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Las gauchitas Cuyanas: cuatro provincias hermanas

En los últimos meses, por razones laborales, me ha tocado viajar por Cuyo. Digamos que Mendoza ya la conocía (menos de lo que creía), pero San Juan y San Luis no habían sido destino frecuente de viajes anteriores. ¿Qué observé? Digamos que somos hijas de la misma madre pero de distinto padre cada una, y la dinámica familiar es compleja. El nombre propio se lo dejo a criterio de cada uno…

La hermana mayor

Estructurada. Tradicionalista y aversa a los cambios. Correcta y “dando el ejemplo”, cuando en realidad se resume simplemente en Miedosa, miedosa a lo que nadie vivió por ella, a lo que no conoce y no sabe qué traerá. Típica hermana mayor. Escandalizada aún de discusiones que ya deberían estar superadas, como la de la homosexualidad, o el concubinato, reticente a cualquier movida cultural que quiera subirse de tono, apabullada por el libertinaje de las nuevas generaciones, procurando prolongar lo más que se pueda la adaptación a lo nuevo. Con miedo a romper el molde, a rebelarse de sus progenitores y no cumplir con lo que esperan de ella. Compensa sus defectos con belleza, y con espíritu trabajador infranqueable.

La hermanita caprichosa

Vaga. Relajada y despreocupada. Total, su papito no está apurado en echarla de la casa, está dispuesta a mantenerla por tiempo indefinido, siempre y cuando siga cumpliendo las reglas del hogar. “Mientras vivas bajo el mi techo, se hace lo que yo digo”. No sabe lo que es el mundo exterior, ella vive en otro país y es el país de las maravillas, y como Alicia, tendrá un largo camino para recorrer cuando quiera destetarse y salir. Cuesta moverla, pedirle que haga un poquito más de lo indispensable, y su mayor miedo en la vida es el día tenga que salir del ala de su papá. Mezcla de complejo de Electra con Síndrome de Estocolmo. Es justamente su mezcla de naivismo con docilidad lo que hace que sea la nena de la familia.

La feita

La genética no estuvo de su lado. De casualidad le tocó algún rasgo hermoso que desentona con los demás y se pierde entre tanto desorden y belleza exótica. Por su condición de poco agraciada, cae en el vicio de conformarse con poco, de aceptar lo que venga. Canaliza su angustia tirando piedras y festejando al sol pero sin vino. Hasta su padre le vende sidra por champagne y la resaca al día siguiente la mata. Las otras hermanas son testigos de los abusos que sufre y en vez de defenderla lo festejan. Como no ha sido su culpa que la naturaleza se haya ensañado con ella, en el fondo, como en cualquier familia, la queremos igual.

La del medio

Esta no es ni la más grande ni la más chica, ni la más fea, ni la más linda, no es ni ton ni son, es la del medio, la olvidada, la ninguneada. No se sabe bien porque esta en la familia, pero está. No la buscaron, no era planeada como la primera ni esperada como la última, pero es una hija más. Pasa desapercibida, no le da bola nadie, convive con gente completamente diferente a sus hermanas, así que se siente ajena a todo en todo lugar. Podría decirse que es la hippie, la rebelde sin causa, la oveja negra. Depende de la opinión de su papá para todo, a quién admira, respeta, venera y loa, como un caudillo o pseudo rey. Como nadie le exige, no estudia una goma, es bastante analfabeta, se la pasa escaviando vino barato y jugando al casino, de joda en joda, de bar en bar.

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