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Manifiesto contra nosotros mismos

Homo homini lupus (El hombre es un lobo para el hombre)

¿Por qué no amanecer con una sonrisa más grande que el sol pegada en nuestras jetas? Una que dure todo el día. Que contagie y se propague como un virus del espacio exterior.

La respuesta es sencilla: porque en algún momento alguien nos va a arruinar el día. Y de eso se desprende que nosotros le arruinaremos la jornada a alguien. La sonrisa mañanera no es imposible, pero no se puede extender en el tiempo.

Hemos nacido para molestarnos los unos a los otros, para molestar al Planeta y al Universo.

Necios. 

Estado de guerra permanente contra el otro.

Toda la vida es una competencia contra los otros, para devorarlos o ser devorados, en la jungla de cemento. Una guerra permanente de todos contra todos, un estado en el que el «el hombre es un lobo para el hombre», esto sugiere un elemento negativo de la conducta humana: el ser humano es malo por naturaleza, pero él mismo se encarga de rechazar esta interpretación.

La violencia por la inseguridad, de la delincuencia contra el hombre común. Te saquean la vida. Y por otro lado está la violencia del hombre común contra sus congéneres.

¿Escuchás Romeo Santos? Sos un negro de mierda ¿Escuchas King Crimpon? Sos un falopero.¿Usás un piercing, el pulover adentro del pantalón? Sos un cabeza ¿Vas a la Arístides Villanueva? Sos un careta ¿Te cuido el auto por 50$? (si no te lo rompo todo). Sos una puta, sos un puto. Sos gordo  -fuentón de achuras. ¿Leés? Sos un nerd. ¿Ves novelas brasileras? Una pelotuda…

Estado de guerra contra nosotros mismos.

Circunstancia bélica contra el mismo sistema que nos sostiene, el de los prejuicios,

de los preconceptos, de las ideas metidas en la cabeza como una trepanación. Estamos subyugados bajo nuestros propios límites, esos que no nos permiten ver mas allá de nuestras narices. Atrapados moralmente en el concepto del castigo eterno de las religiones, o el peso de la ley de los humanos. Entonces no se nos permite vivir bajo nuestro propio albedrío.

Solo somos hipocresías, tráfico de animales, niños con hambre, perros callejeros son sarna, mercurio en los ríos, armas atómicas y de las otras, políticos, y lo aceptamos, lo amparamos, lo necesitamos por el gen destructivo que llevamos dentro. Somos eso.

¿Cómo hacemos para no ser un lobo para el otro?

Con un manifiesto para hacer una revolución sin AK-47 ni bombas Molotov; para una revolución de sonrisas a puro diente.

Propongo que durante cinco minutos al día veamos al Universo. Nos sentemos en una plaza a disfrutar el sol. Escuchemos a la Mona Giménez o a Mussorgsky. Sintámosnos contenidos por el parpadeo de los niños jugando. Que comamos dulce de leche directamente del frasco, con los dedos. Que usemos auriculares en los micros. Que el negro solo sea la ausencia de luz. Que las alarmas de los autos no suenen durante toda la noche. Que los niños no tengan hambre y no existan los zoológicos. Que los ancianos sean venerados.

Qué dejemos y seamos. Qué vivamos y que vivan.

Entonces, declaro que la sonrisa mañanera perdure y contagie, que sea obligatoria y rea.

Que hagamos una rebelión contra nosotros mismos, para mejorar. Imponer de manera fundamentalista el respeto, la comprensión, la tolerancia y la felicidad.

Hagamos, en menos de siete días, un mundo. Un mundo utópicamente naif en donde la alegría nos proteja. Nuestro Génesis como nuevas personas. Un lugar en donde no seamos nosotros mismos sino quienes podríamos ser.

Ahora no quiero levantar la vista del papel (escribo a mano), quiero dejarla  ahí y taparme los oídos para siempre, para no ver las sombras de los lobos y no escuchar los aullidos de los humanos.

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