Ayer conmemoramos el Día Internacional de la Mujer, para nosotras es una fecha muy importante donde se reflexiona sobre la lucha de nuestro género durante siglos, las penurias que hemos sufrido junto con las infinitas desigualdades.
Siempre, como mujer, apoyé y apoyaré la lucha por reclamos justos como el aborto legal, la igualdad y que dejen de matarnos y violarnos, pero hay cosas con las que nunca voy a estar de acuerdo.
El feminismo se divide en dos grandes grupos: Las que abogamos por las causas justas que realmente nos pesan, y las que desafortunadamente tergiversan la lucha en un campo de batalla contra el hombre y la sociedad.
Cuando era chica, la vida me golpeó con una experiencia bastante dolorosa, una violación que costó años de superación y que todavía tiene secuelas inconmensurables en mi psiquis, intenté asumir durante años lo que me pasó y por qué me pasó, pero en definitiva tuve que aprender a vivir con eso por el resto de mi vida, no por el estigma social, si no por que nunca encontré al responsable.
Pero la vida también me enseñó a no dar lástima y a salir adelante sola con la ayuda de personas que resultaron indispensables, y también me ayudó a dejar de lado a otras que no me sirvieron en ese proceso.
Muchas veces leo y veo que se habla de violaciones y de acosos tan livianamente como si fuera hablar de cine, pero muy pocas mujeres sabemos el verdadero significado de una situación tan dolorosa donde lo único que se hace presente es el silencio, la resiliencia y las ganas de salir a flote, porque la verdadera víctima nunca va a contar su penuria, nunca va a contar que fue violada, acosada, golpeada, y no por miedo, si no por que siente que no todos van a compartir ese dolor inmenso y menos que menos la lucha constante de querer salir del pozo.
Aún así, la vida me enseñó también a no ser rencorosa, porque se que culpar a todos por el mal que me hizo una sola persona no sería justo, tampoco sería justo agarrármela con Dios, simplemente no sería justo culpar a toda una sociedad por un degenerado que quiso cagarme la vida, pero no lo logró… ¿Saben por qué? Porque perdería mi tiempo y mi vida en el rencor y en venganzas que no me ayudarían, que no me harían feliz, porque mi felicidad no sería ir y rayar una pared, no sería ir y matar al macho, no sería abolir las flores y los bombones, ni el color rosa ni las princesas o las cosas lindas y tiernas, porque una lucha va más allá, se trata de no convertirse en el monstruo contra el que combatís constantemente, se trata de agradecer que las personas que están, están todo el tiempo y te dedican gestos lindos, porque significa que en los momentos de oscuridad en tu alma, muchas veces esas flores, chocolates, abrazos, cosas lindas, apologías de princesas luchadoras y demás dan luz y esperanza para entender que el mundo no es tan de mierda.
Mi lucha no es contra Dios, ni el hombre ni los piropos o el color rosa, ni nada de eso, mi lucha es para que todos respetemos el dolor del otro, que todos vayamos en igualdad para que no nos maten y sobre todo para que nos demos cuenta de que el único enemigo es la violencia, y si sembramos mas violencia, la cosechamos en la misma medida.
El verdadero feminismo hace que las que sufrimos podamos ayudar a otras y nos pongamos en vocación de servicio para ser libres y fuertes.
La vida no me hizo feminista radical, porque no apoyo el odio enfermizo y la violencia excesiva, además hubo grandes hombres en mi vida como mis médicos, mi papá, mis tíos que me salvaron, que son mis ejemplos masculinos para imitar.
Escrito por Violeta para la sección: