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Porque los hombres no somos histéricos

En el año que nos acontece, se creó por decisión unánime de la Universidad de Massachusetts, junto con el Centro de Desarrollo Social de Indiana y el Instituto Mayor de Ciencias Humanas de Ugarteche el Proyecto “Manfloro”.

El mismo consistía en una serie de investigaciones e indagaciones para responder a una pregunta milenaria, que ha esquivado a la ciencia eternamente:

¿Es es el sexo masculino capaz de elaborar una histeria similar en todos sus individuos de manera auto facilitadora y aprovechativa ante ciertas situaciones que comprometan a una potencial pareja?

O dicho en criollo:

¿Son los hombres unos histéricos hijos de re mil puta cuando quieren?

El proyecto, presupuestado y sostenido por El Mendolotudo S.A, fue un gran éxito. Llegando a una gran conclusión, como la de tu culo y mi cañón.

Empecemos.

Para poder enfatizar bien el campo de nuestra investigación, hay que explicar primero como es la forma de conseguir pareja para ambos sexos.

Las mayoría de las mujeres y los hombres (digo la mayoría para no generalizar, y de paso para darte la oportunidad a vos, que estás leyendo esto, y que te crees tan especial y distinto, de que te podas excluir) tienen una forma particular de engancharse.

Los hombres son básicos, si la mina es medianamente linda, tiene medianamente una personalidad y no es muy frígida, el hombre ya le manda cuarteto.

Es decir, al hombre le gusta la mujer más allá de que sea histérica o no. Eso está de más.

Las mujeres por otro lado, cuando ya están centradas en un vago, le atinan (primero con las “indirectas” que no las capta ni el autista de Lie To Me) y después cuando le van de lleno. Cuando la relación ya da el pie de inicial, el desarrollo y el final de la misma depende pura y exclusivamente del vago.

¿Por qué?

Imagínense que tenemos un vago común. Pongámosle “Diego”. No se imaginen a uno como Maradona, sino a uno que parezca un ser humano.

Ahora imagínense a una mujer. Pongámosle “Maru”. No se imaginen una como Botana, sino a una que no haya repoblado la mitad de Buenos Aires.

¿Lo tienen? Genial. Imagínense que Maru y Diego empiezan una buena relación, tranquila y con un futuro incierto (se pueden dejar de hablar de un día para el otro o casarse y tener una casa grande con varios pendejos y un caniche toy) que da lugar a cualquier posibilidad.

Supongamos dos situaciones.

En la primera, Diego se le sirve en bandeja a Maru, la lleva a todos lados, paga siempre las comidas, esta siempre disponible para lo que sea, cede en las discusiones para evitar bardo, se pone siempre las pilas para culear, le habla todos los días y esta siempre a disposición de ella. Como si el trabajo de convencerla fuera de él.

En la segunda, Diego se hace el boludo más constantemente, aparece de vez en cuando, le habla lo suficiente como para mantenerla enganchada a Maru, le da bola cuando quiere, solo se pone las pilas si Maru se lo exige excesivamente, responde los WhatsApp de vez en cuando, le pinta culear solo a la salida del boliche, le hace una escena de vez en cuando para hacerse el copado, no demuestra demasiada importancia por nada de la relación. Haciendo que Maru tenga que superar un obstáculo para poder estar con él.

Nuestros experimentos fueron claros. Pusimos a dos gemelos idénticos a salir con un grupo seleccionado de mujeres. Uno hacia el papel del Diego “bueno” y el otro del Diego “te doy bola cuando se me canta merluza”.

La mayoría de las mujeres se quedaban enganchadas con el segundo Diego, alegando cosas como que “tiene más personalidad” “es más hombre” “es medio histérico de vez en cuando, pero me quiere” entre otras.

De esta forma se vio que la mujer necesita de un cierto de elemento de histeria en su pareja para sentir interés. Más no así el hombre, que con un poco de alcohol en sangre le entra a todo lo que camina. (Vos no, campeón)

Por ende, la histeria que conocemos como femenina, es un componente innecesario. Una contra que podría evitarse, ya que no aporta nada. En el hombre la histeria no es un complemento, sino una necesidad. Si no la usas de vez en cuando te servís en bandeja y te toman de boludo.

Por ende no se le podría llamar histeria a esa necesidad que tiene el hombre.

Aunque algunos sujetos mostraron exceso de la misma y si los catalogamos de “histéricos incogibles”, no son representativos del grupo y como saben, según el catalogo “101 formas de falsificar giladas científicas”, una minoría no condiciona al grupo general.

Conclusión final:

“El hombre no es histérico, pero se tiene que hacer el langa porque si no, no conquista.”

Les repetimos por si no lo leyeron la primera vez: Esta conclusión solo es válida para la mayoría de la gente (No para vos, piedra sentimentalista, amante de corazón, capo/a que nunca se hizo el rico, sacerdote de la sinceridad, monja de la tranquilidad, futuro “felizmente casado”, enemigo de la histeria, cara de chota)

Así sin más, nos despedimos para continuar con nuestros informes científicos.

Y recuerden, díganle no a la histeria y si al Ítem Aula.

Hasta la próxima.

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