Este no es un artículo de historia. El método que sigue la astrología para interpretar la carta natal de un individuo permite encontrar puntos que la historia no cuenta porque, como las religiones y otras disciplinas, la historia también tiene elementos ocultistas y quien, aun conociéndola no la cuestiona, o cuestiona a quien la cuestiona, entra en el pensamiento dogmático. En el caso de un individuo anónimo uno puede ver aspectos que expliquen algunas conductas y otros que marcan tendencias energéticas con las cuales trabajar para disminuir su influencia.
El siguiente texto es para quien puede aceptar que una otra historia debajo de la historia y que los próceres no son dioses entronizados sino que fueron seres humanos con defectos y debilidades.
Al cumplirse el bicentenario de su muerte, me adentré en su carta astral natal con la intención de ver en ella algún dato que, con la historia ya contada, me pudiera indicar algún tránsito que el destino hubiera marcado para que su legado fuera tan importante para el país. Al ver ese mapa energético en el momento de su nacimiento accedí a algunos puntos extras que me interesaron bastante como para escribir al respecto.
Hay varios aspectos importantes, sobre todo comparando su carta natal con la carta natal de la Argentina, incluso con la carta astral de aquel 27 de febrero a las orillas del Paraná.
Fui a los espacios que no estuvieran indicados por lo ya, por todos, conocido. Entre esos aspectos me encontré con la oposición entre la Luna y Marte que, por la ubicación, indica una agresividad emocional reprimida y claramente vinculada a la madre.
Para la época, la familia de Manuel tenía una presencia materna muy fuerte, lo cual se ve también por la presencia del Sol. Esta última posición refiere al padre, y lo pone en lo más bajo de la carta. La historia cuenta que Doménico Belgrano tenía una buena posición social pero se vio involucrado en un episodio de corrupción en la Aduana que lo llevó a la cárcel mientras su célebre hijo se encontraba en Europa estudiando. Este suceso afirmó aún más la autoridad de la madre, Doña María Josefa González, que era a quién Manuel mantenía al tanto, por carta, del proceso judicial de su padre puesto que como abogado se ocupaba de este tema.
La presencia de Venus y Mercurio en conjunción en Cáncer muestra que Manuel usó todos sus recursos económicos, relaciones públicas e inteligencia al servicio de su familia. Él tomó, en verdad, el rol de “hombre” de la casa, siendo un gran sostén para su madre.
Cuando veo a Saturno en Leo veo a un león enjaulado, cercado por las circunstancias; esto también explica, por la posición en el círculo astral, una relación distante con sus hijos y una paternidad no consumada en su rol porque su experiencia como hijo no alcanzó a madurar. Se hizo cargo muy temprano de su familia paterna y su vida personal pasó a un segundo y hasta tercer plano porque Júpiter es muy fuerte en su área vocacional. Realmente nada era tan importante para Manuel como cumplir con sus elevados ideales a nivel social.
Su ascendente en Piscis marca una personalidad envuelta en ciertos mecanismos de ilusión y romanticismo que no llegan a concretarse en la realidad por el espacio en el que se encuentra Júpiter. Es ese lugar el que muestra a un líder que, por la presencia de otros tránsitos, no es suficientemente reconocido como tal.
Plutón en Capricornio da cuenta de un hombre muy estructurado y firme que, en relación a Urano en Tauro es dónde se encuentra el aspecto revolucionario. Neptuno en Virgo en el opuesto al ascendente señala que su vida amorosa fue intensa y puede que haya tenido más hijos de los que se le conocen.
Respecto a la duda popular sobre su sexualidad, tiene algún fundamento en cuanto a que era un hombre realmente seductor y bello; siendo, además, de acuerdo a la carta natal, muy agradable de tratar. La presencia de Venus en Géminis pudiera dar alguna idea al respecto, pero se ve menguada por otros tránsitos más importantes y desde luego mucho más influyentes energéticamente.
Este buen trato que lo destacaba se producía no sólo por su elevada instrucción (que, de hecho, era mucho más alta que la que se conoce por sus escritos y sus trabajos) y por sus profundos ideales religiosos, sino por un intenso trabajo interno en el que había una gran represión de la violencia de su intempestivo carácter. De haber tenido una figura paterna más fuerte hubiera sido mucho más aguerrido pero la influencia materna modeló su personalidad.
Manuel admiraba a las mujeres pero me animo a decir que no llegó a amar a ninguna más que a su madre y a su vocación; y esto le pesaba, sumiéndolo por momentos en intensos debates emocionales.
Si hay un aspecto destacable en su carta es precisamente esta oposición Marte-Luna y la cuadratura entre Neptuno y Júpiter. Naturalmente fue mucho más emocional que agresivo y fue mucho más fuerte su vocación que sus sentimientos.
De no mediar estos tránsitos astrales, especialmente el de la Luna con Marte, la historia hubiera sido con él mucho más benévola aunque, por la presencia de Júpiter en el lugar más destacado de su carta natal, no había para él otro destino que un legado trascendente.
Con esta carta, si Manuel hubiera nacido en este tiempo, sería un destacado luchador por los derechos de las mujeres y no hubiera tenido que padecer las limitaciones emocionales de su carácter sensual y encantador, aunque muy (bastante) apasionado.
Manuel Belgrano, en el fondo, era un tipo tierno y sensible tanto con los hombres como con las mujeres. Quizás alguno podría haber confundido esto con una sexualidad no definida; yo prefiero entenderlo como un visionario que no discriminaba a las personas por su género y que se vinculaba con ellas a partir de su humanidad y valores.
Un soñador, un idealista, un adelantado para su tiempo; con un intelecto brillante y fuertes convicciones; con sentimientos humanitarios; arraigado a su origen aunque, si hubiera querido, podría haber sido un hombre exitoso y muy rico en Europa pero no quiso dejar sola a su madre, que también era su tierra.
Un poeta que no fue; un romántico incomprendido; un hombre que enamoraba con las palabras; reflexivo y solitario; atormentado por las injusticias y que, por impotencia, ha derramado más lágrimas de las que ninguna historia dará cuenta.