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La astrología como método de autoconocimiento

Quien pretende usar la astrología para predecir hechos, se equivoca. Si bien los antiguos observaban el cielo con la intención de conocer los designios de los dioses para los tiempos venideros, eso se tergiversó.

Los astros, desde el lugar del cielo en el que se encuentran, proyectan energías que ingresan a nuestro campo magnético terrestre a través del polo norte; lo cual no significa que determinen nuestro futuro ni mucho menos escriban nuestro destino.

El conocimiento de los fenómenos astrales y cómo esa energía influye en nuestro campo magnético individual nos permite saber cuál es la manera de canalizar efectivamente esa energía, dependiendo del ámbito de nuestra vida que se vea influido, nuestra personalidad y los planetas involucrados en cada suceso.

Son muchas las cuestiones que hacen al conocimiento de la astrología, pues no se trata de conocer simplemente la fecha de nacimiento para saber cómo es una persona o lo que le pasa. Cada cuerpo celeste tiene una energía diferente y se encuentran en diferentes espacios del cielo según la hora y el lugar del mundo en el que un día nacimos.

No obstante, el cielo nunca está quieto. Así como la Luna orbita alrededor de la Tierra, esta orbita alrededor del Sol como los demás planetas de este sistema (algunos de esos planetas también tienen lunas). A su vez, el Sol tampoco está quieto y el sistema solar se mueve hacia arriba en una Vía Láctea que también se mueve. Cada órbita tiene su forma y ángulo de movimiento, por eso es que a veces el movimiento de unos deja atrás a otros que parece que retroceden y decimos que su energía está retrógrada. Nada vuelve hacia atrás, es sólo un efecto visual.

Todo está en movimiento desde el Big Bang. El universo está en permanente expansión. El cielo se mueve, los planetas nunca están en el mismo sitio y por eso su observación y estudio resulta tan fascinante.

Cada uno de nosotros, con nuestro campo magnético, también estamos en permanente movimiento. Nuestras células lo están. Millones de ellas nacen cada día y otras mueren, igual que las estrellas que vemos titilar y se trata de soles extintos. Algunas de esas estrellas las vemos más cerca y grandes, suelen ser los planetas del sistema solar. Otros planetas los vemos muy chicos por su distancia. Otros, no podemos verlos a simple vista. Tal como sucede con nuestro cuerpo, vemos las manos moverse, percibimos el corazón palpitar, sabemos que el aire que respiramos realiza complejos procesos en el interior de nuestro organismo para mantenernos vivos. Sin embargo, a pesar de no ver esos procesos, no podemos negar que se producen. Con el cielo pasa lo mismo.

Los que a través del tiempo nos hemos sentido atraídos por la manera en la que el movimiento de los astros influye en la vida de las personas, en el clima, en el transcurrir de días y noches, en lo que llamamos estaciones y mareas; vemos las coincidencias entre lo que sucede en el cosmos y lo que sucede en este pequeño planeta relacionado con el todo.

Como es arriba es abajo, como es adentro es afuera. Somos un portal atravesado por infinitas influencias. Lo que entra a la Tierra podemos interpretarlo, lo que sale de cada uno a partir de las energías que nos llegan… Ahí es donde el libre albedrío comienza a influir y por eso no se puede predecir nada más que influencias. Lo que hacemos con ellas, depende de cada uno.

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