/Enfermedades de mente versus enfermedades de cuerpo?

Enfermedades de mente versus enfermedades de cuerpo?

Los extremos siempre son peligrosos. Tanto si pensamos que todos las enfermedades que nos aquejan son consecuencia de problemas psicológicos no resueltos como si esperamos que una píldora nos salve de todo mal, corremos el riesgo de estar equivocados. Mente y cuerpo están relacionados, porque son parte de un todo. Existe una evidencia abrumadora en este sentido, una gran cantidad de casos que nos muestran que es imposible tratar exitosamente una enfermedad sin tener en cuenta el cuerpo en su totalidad, incluyendo ese concepto un tanto elusivo que llamamos «mente».

Hablando de extremos, podemos pensar en dos casos donde la mente hace mucho bien o mucho mal al cuerpo. Por un lado tenemos el conocido efecto placebo, que se puede definir como una respuesta fisiológica corporal a una sustancia o tratamiento que no puede explicarse con las propiedades de estos. Es decir, algo que no debería tener ningún efecto en el cuerpo (por ejemplo una píldora de azúcar) parece ayudara la mejoría del paciente. Está claro que ningún médico utilizaría solo placebos en un tratamiento, salvo que fuera parte de un estudio de una nueva droga y la participación fuera voluntaria. Lo que resulta interesante es una consecuencia de este efecto: la confianza del paciente en el médico, el éxito previo de un medicamento que lo hizo sentir mejor, refuerza los efectos. El paciente se ayuda a sí mismo a curarse. La explicación científica todavía no es clara, aunque la mayoría de los estudios apuntan a que los niveles de estrés se reducen y  se sabe que esto ayuda a una recuperación más rápida. Todas las enfermedades parecen tener ventajas para desarrollarse si el paciente sufre de estrés. Reducirlo es sinónimo de frenar su avance.

La otra cara de la moneda son las enfermedades psicosomáticas. La somatización abarca una serie de fenómenos clínicos que podrían resumirse como el hecho de que el paciente presenta síntomas de una enfermedad cuando todos los estudios clínicos indican que está sano. Detrás de esto se encuentra, en general, un desorden psiquiátrico oculto. También es posible que la enfermedad exista, pero que no pueda ser detectada por encontrarse en una etapa muy temprana o que los síntomas se vean amplificados por el paciente. La mente enferma al cuerpo o lo enferma más de lo que realmente está.

Existe lo que se llama percepciónde la enfermedad. Alguien puede sentirse enfermo sin estarlo o no ser consiente de ningún síntoma hasta que el médico le confirma que la enfermedad existe. En estos casos, la toma de conciencia puede ser traumática, sobre todo si se trata de una enfermedad terminal. Se puede caer en una depresión, que evidentemente irá en contra de cualquier tratamiento que se haga para intentar mejorar la calidad de vida. En este caso, la enfermedad del cuerpo termina afectando la psiquis.

Estos breves ejemplos parecen indicar que deberíamos ser capaces de utilizar esta relación mente-cuerpo, este tratamiento holístico de las enfermedades, como una forma de potenciar los efectos beneficiosos de cualquier tratamiento. La pregunta es: ¿hasta dónde podemos llegar? ¿Será posible ir más allá de un alivio temporal de los síntomas y conseguir una cura definitiva para muchas enfermedades que hoy son terminales? No lo sabemos. No importa lo que digan los curanderos, sanadores o pastores evangelistas ávidos del dinero de la gente desesperada frente a una enfermedad que los llevará tarde o temprano a la muerte. Lo cierto es que tenemos indicios, pero no sabemos cómo manejar esa cura potencial que podría venir de nuestro propio cuerpo. Se siguen haciendo pruebas y estudios para entenderlo. Quizás en un futuro sea posible saber hasta dónde podemos correr la línea de lo que hoy consideramos incurable. Por el momento, me parece que es fundamental no caer en la trampa del pensamiento positivo y las mal llamadas medicinas alternativas (desde mi punto de vista solo hay una medicina), en el sentido de que se puede curar cualquier cosa solo con una actitud optimista o con algunas gotitas de un líquido preparado con alguna planta exótica. No digo que no haya beneficios en esto, de hecho  ya lo mencioné más arriba. Me refiero a que creer ciega y exclusivamente en estas terapias, negando lo que la medicina puede hacer por nosotros, es un error gravísimo.

Aunque no sepamos exactamente cómo manejar y aprovechar el efecto placebo o lo que sea esté detrás de él, eso no significa que debamos quedarnos de brazos cruzados esperando que la enfermedad siga su curso. Se puede hacer mucho. Decir que «ya no queda nada por hacer» es lo peor que nos puede pasar. Mencioné más arriba que la reducción del estrés parece ser la clave para que el cuerpo contribuya a su propia cura o al menos a paliar los síntomas. Técnicas como el yoga o la meditación pueden ser muy beneficiosas para esto.

En el caso de enfermedades (me gustaría decir por ahora) incurables, el tratamiento gira ya no entorno a la recuperación total del paciente (que no se puede lograr) sino a los cuidados paliativos, que según la definición de la Organización Mundial de la Salud es el enfoque que mejora la calidad de vida de pacientes y familias que se enfrentan a los problemas asociados con enfermedades amenazantes para la vida, a través de la prevención y alivio del sufrimiento por medio de la identificación temprana e impecable evaluación y tratamiento del dolor y otros problemas, físicos, psicológicos y espirituales. No se intenta retrasar la muerte ni adelantarla, solamente hacer que el camino hacia ella sea el mejor posible para el enfermo y los que lo rodean.

Volviendo al punto de la reducción del estrés, sabemos que cualquier actividad que nos guste y nos gratifique a la vez nos relaja. Un paseo, salir al cine o al teatro, escuchar música, leer o pintar puede ayudarnos (a todos) a sentirnos mejor y más preparados para enfrentar una enfermedad. Esta es la base de la Arteterapia: una disciplina del campo de la Psicoterapia en la que se emplean recursos de las artes con objetivos terapéuticos. Como lo indica su definición, no se trata solamente de aprovechar los efectos beneficiosos del arte en cuanto a relajación y disfrute, sino que se utiliza como herramienta de diagnóstico y tratamiento. Se puede expresar mucho a través de una pintura, un dibujo o un texto escrito. Cosas que quizás no se mencionan en otro contexto o no se pueden decir directamente.

Nos queda mucho por aprender y entender. Sin embargo, el camino está claro. Seguir haciendo todo lo posible para curarnos o pasarla mejor, sin magia pero con mucho amor, alegría y cosas que nos hagan sentir bien.

Más información en:

Asociación Argentina de Arteterapia

ArteenelPenna Cuidados Paliativos