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El violador SÍ eres tú

Desde que las mujeres nos pusimos a protestar por lo que consideramos justo la sociedad se ha burlado. Pasó con las sufragistas, de las cuales decían que eran feas solteronas, que querían destruir el modelo patriarcal reinante de la época. Nada más equivocado, sólo queríamos tener la posibilidad de elegir a nuestros gobernantes, de que la sociedad nos viese como iguales de derechos y obligaciones a los hombres.

Ustedes dirán que las mujeres de antes luchaban por cosas justas y ahora no, cuando en su momento también se burlaban.

Contra el patriarcado

Uno de los lemas del feminismo actual es la caída del patriarcado. ¿Qué es el patriarcado entonces? Es ese sistema en el cual quien decidía sobre la familia y sobre cada uno de sus integrantes era el hombre jefe de familia, el “pater familias” que decidía sobre la vida y muerte de todos; las mujeres básicamente no tenían ni voz ni voto sobre su vida ni su patrimonio y se veían en la obligación de acatar lo que “el hombre de la familia” mandase.

No nos tenemos que ir muy lejos en el tiempo o el espacio para ver ejemplos de sociedades así, aún en el Medio Oriente las mujeres ni siquiera pueden ir al médico solas.

También el patriarcado está en esa frase que le decía el padre a su hijo, que tenía que ir a “debutar” a un prostíbulo, mirar porno, que así se debía tratar a la mujer, porque eran cosas descartables; mientras que a la “nena” le decía que debía ser virgen hasta el matrimonio, que si tenía sexo antes iba a estar “usada” y nadie la iba a valorar.

El feminismo

El feminismo ha ido mutando en el tiempo al igual que las sociedades. El derecho a trabajar, al voto, a la libertad individual, al divorcio, a la manutención de los hijos por parte del padre, y muchos más, son logros conseguidos por el feminismo en las últimas décadas. Los reclamos de hoy no son ni más ni menos importantes que los reclamos de épocas pasadas, pero hace el mismo ruido (o más) del que se hacía antes, en parte, gracias a la masividad y globalización del internet.

Ni una menos

No queremos que nos maten. En nuestro país hay una mujer víctima de femicidio cada treinta horas, en México cada dieciséis, y los números se van repitiendo a lo largo y ancho del mundo.

No está bien que, como mujer, sea muy posible que en algún momento de nuestra vida nos hayan toqueteado, abusado o acosado. Y, si no nos tocó vivirlo, seguramente que conocemos a otra mujer que sí.

Entonces llega un punto en donde el mundo obliga a abrir los ojos y darnos cuenta de la realidad. Es una mierda que estemos condicionados por nuestro género para vivir, para ser, para sentir, para vestir. Es una mierda que andemos con miedo por las calles porque nos pueden asaltar o secuestrar para terminar drogadas en una red de trata.

Me molesta que haya que aclarar miles de veces que el feminismo no odia a los hombres. No los queremos agarrar a tiros, cortarlos en pedazos y tirarlos en descampados, como muchos de los femicidas han hecho con sus víctimas. No queremos que los violadores entren por una puerta y salgan por la otra. No queremos que no nos tomen las denuncias cuando vamos a denunciar un hecho de violencia a una comisaría.

A mi mamá hace veinte años le dijeron en una comisaría que se calmara con su (entonces) pareja, que quizá ella le había provocado, que era mejor que se fuera a otra provincia, cuando intentó denunciar que la habían golpeado con un cable, enfrente de su hija, yo, de seis años. A mi abuela la violaron con quince años y ella se intentó suicidar por eso, ¿Y saben qué pasó con el abusador? Nada. Nunca pasó nada.

Entonces no pueden negar que tenemos razones para indignarnos, para decir “esto ya no puede seguir”, para cantar a viva voz “la culpa no era mía, porque el violador eres TÚ”. Sí, yo sé perfectamente que no todos los hombres son malos, sí. También sé que las mujeres pueden radicar denuncias falsas, sé eso y mucho más. Pero no debemos negar una realidad que pasa, y pasa todos los días.

Sí, puede que a muchos les dé vergüenza ver a grupos de mujeres organizadas, protestando y marchando. Sí, puede que digan “seguro que esas marchas no ayudan en nada porque se siguen matando mujeres”; y sí, puede que sea verdad pero al menos ahora ya no nos quedamos calladas y el mundo no puede hacer ojos ciegos ni oídos sordos a la realidad. Es gracias a este tipo de protesta es que se ha logrado avanzar con los derechos de las mujeres. Así lo hemos logrado antes, y lo intentaremos lograr ahora.

El movimiento por los derechos de la mujer siempre va a estar presente para denunciar que en el mundo nos matan, nos abusan, nos explotan, nos violentan y nos usan por ser mujeres. Y no, no nos vamos a callar más. Hasta que no haya un solo hombre que se atreva a ponernos un dedo encima, hasta que no exista un solo prostíbulo o tratante de blancas. Sólo en ese entonces quizá dejemos de decir esta verdad, que el violador sí existe porque son todos aquellos que hacen ojos ciegos ante situaciones que puede que sus mismas familiares estén viviendo o hayan vivido. Muchas de ellas no hablan por miedo. Animémonos a abrir los ojos. Solamente hay que querer hacerlo.

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