron su arte con el pasar de los años, que llegaron mucho más lejos que en la soledad de sus blogs. Hemos hecho escribir a más gente que cualquier profesor de facultad, los hemos hecho reír, llorar, enojar, emocionar, debatir, pelear, pensar, odiar, amar, alejarse y acercarse al otro, hemos hecho leer a muchísima gente más que cualquier colegio secundario. Hemos irrumpido en la escena local con desparpajo y sin más intereses que demostrar que sí, que costó pero sí, que si pudimos. Que, finalmente, lo logramos.

Acá podes ver la presentación completa:


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