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La verdadera mamá luchona

Cuando escuchamos hablar de las «mamás luchonas», generalmente se nos viene a la mente la mujer con la «bendición» en los brazos, el pucho en la boca y el J7 en una mano. Teléfono comprado con la asignación universal, por supuesto. La que se va de gira con las pibas que están en su misma situación de madre soltera, dejando a su descendencia con la abuelita; gira pagada una vez más con la ayuda del Estado.

Les vengo a contar sobre la verdadera luchona, la que está para sus hijos aún cuando ya no le queda tiempo para dedicarles. Ésta mujer maravilla que se pone al hombro el hogar que su pareja decidió abandonar, o el que alguna vez le prometieron pero nunca se lo cumplieron. Ésta heroína de sus hijos se desvela con sus enfermedades, madruga para que algún aprovechado la negree con trabajo mal pago, solo porque ve su necesidad de trabajar y lo arriesga para ir al juzgado, dónde hace 14 años la tienen de pelota con expedientes, mediaciones, abogados, mesa de entrada y todavía no sale la cuota alimentaria; ni la tenencia, que ya no se llama así; ni el régimen de visitas; ni la prohibición de acercamiento, porque a veces ponen en duda que tu ex te cague a palos, o te preguntan qué habrás hecho para provocarlo.

La verdadera mamá luchona tiene tintes de deidad femenina, pero no por los atributos referidos a la belleza física, sino porque se asemeja a las diosas hindúes, como Kali, portadora de varios brazos que trabajan a la vez, educando, ordenando, trabajando, limpiando, haciendo el rol de mamá, papá, amiga, compañera, financista, figura, heroína y ejemplo en la familia. Lleva el orgullo adentro de no tener que pedirle ayuda a nadie, porque la rema solita, sin más psicólogo que la almohada o una buena amiga.

El día de esta mamá dura mucho más que 24 horas y tiene muchos más roles que una multinacional. Es capitalista, gerenta general, encargada de compras, mantenimiento y stock de materiales, profesora de educación inicial, cheff, encargada de recursos humanos, operaria, jefa de maestranza, jefa de depósito, asistente de contenidos y recepcionista. Su día no se divide en descanso, ocio y trabajo/estudio, sino en trabajo/estudio, trabajo y trabajo. Aunque la retribución que recibe por sus prestaciones, es infinitamente mayor a la paga del mejor empresario del mundo.

Se molesta cuando escucha a los hombres hablar de que una madre soltera solo busca que la mantengan a ella y a sus hijos. ¡No querido! eso no quiere, solo tiene derecho a amar y sentirse amada. Tiene derecho a querer tomarse un tiempo, arreglarse, sentirse linda; hablar de otra cosa que no sean pañales, hospital Notti, tareas con mapas. Aunque no parezca, ella se cansa. Llora muchas veces de noche, porque se siente sola. Se permite flaquear ante el estrés, pero eso no debe durar más de un par de horas, después a secarse las lágrimas, levantar la cabeza y llevarse el mundo por delante por y para sus hijos.

¡Guerreras hermosas! Verdaderas luchadores, ¡¡¡nunca permitan que les derriben la idea de sentirse fuertes!!! ¡¡Lo son!! ¡¡No bajen los brazos!!

Escrito por una luchona orgullosa de serlo


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