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Las chicas que fuman

El ex Intendente de Capital, el finadito Viti Fayad, era un tipo comprometido con cambiar la Ciudad. Es por eso que gentilmente dio la orden de incautar los productos y exilió a los vendedores ambulantes, luego intentó sacar a los artesanos de la Plaza Independencia,  propuso demoler el Teatro Mendoza y, como si esto fuera poco, también quiso prohibir a las prostitutas.

Está bien. Hay que diferenciar los tantos. Una cosa es la compra y venta de determinados productos donde el vendedor no paga ningún tipo de impuestos, otra cosa es vender manufacturas y arte y otra es venderse a si mismo. Sin embargo mi mayor preocupación, y sin dar tantas vueltas, es que nos vamos a quedar sin putas.

Víctor Fayad las fue empujando hacia el este donde, en ese momento, estaba Alejandro Abraham, que como buen justicialista lame culos compra votos, va recibiendo todo lo que al Viti le pareció descartable.

El problema de las chicas que fuman es que la Costanera es zona de travestis. Más allá de que es muy divertido ver a un travesti pegándole a unos borrachos, travestis pegándole a prostitutas, travestis pegándole a otros travestis, travestis tranzando con pibitos borrachos, travestis borrachos pegándole a otras prostitutas, travestis borrachos pegándole a otros travestis borrachos, travestis borrachos tranzando con pibitos borrachos, travestis haciendo diferentes cosas del mismo modo y en el sentido contrario.

Pero claro, el ex Intendente de Capital parecía un verdulero. Dejó la mercadería vieja, fea y podrida atrás pero a las verduras más verdes, firmes y con buena cara las puso adelante, para que las podamos ver, oler y tocar. Es que, por más que se prohíba la prostitución, el centro mendocino está plagado de departamentos donde hay veinteañeras masajistas que “pagan sus estudios” comiéndose una que otra garompa. Pero no señor, con ellas no se metieron. Quizás porque los políticos y clase alta mendocina recurre a esos servicios asiduamente.  Es por eso que creo firmemente que a un mismo oficio, mismas reglas.

Pero el tema principal es que no quiero que nos saquen a las putas. No soy putero. Os juro. Ni tampoco digo “puta” de una manera despectiva. De hecho, sólo he tenido dos experiencias con ellas.

La primera vez tenía 12 años y caminaba por la calle General Paz, a metros de calle Perú, una señora sentada en el escalón de una casa me preguntó, con cara picaresca, si me podía ayudar en algo, fue así que le ofrecí 5 pesos a cambio de una chupada o un par de besos. La rubia se rió a carcajadas con sus amigas y me regaló un paquete de galletas Oreo.

La segunda  vez estaba tan nervioso que la tuve erecta 3 minutos y pasé los otros 12 minutos tocándole una teta, contándole que no conseguía novia porque era inmaduro, desapegado a las personas y porque le tengo terror al compromiso y, de esta manera, boicoteo todas mis relaciones. Gasté 35 pesos por 15 minutos…fue más una psicóloga que una puta. Más allá de que hay muchas psicólogas que son unas grandísimas hijas de puta.

Las prostitutas son necesarias, por algo es la actividad más antigua de la humanidad. Por diferentes motivos son muchos los hombres que contratan sus servicios. Entonces, ¿qué mejor que una profesional del sexo pueda ofrecer sus servicios a clientes agradecidos y fieles?

Es por eso que la prostitución debe ser legislada, deben tener obra social, deben tener aportes jubilatorios, deben entregar facturas, deben ofrecer sus servicios en un ambiente seguro para ellas y para sus clientes, deben ser respetadas, deben tener los exámenes médicos al día, deben ser cuidadas por la policía y no extorsionadas por ellos.

Todos tenemos derecho a un trabajo digno. ¿Quién soy yo para decidir quién quiere lucrar con el sexo y con el amor pago y segmentado en turnos de 15 minutos?

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