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La Creatividad como motor vital

Muchas veces, nos encontramos en determinado momento de nuestras vidas, en una sensación de vacío, sin norte ni horizonte  claro.  En esos  momentos, te pueden pasar dos cosas: te asalta la angustia sorda de saberte incómodo con tu rutina sin saber el motivo; una sensación de no estar bien en ningún lugar, de que ninguna compañía te satisface, incluso la de tus seres queridos o habituales.

Y lo otro que puede suceder es que curiosamente, te sientas como en el aire, sin sentimiento ni pensamiento alguno, la mirada ciega, la mente en blanco, pero todas tus células sensitivas en estado de ebullición. Si te pasa esto último, es porque estás en la antesala de un proceso creativo, estás empapado en el caldo de cultivo que servirá  para disparar ideas en forma tumultuosa y desordenada. Generalmente, la gente cree que un creativo está permanentemente  maquinando ideas locas e innovadoras en la cabeza. Les aseguro que no es así  : cuando el tipo en cuestión está meta lateralizar situaciones, hablando de cosas comunes y rutinarias desde un ángulo novedoso y hasta hilarante, pues, está malgastando su torrente creativo en estupideces ; es como mandarse tremenda creación textil de falda y corsé, para vestir un chancho. No sé si me explico.  El verdadero proceso creativo se nutre de un  vacío inicial: esto es necesario para que cada idea posterior fluya limpia y sin contaminación, sin deformarse al pasar por el prisma racional, que es lo que arruina toda la bola.

La creatividad, sirve para casi todo en la vida : para buscar trabajo, para enamorar a alguien, para comprender una tabla logarítmica, para organizarse, para asumir liderazgo, para ganar dinero, etc  etc. Sólo hay que aplicarla en la forma que  ayude; es de idiotas asumir la postura arquetípica del despiste y simular ser un colgado, para tener una entrevista laboral, por ejemplo. En ese caso, recomiendo usarla para poner la intuición al taco al servicio de lo que puede llegar a interesarle al otro, y devanar un perfil armónico, de contornos maleables y dinámicos, y ponerle el carácter que trae cada uno en cada detalle.  Y ahí, queridos, tienen todo un proceso creativo hecho y derecho. Sin boludeces, posturas impostadas o falsos conceptos.  Pero lo mejor de la creatividad es, sin dudas, que cualquiera puede desarrollarla; todos la tenemos, pero nadie sabe que es una herramienta, un ordenamiento del cerebro, un estado, una predisposición, una decisión. No llueve del cielo, no es una cajita mágica que trae uno y se abre y sale todo cocinado, listo para el disfrute. Unos nacen con la facilidad de manejarla más fácilmente que otros sin esfuerzo, y a eso se le llama talento; otros tienen  que quemar un poco más de seso para crear, pero todos lo logran. Yo, particularmente, veo procesos creativos en todos lados, y soy particularmente admirador de los procesos creativos en constante movimiento y evolución.  Por otro lado, la satisfacción de haber convertido algo mediocre y cuadrado  inicialmente, en una función creativa, útil e innovadora, es impagable. Para solidez, existen otras cosas, como los principios, por ejemplo.

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