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Historias que rompieron la dicotomía del inseguro II

Leer la Historia 1

Historia 2 – La vida dicotómica de un chico roto

“A veces te ves tan destruido que crees que nunca jamás podrás salir de tu propio abismo, pero escucha lo que te voy a decir ya que no es ninguna estupidez: yo si la sufrí alguna vez, no como tú ni tú como yo, pero se lo que es el dolor y, aun así, estoy mirando siempre para adelante, si yo pude vos también, escucha mi de todo se sale”.
F.F.

Nunca me destaqué por ser un pibe con suerte digamos, un chico que tenga una buena vida como muchos vivieron y que nació en una cuna de oro. No, nunca fui de esos. Soy Cristian, Nací en Catamarca y a los 5 años me fui a vivir a España. Cuando empecé la primaria empezó a llover toda la mierda, literalmente…

Me di cuenta que mi viejo le pegaba a mi vieja cuando estaba, bueno ella trabajaba todo el día, por ende, no estaba nunca en casa. Mi viejo nunca me dio pelota, le chupé un huevo siempre y en todo momento en el que yo estaba en casa me golpeaba si es que no se lo hacía a mi vieja o a mis hermanos solo porque yo estaba ahí, por eso preferí vivir en la calle antes que mi casa, ya que cuando volvía todos recibían golpes a causa de mí presencia. No lo sé realmente, pero parece que a mi viejo le molestaba mi forma de ser, mi persona, mi existencia.

La vida de la calle para un chico es realmente triste, tuve que moverme por muchos lugares, y no moverme digamos que especialmente por los buenos. Me fui por la mala vida, por el mal camino, empezando a los seis años juntándome con personas que no tendría que haberlo hecho nunca. Comencé a encontrarme con gente que movía y consumía drogas, alcohol, armas; que no estaban ni ahí con pegarte un tiro. Así crecí y me creé, vendiendo droga, siendo tranza (allá en España les dicen yonkis). Bueno así inicié toda la mierda caminando por el mal camino.

A esa edad de siete años, cuando volví a mi casa una vez, estaba mi vieja preguntándome qué hacia afuera, le dije que no estaba haciendo nada, solo jugaba con amigos para que no se preocupara; me ofreció una chocolatada, todavía recuerdo eso, era una colacao, era lo mejor de toda mi puta infancia realmente. Recuerdo esos días que volvía a mi casa, mi hermana o mi vieja se daban cuenta que yo estaba en casa y me ofrecían uno, yo decía siempre “guao leche con chocolate, realmente era un placer que realmente yo pudiera tomar leche con chocolate algún día”; bueno me acuerdo que ese día me pregunto si quería, a lo que yo le dije que sí. No recuerdo bien lo que pasó, pero parece que molesté a mi viejo con alguna cosa, empezó a gritarle a mi vieja y a mi hermana mientras les pegaba. Ahí fue la primera vez que enfrenté a mi viejo de grande digamos, saqué una faca (así les dicen a las navajas en España) de mi bolso y lo enfrenté, le dije que nunca más les pegara, que si yo veía alguna vez mas que lastimaba a alguno de mis hermanos o a mi vieja que lo iba a matar.

Así fui creciendo, moviéndome por toda la mierda de España. Viviendo en la calle robando, vendiendo droga, apuñalando a quien ni lo tendría que haber hecho.

Luego, a los 10 años, mis viejos se separaron porque decidí contarle todo a mi madre, absolutamente todo lo que viví y lo que pasaba cuando ella no estaba cuando trabajaba. A esa edad nos vinimos a vivir a Mendoza. Recuerdo que caí a una escuela de mierda en el barrio Paraguay, a eso súmale que todos me hacían terrible bullying por el acento gallego. También me empecé a mover por el mal camino, en el medio de las drogas y las armas, generalmente con la vida que yo conocía.

Cuando tenía 11 años me acuerdo que conocí a una chica hermosa, que para mí fue y es mi primer amor, un amor verdadero. La vi en el shopping, yo estaba vendiendo droga como siempre lo hacía a cualquier pelotudo que quisiera. Ahí fue cuando en la típica de los 11 o 12 años de hacerse el copado con las minas me paso su Facebook, ahí empezó todo.

Empezamos a hablar, salimos y todo eso. Yo me seguía moviendo en el tema de la droga y la mar en coche, pero a ella le molestaba demasiado. Yo era un pibe de barrio y ella una niña santa, una chica que si tuvo problemas en su vida, pero tenía padre y madre, no le faltaba el pan en la mesa. Aun así me entendía, y eso que no sabía lo que era la mala vida pero me entendía, yo sentía y apreciaba mucho que me entendiera. Y aunque yo no tenía nada se lo di todo.

