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La primera vez que quise ser infiel

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Cuando me puse de novia sentí que el amor era el sentimiento más noble y desinteresado que pudiese existir, de hecho si todo se hiciera de la forma correcta debería ser así. Es una oportunidad para demostrar que podemos amar a alguien mucho más que a nosotros mismos, difícil ¿no? No es algo fácil dejar el ego de lado y exponer los sentimientos y por lo tanto el corazón a cualquiera que finja querernos un poco. Se trata de algo mucho más profundo. Cuando estás enamorado lo sabés, incluso aunque nunca antes lo hayas estado. Es algo que se siente en las entrañas, que te motiva y moviliza por completo.

Te sucede, son como golpes lindos que siente tu corazón al latir, para que éste nunca olvide quién provoca que suene fuerte con cada beso o cada abrazo. En fin, eso me pasó a mí. Estaba (o estoy, no lo sé) enamorada profundamente del hombre que pensé y deseé estuviera conmigo para siempre. Con ayuda de mi seducción, que se disfrazaba en mi humor, nos fuimos conociendo y les juro que lo amé al instante, con cada beso y cada caricia, cada palabra que me decía. Pero las cosas nunca son fáciles, los años pasaron, crecimos juntos y la evolución se encargó de poner las neuronas en su lugar.

Las cosas empezaron a cambiar, apareció, casi sin querer, una persona que me hizo sentir exactamente lo mismo que viví cuando miré los ojos del que iba a ser mi novio. Fue atracción, unas ganas inexplicables de estar con esa persona de por vida aun sabiendo que había otra persona que esperaba lo mismo de mí, conmigo, Yo esperaba eso también. Confusión, lío mental, desesperación.

Lo conocí pero sin conocerlo. Siempre en una relación (aunque ésta no lo haya sido ni un poco) hay una persona que está dispuesta a dar mucho más de lo que podría recibir, y generalmente esa persona no lo sabe hasta que por fin entiende que perdió la oportunidad para hacer feliz a su ser, siendo una hija de puta con otro. ¡Qué paradójico y cruel es el amor!

Como les dije, lo conocí, pero de hecho jamás lo hice. Me hubiera encantado hacerlo, pero las cosas eran complicadas para ambos. A él parecía gustarle más las minitas que sacian sus necesidades la primer noche y yo necesitaba otra cosa, quería amor. Yo estaba enamorada de este nuevo hombre.

Llego un momento que ambos nos la teníamos que jugar. Él por mi, yo por él. Y yo estaba totalmente decidida… aunque él no me iba a entregar lo que yo estaba buscando. Así que decidió olvidarme. Enamorarme y olvidarme. Mientras tanto, me dí cuenta de que mi relación no funcionaba… no me podía pasar esto con otra persona.

Claramente me quedé sola, nunca estuvo en mis planes lastimar a alguien. Siempre es mejor soltar, no se puede dañar gratuitamente a alguien que alguna vez se amó.

Las mujeres sin autocrítica, los hombres machistas y las frases en los paquetes de galletas pueden decir mil cosas en contra de lo que me pasó, pero fue tan rápido que no me dejó nada. No está bien implorar amor cuando otro solo necesita sexo. Tampoco estuvo bien hacer mierda una relación por quien no lo merece, pero esas cosas la razón no las entiende y permite que se te haga mierda el corazón con otra desilusión.

Si hoy veo su foto ya no me permito sentir lo mismo. Mis cosas siguen iguales, me encuentro sola y exteriormente bien. Pero mejor por ahora, no hablemos de mi corazón.

Escrito por Ana para la sección: