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La Vietnam peronista

Hay partes de la historia que quedan ocultas en algún rincón oscuro de los libros, que nadie sabe y que todos se encargan de tergiversar, por ende, con la ayuda de mi amigo y colega Curly (Ernesto Morsa), decidí redactar esta nota acerca del Operativo Independencia, también llamada “La Vietnam peronista”, cuyos protagonistas fueron el ERP, el PTR y los Montoneros, comandados por Mario Roberto Santucho y Enrique Gorriarán Merlo, que tuvo espacio en la selva tucumana, donde se reemplazaron los arrozales vietnamitas por los cañaverales de azúcar y el espesor de la arboleda junto con los grandes centros urbanos jugaron un papel fundamental en esta fase histórica previa al Golpe de 1976.

En los años 70 se vivieron tiempos violentos, se venía del Cordobazo, el asesinato de Aramburu, Vandor, Sallustro y la masacre de Ezeiza, el asalto al Regimiento 10 de Caballería Blindada con asiento en Azul, provincia de Buenos Aires, donde fueron fusilados a mansalva el coronel Arturo Gay y su esposa, sumado el secuestro de John Egan, un cónsul de Estados Unidos en Córdoba, que fue torturado y muerto. Al momento de comenzar las acciones en Tucumán, ya había sido secuestrado el coronel Larrabure (que sería torturado y asesinado tras largo cautiverio, un año después), se había atacado el Regimiento 17 de Catamarca y ultimado al comisario Alberto Villar y a su esposa, al estallar con inusitada violencia un aparato explosivo en su lancha de fin de semana, en el Tigre, pero uno de los golpes más crueles y sanguinarios que el ERP dio en Tucumán fue el asesinato del capitán Humberto Viola, oficial del Destacamento de Inteligencia 142 del Regimiento 19, con asiento en aquella provincia, y su pequeña hija María Cristina, de 3 años.

El ERP distribuyó a sus combatientes a lo largo del recorrido, en espera del vehículo de Viola. El militar llegó con su esposa, María Cristina Picón, sentada a su lado y sus dos pequeñas hijas de 5 y 3 años en el asiento posterior, Viola detuvo el auto y permaneció en el interior mientras su esposa embarazada de cinco meses descendía para abrir el garaje. Fue en ese preciso instante que uno de los vehículos en los que se desplazaba la guerrilla, se le puso a la par y desde su interior le dispararon a quemarropa, y le dieron en la pequeña María Cristina, de tres años, que falleció en el acto, Viola cayó en plena calle, alcanzado nuevamente en la espalda, en momentos que de un segundo automóvil descendía otro sujeto para descargar sobre él una nueva ráfaga y pegarle el tiro de gracia.

La confusión fue terrible y la desesperación de la esposa de Viola indescriptible, al ver a su hija menor muerta en el asiento trasero del rodado y a su esposo acribillado en medio del pavimento, mientras que su otra hija María Fernanda, de 5 años, se lanzó tras Viola, pasando frente a otro grupo guerrillero que, desde su automóvil, observaba la escena. La niña recibió heridas de balas cuando algunos de los disparos a quemarropa que le efectuaron a su padre rebotaron sobre el asfalto y quedó tendida sobre la calle, gravemente herida. Finalizado el operativo, los terroristas abandonaron el lugar liberando a dos taxistas que habían secuestrado para sustraerles sus automotores y regresaron al monte, dejando atrás un cuadro estremecedor, todos sus objetivos eran tomados al azar, al punto de asesinar a 9 oficiales del Ejército Argentino en 2 meses, además de civiles.

La idea de los muchachos era emular la gesta cubana, cumplir el papel de Vietcong, hacerle caso al Che Guevara que decía que había que crear “Dos, tres Vietnam”, capitalizar las revueltas y formar células guerrilleras para acabar con el Estado, pero Isabel Perón, al ver que la violencia no daba tregua, decide sacar el decreto número 261/75, también llamado “Decreto de Aniquilamiento” para darle potestad a las Fuerzas Armadas y que la guerrilla dejara de dominar espacios y así iniciar una lucha contra la subversión marxista.

Allí es cuando se caen las máscaras y comienza a surgir la gesta guerrillera en la selva tucumana, donde los grupos clandestinos obtienen armas y explosivos mediante los ataques a destacamentos policiales y unidades militares, además del apoyo logístico de Montoneros, los cuales le suministraban plata, armas y gente, junto con el ataque a la fábrica militar en San Lorenzo, donde muere el coronel Carpani Costa. La guerrilla, con su fanatismo ideológico y estructura sectaria, dominaba espacios e incluso disponía de retenes para exigir peajes o detener a ciudadanos que consideraba enemigos.

Al principio tuvo éxito, pero luego demostraron que son unos inútiles, ya que cuando relevan al general Vilas (El encargado en ese entonces de la Operación) y ponen al general Antonio Domingo Bussi, el ERP comienza a colapsar y a fallar en sus operativos de manera inminente, permitiendo que las Fuerzas Armadas logren debilitar a los grupos de apoyo en las ciudades y zonas aledañas. Fueron meses de persecución, matanzas, métodos vietnamitas de guerra como túneles, trincheras, napalms, etc.

Toda esta seguidilla de acontecimientos, operaciones, rastrillajes y combates dejaron un saldo de caídos, de los cuales 70 hombres eran del Ejército, 400 de la guerrilla y 1200 civiles que murieron durante la presidencia de Perón, pero no se reclama ni recuerda a quienes, por llevar adelante un Vietnam argentino, no dudaron en asesinar niños, mujeres, civiles, uniformados, con tal de conseguir sus objetivos ideológicos.

Así que, si van a contar la historia, cuéntenla bien, con sus luces y sombras, porque solo escuchan la campanilla de los que venden humo con tal de conseguir los votos de la izquierda, dejen de explicar en las escuelas que TODOS los militares fueron malos y muestren también las atrocidades que hicieron los grupos guerrilleros.

La historia argentina tiene dos campanas, escuchen ambas, infórmense, lean, y después decidan con cual se quedan, pero no adoctrinen sin fundamentos diciendo que unos eran buenos y los otros malos, porque ningún extremo le hizo bien al país.

Nos vemos la próxima.

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