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Impresoras 3D: haciendo real lo imposible

Si bien la tecnología de imprimir un objeto tridimensional se viene utilizando en la industria desde hace 20 años, los nuevos usos que se le puede dar y la reducción de costos la está poniendo de moda en los últimos tiempos.
 

No es magia. Es imposible (por el momento) apretar un botón y que un aparato imprima el desayuno de la mañana (incluyendo los platos y las tazas). Sin embargo, la tecnología de impresión en tres dimensiones avanza, se hace más barata y se va metiendo de a poco en las escuelas y los hogares. Muchas industrias la vienen utilizando, desde hace unos 20 años, para crear modelos a escala y en 3D de diferentes piezas antes de fabricarlas. Esto permite que los diseñadores e ingenieros tengan una visión clara de como son y como encajan con el resto de las piezas de, por ejemplo, un auto. La impresión 3D es más rápida y más precisa que construir el mismo modelo a partir de un molde.

Impresora 3D
Impresora 3D

En la actualidad existen varios tipos de impresoras tridimensionales, aunque todas funcionan mediante el mismo principio. Se van agregando capas muy finas de material líquido una sobre la otra. Para solidificarlo con la forma correcta se utiliza un láser o luz ultravioleta, iluminando el líquido en los lugares exactos para formar cada «feta» del diseño final. En algunos tipos de impresora el material se deposita en forma semi-solida con la forma adecuada, como cuando se decora una torta con crema o merengue, y se espera a que solidifique. Al final del proceso tenemos un objeto completo, con la forma exacta del diseño que cargamos en la impresora. Porque, obviamente, no se puede hacer una impresión sin un programa de diseño asistido (CAD) con el cual hayamos dibujado y «cortado» el objeto a imprimir en finas capas que serán los bloques de construcción de nuestro modelo.

Con lo dicho hasta el momento todo parece un juego. Hacemos juguetes a escala con la forma que nos guste: una nave de Star Wars, la Torre Eiffel, una Ferrari Testarossa…pero hay mucho más que un hobby en la impresión 3D.

Tie Interceptor impreso en 3D
Tie Interceptor impreso en 3D

Hace poco compartimos una nota en el blog que contaba el caso de un padre que imprimió una prótesis para la mano de su hijo a un costo final de 10 dólares, utilizando la impresora 3D de la escuela. Un lector nos comentaba que se pueden hacer imágenes de una fractura mediante una tomografía, imprimirlas y estudiar en detalle el estado del hueso antes de operar, para no encontrar sorpresas. A futuro las posibilidades son todavía más increíbles. En unos 30 años puede ser posible imprimir órganos completos cargando una impresora con el tipo de células adecuadas. Por el momento los usos medicinales se limitan a imprimir prótesis hechas exactamente a medida para cada paciente, aunque los científicos esperan que se vaya avanzando en etapas hacia la impresión de órganos completos. El desafío es que las células puedan ir integrándose al órgano en capas, que se pueda formar algo «vivo», que diferentes tipos de células puedan combinarse como lo hacen en un órgano natural y que se puedan formar estructuras complejas, como un corazón o un riñon.

Volviendo a los objetos, una de las principales desventajas es que no se puedan combinar materiales en la misma impresión, aunque ya se está trabajando para hacerlo. Por el momento los usos más comunes son en maquetas de construcciones para arquitectos, modelos a escala para coleccionistas, piezas de arte, comida e incluso prendas de vestir y zapatos (bastante desagradables y poco flexibles, dicho sea de paso)

Teniendo en cuenta el costo de poner cualquier cosa en órbita, la impresión 3D sería una buena manera de evitar enviar algunas piezas al espacio y construirlas en el lugar para ahorrar dinero. Ya se han hecho algunas pruebas, tratando de entender como se comportan las impresoras cuando no hay gravedad. Los resultados prometen, aunque queda mucho por hacer todavía.

Somos seres acostumbrados a las 3 dimensiones en las que vivimos. No hay imagen plana ni combinación de ellas que reemplace la sensación de tener un objeto en la mano, darle todas las vueltas necesarias para estudiarlo y observarlo. Después de muchos años de pantallas y papel, donde quitamos una dimensión a nuestra vida diaria, parece que la «moda» es volver a los orígenes.