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Sobre la más hija de puta de las mujeres

Antes de comenzar a vomitar palabras debo avisarte, querido lector, que no econtrarás en estos párrafos líneas afables, atiborradas de esfuerzos literarios para intentar embellecer con palabras los textos. Aquí se va a encender una mecha y hablar de “la mujer kilombo”, la más hija de puta de las mujeres. Esta nota será fría, superficial, banal, machista/feminista, con una cuota de misoginia y desagrado importante. Porque ojo… hablo de la mujer pero este concepto es aplicable a ambos sexos sin ninguna duda. También existe “el hombre kilombo”. Si esto repugna la conciencia del leedor o hiere susceptibilidades, le pido amablemente que se retire.

Para poder explicar bien sobre la clase de fémina que les hablo voy a utilizar una analogía relacionada a las clases sociales. Esto es indistinto a la clase social real en la que se encuentre la mujer en cuestión.

A las físicamente feas las vamos a comparar con las clases bajas y pobres, pero de ellas no vamos a hablar en esta ocasión. A las físicamente lindas las vamos a comparar con las demás clases (repito: recuerden que esta es una analogía, o sea que es independiente a la verdadera clase social de la mina, puede ser alta, media, baja, etc. Es indistinto). Entonces está la mina linda, pero que tiene que arreglarse para verse bonita, que se tiene que maquillar para potenciar su belleza, ésta podría compararse con la clase media.

La clase media vive bien, zafa, pero tiene que romperse el lomo para darse ese estatus. Esta clase de belleza en la mujer es a base de esfuerzo, gimnasio, revoque, onda y mucha pila. Está al límite de las feas, es la última de la fila, pero se salvó… es de las lindas, pero le cuesta bocha. Como a la clase media le cuesta mantener ese nivel de vida.

Esta clase de mina son la mayoría, como la clase media, representan el esfuerzo, la pelea, la lucha y cada logro obtenido es bien recibido… aunque siempre aspiran a ser más. Quizás el tiempo, el esfuerzo y un buen cirujano le permitan trepar en la escala social.

Luego viene la clase alta. Este tipo de mina es linda en serio, con o sin maquillaje, naturalmente linda. Es linda de día, de noche, de amanecer, de gira. Se vista como sea, se ponga lo que sea, la mina es linda. Esta buena desde siempre, o sea… no es clase alta hace un par de años, sino que viene de familia bien. La piba de esta clase es linda de pendeja y pasan los años y se pone cada vez más buena. Su vida es estable y tranquila, se da gustos caros pero se preocupa por no ser menos que las demás. No aspira a mucho más porque está contenta con su cuerpo, con su nivel. Son menos, más especiales, cuesta llegar a ellas, pero una vez alcanzadas, como llegar a la clase alta, es fácil y cómodo mantenerse en este nivel. A nadie le costaría acostumbrarse a ser rico. Nadie lo padece.

Pero hay una mina que es terrible… una verdadera hija de puta: la mina kilombo. Vamos a la analogía… ¿que viene después de la plata? ¿qué es más adictivo que el dinero? ¿que te hace más influyente que la guita?: el poder. La clase poderosa.

Cuando superas la clase alta y perdes la magnitud del dinero que tenes, todo es una cuestión de poder. El poder es mucho más influyente que el dinero. La clase poderosa es la clase que está encima de la clase alta y son muy pocos. Como son muy pocas las minas de esta clase.

Esta mujer está dotada de una belleza superlativa, especial, va mucho más allá de lo tradicional y lo diario. Es extraordinaria, no tiene más explicación que esa. Es tan linda que da miedo, que da angustia, que da cosa mirarla, es intimidante la muy hija de puta. Y lo peor de todo… es que ella lo sabe, lo tiene extremadamente claro (sino sería una clase alta, pero humilde). Entonces tiene poder por sobre todo lo que la rodea. Atrae a la gente como un imán. Todo es muchísimo más fácil para ella en la vida. Exámenes, trabajos, trámites, favores… todo. Es irresistible para cualquier mortal. Nadie les puede decir que no. La clase poderosa no tiene que preocuparse por el dinero, o sea… ella no tiene que preocuparse por la belleza, porque es un don natural que lleva encima. El tiempo no pasa para ellas, sino que las mejora. Entonces invierten sus días en volverse cultas las muy conchudas. Para colmo de divinas, son intelectuales, interesantes, despiertas, inteligentes. Han viajado por todo el mundo, tienen calle, noche, día, lugares, paisajes, momentos. Han leído muchísimo, visto cientos de películas y escuchado más música que nadie. Porque como la clase poderosa, no tienen que perder el tiempo en cosas mundanas como las demás clases.

No basta que tengas plata para ser de la clase poderosa, acá juegan otras reglas, la guita es lo de menos. A estas minas no les entrás con lo normal, ser lindo, tener guita y todas esas cosas que para ellas son cotidianas. Por eso te manejan como quieren, pueden vapulear en un instante tus virtudes, tus dones, no tenes con qué sorprenderlas, cómo encararlas, cómo llamarles la atención.

El poder les abre puertas que ninguna otra cosa logra. Entonces resulta que vos le dedicas una canción y la mina es amiga de Mick Jagger, vos le escribís un poema y la mina se wasapea con Jorge Fernández Díaz, vos la invitas a bailar justo cuando David Guetta le pagó el viaje a su último recital en Francia… a ella y a todas las amigas. Cuesta horrores mantenerte a su nivel, remarla para llamarle la atención. Nada la sorprende, nada le resulta un desafío, de todo se aburre, nadie le dice que no, todo le parece fácil, nada le cuesta, todo la cansa… ¡es lógico papá! ¿a quién no le pasaría?

¿Y porqué “mujer kilombo”? Porque igual que el poder, estas malparidas son adictivas. Y mucho más para el hombre común. El poder te arruina la cabeza, te mata, te vuelve loco. Esta mina te explota el bocho, te come el alma, te vuelve un pelotudo, te deja como un trapo, a merced de ella, te lleva de las narices como un gil, te consume, te destruye, te caga la vida. Sabés que jamás va a ser tuya aunque le jures amor eterno, porque ella sabe que tarde o temprano se va a aburrir de vos. Y te lo deja bien claro. No podes quitártela de la cabeza un instante, no trabajas, no dormís, no comés, no tenes vida. No queres hacer más que estar con ella, saber de ella, hablar con ella. Cualquier cosa que haga, diga, aún el más mínimo signo de contacto, te basta para endulzar tu día entero y bajar la ansiedad. Nada se compara con ella. Es adictiva, peligrosa, enfermante, narcótica.

Es un kilombo enamorarte de ella, porque jamás vas darle lo que quiere, jamás vas a poder mantener su atención en el tiempo, jamás va a ser “tuya” y vos para siempre vas a ser de ella. Literalmente. Es irremediable que se canse de vos, que la aburras y que decida eliminarte de su vida.

El poder corrompe, estas minas también, así que mi humilde consejo es que apenas percibas que una de estas ninfas se te está arrimando, huí, escapá, corré, andate urgente, acomodate con una de tu clase. Vas a sufrir… demasiado, como nunca antes en tu vida. Y te va a costar años de terapia olvidarla. O toda una vida quizás.

Escrito por Guiller Motel para la sección:

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