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Equilibrio de silencios y palabras

silencio

Martes 8:30 de la mañana. Estoy en el banco esperando cobrar el último cheque que cobraré por los servicios prestados de locutor. En el último mes a un iluminado se le ocurrió reemplazarme por una máquina. Haley Joel Osment y la concha de tu robótica hermana.

Veo personas que piden préstamos, otras invierten a plazo fijo. De eso se trata el equilibrio del banco, te prestan con lo que otros depositan, luego pagan los plazos fijos con los intereses que le cobraron al que solicitó el préstamo. Cuando me tomo dos copas de vino me creo Axel Kicillof pero con menos frula encima.

Equilibrio. De eso se trata el sexo también. De encontrar un equilibrio.

Hace unos meses conocí a Romina. Casi contadora, casi 34 años, casi linda. Nos conocimos en Happn (si, además de Tinder y Badoo utilizo esa aplicación…bha, a veces visito contactossex.com donde está lleno de maricuecas buscando heterosexuales). Charloteando por cel me invita a su departamento y, ojo, muy correcta la mina me pide que lleve protección “por si acaso”. Recordando experiencias pasadas prefiero consultarle si es necesario ir con casco, facón y una recortada pero no, me explica que se refiere a preservativos. Ya comenzó media cruzada la cuestión.

Llego con una latita de cerveza en mano, le aviso que estoy en su puerta y se demora 14 minutos en abrir. A esa altura me había tomado tres latitas, seis cigarros y había pegado buena onda con el trapito que se ofreció a cuidarme el auto. Por fin me abre la puerta, por fin la conozco y de entrada me tira quejándose: “Estoy hecha un desastre, he estado estudiando todo el día”, me hace entrar a su departamento y a continuación estuvimos 45 minutos hablando sobre distintos temas y discutiendo por cada uno de ellos. Si yo decía “si”, ella decía “no”; si yo “no”, ella “si”; si yo “ni”, ella “so”, si yo “Macri gato”, ella “Cristi amiguis ti ami”. Lejos, la peor cita de mi vida.

En un intento desesperado por irme invento una excusa y encaro a la puerta imaginando el cartel de “Exit” brillando en verde, sin embargo corta mi camino mejor que Funes Mori contra los brazucas y me ofrece ir a la cama. “Ajá, dale, no nos hemos dado ni un beso y vamos a ir a la cama”, pienso. Me agarra las manos y me da un piquito…dos piquitos…cientocincuenta piquitos y la futura contadora no fue culo de abrir la boca. Me lleva a su cama, nos desnudamos, comienza el tungue tungue dubalá y comenzó el monólogo:

“Che, ¿no tendrás esposa vos?”. “Ey, ¿viste que estoy re gorda? “Debería estar estudiando y estoy cogiendo con vos, no puedo más de pelotuda”. “No me hagas sexo oral porque me está por venir y debo tener olor a merluza con salsa cuatro quesos”. “No te hago sexo oral ni te doy besos con la boca abierta porque me ha salido un grano dentro de la boca”

Esa mujer no se callaba.

A todo esto yo intentaba concentrarme y bloquear su voz en mis oídos, era imposible. La puse en cuatro e intenté callar su voz hundiendo su cabeza en la almohada. Pero no, ella gritaba a través de la almohada y yo alcanzaba a escuchar “hay días en los que extraño a mi ex novio”.

Fue un desastre. Intenté decirle con algo de ternura: “Calláte, por favor, no me hablés más”… se calló 15 segundos y volvió a largar un “Es verdad, debería hablar menos cuando cojo, pero pasa que….”. No pude más, me saqué el preservativo, lo tiré al piso y me marché para no volver.

Sin embargo, después de ella conocí a un bombón. Luz, 20 años, futura maestra, de novia, rica ella. Pegamos muy buena onda, pensé que solo seríamos amigos. Por las cosas de la vida a la semana ella fue a mi departamento y después de dos Chenín Dulce terminamos en mi cama.

Luz no hablaba mucho en la cama, hacía los típicos sonidos de dos personas que están dándose placer, lo cual me parece perfecto. Pero retomando el principio, hablábamos sobre el equilibrio.

Estoy de acuerdo en hablar cuando se tiene sexo… sobre cosas relacionadas de sexo, ¿no? El punto es encontrar un equilibrio entre hablar y el silencio. Entre comunicarse con las palabras y el comunicarse con caricias. El equilibrio donde uno se da cuenta que está haciendo las cosas bien y en qué momento debe sumar intensidad, o disminuirla, o ir hasta el fondo, o no.

Pero como les decía, Luz no hablaba mucho. En un momento tengo sus piernas en mis hombros, mi rostro sumergido entre sus piernas, acaricio su pancita y siento que ella va a acabar para mi…y lo hace.

Pero la muy hija de un sodero acababa con squirt y no fue culo de decirme. Claaaaro, yo me sentí un macho dominante, pecho peludo, ganador de clásicos, Licenciado en casi todo cuando siento que se viene en mi boca pero luego se vino una catarata de “giladas” que me dio de lleno en el pecho, pelo, la foto de mi bisabuela voló a la mierda de un chorro con propulsión interna de la san puta, yo estaba arrodillado en la habitación y me tuvo que ir a buscar a la Virgen del Challao en bolas y todo chorreado.

Volvemos al punto, el equilibrio… entre hablar y callar. Chicos, chicas, ¿un consejín? Hablemos solo cuando sea necesario hablar… avisemos cuando vayamos a acabar.

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