Me acuerdo esas noches o días que yo robaba bicicletas, andábamos a toda velocidad, yo pedaleando y ella sentada en el manubrio. A ella le jodía que yo hiciera todo por plata, muchas cagadas por dinero, pero siempre entendió que yo nunca tuve otra vida, que crecí así y que así era, de esa manera yo conseguía algo para comer o cosas así. De esta manera pasaron las horas, los días, las semanas, los meses, los años, y se volvió alguien muy importante para mí. Yo siempre seguía sus consejos, siempre hacia cosas para que ella se sienta bien, estábamos enamorados, era un amor adolescente.

Solo por eso yo me alejé, al menos un poco, del lugar de tranza, las drogas y armas, absolutamente de todo eso. Me alejé porque ella lo quiso así. Prácticamente me rogó para que buscara otro trabajo. Me metí a laburar en los boliches, yo era coordinador y jefe de anticipadas, tenía todos los boliches gratis e iba a todos acá en Mendoza. Como ella era mi novia y todos me conocían a ella también. Obviamente me seguía me seguía moviendo en la droga, seguía vendiendo porque era difícil salir de todo eso, y más si conoces a personas peligrosas.

En unas vacaciones de verano con mi vieja, mi hermana y ella viajamos a Buenos Aires, habíamos ahorrado mucho y obviamente ella tenía que venir conmigo. Una noche nos quedamos despiertos en la playa, mirando la luna y las estrellas mientras esperábamos el amanecer. A eso de las 5am empezamos a escuchar ruidos raros, eran tortugas bebé que salían de sus huevos, corriendo en la arena para ir al mar mientras el sol empezaba a salir, fue el día más perfecto de mi vida. Yo mi vida la vivía de a ratos, pero ese momento fue mi día, hasta que tuvimos que volver.

Una noche ella me invito a salir a un boliche, yo no tenía ganas realmente, así que le dije que no me sentía bien. Fue uno de los peores errores de toda mi vida, y es la única decisión por la cual siempre me voy a arrepentir completamente de haber dicho que no y no salir con ella. Me arrepiento realmente de no haber ido a ese puto boliche esa puta noche. Yo no quería ir, pero tendría que haber ido.

A la salida del boliche un tipo que estaba drogado o tomado iba manejando, mi chica cruzo la calle y en lo que lo hizo el tipo este vino a toda velocidad y se la llevó por delante. No la mató en el momento, pero la dejo en el piso, el hijo de puta paro mientras miraba por el espejo retrovisor y siguió de largo. Nunca se bajó y tuvo suerte de no hacerlo, porque si lo hubiese hecho el día de hoy ya estaría muerto. Te juro que todavía no entiendo como ese maldito sujeto hace para seguir viviendo con el remordimiento de haber matado a una persona. Bueno yo aún la sigo viviendo, si loco maté a una persona, pero te juro que no fue mi decisión, pero aun así lo hice. En fin, después del accidente ella estuvo una semana y media en coma, luego de que pasaron muchas cosas yo todos los días iba al hospital, va en realidad vivía ahí, dormía todas las noches al lado.

Recuerdo que mi vieja me rompió las bolas para que volviera, lo hice y fui al hospital temprano al día siguiente ella despertó, recuerdo que hablamos, me saludó, y ella me dijo justo antes de irme: te amo, te amo con todo mi ser, te amo y siempre te voy a amar, pero tenes que prometerme algo, prometeme que vas a salir de todo esto, de acá a una semana o un mes, pero vas a dejar de vender droga, vas a dejar de moverte por todos los lugares que te moves, vas a dejar todo, tu mala vida… y yo se lo prometí.

A la mañana siguiente, me acuerdo que eran las 6 am de un 16 de octubre. Yo llegué al hospital con un ramo de tulipanes, sus flores favoritas, con alguna que otra rosa de por medio, allí fue cuando pasó todo, llegué y ella había muerto. No me dejaron entrar a su sala, tampoco verla en su funeral, sus padres me odiaban por lo que era y tuve que ver su entierro de lejos…

Después de eso no salí durante un mes y medio de mi habitación, no comía, pero si tomé alcohol, tanto alcohol que estuve en coma alcohólico, no quería vivir, no sin ella, sin mi amor, sin la luz de eliminó toda la oscuridad que volvió a rodearme, matándome por dentro, desde ese día todo fue oscuridad…

Continuará…

Escrito por Ezequiel Rivero para la sección:

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