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El mercado del miedo

Comprar, comprar y comprar eso es lo que hoy por hoy nos ofrecen, no nos ofrecen progreso si no formas de pagos, el imperialismo ha formado parte de nuestras vidas desde siempre pero en este punto ya es preocupante imponiéndonos un estándar de perfección difícil de alcanzar y lo más impactante es que ya nadie puede escapar a esta realidad impuesta.

Los jóvenes tratando de destacar entre las masas se convirtieron en clientes potenciales de la “originalidad” (que también se compra) no importa de qué palo seas.

Los medios de comunicación son los encargados de decirte que está mal en vos y como eso se puede solucionar creándote una necesidad. Salimos en busca de lo que precisamos y nos bombardean con imágenes que nos hacen creer que nos hace falta más y más, después volvemos a nuestras casas, prendemos la tele y nos dicen que nuestros cuerpos están mal, que nuestro pelo está mal, que hasta nuestros huesos están mal. En general somos consumistas frecuentes es una cuestión casi biológica.

Salimos en busca de cosas como el calor de hogar sin percatarnos de que ese sentimiento no tiene nada que ver con que nos convine el juego de comedor con las cortinas, todo tipo de cremas que disminuyen arrugas y nos dicen 40% menos de arrugas en una semana… ¿y cómo medimos ese 40%? No hay forma de medirlo, y a la hora de las compras siempre volvemos a nuestras casas con una que otra tontera que no necesitamos.

Las propagandas son universales, todos las vemos y todos captamos sus mensajes. Nos obligan a crear personajes ficticios, si no tenes esto, no sos esto, si no tenes lo otro, no sos lo otro, como si los objetos demostraran que pienso, que siento y como vivo. Y que pasa con aquellos que no tienen el suficiente poder adquisitivo para obtenerlo… lo roban, no se han dado cuenta de que los apropiadores profesionales de objetos ajenos son siempre menores de 25 años ¿y por qué? Bueno porque el capitalismo colectivo les dijo que si sus zapatillas no son de marca, no son nadie y si su celular no es EL celular, tampoco son nadie, no roban para comer roban para parecer.

Y el miedo señoras y señores, también es un gran comercio. La vida no es vida sin seguros y la casa no es casa sin rejas, cerraduras y alarmas. Te desvelas pensando en lo que tenes que comprar, o te desvelas por el miedo a que te lo roben.

Entonces no paramos más, no nos detenemos más… ¿y hasta cuándo? ¿Cuándo vamos a abrir los ojos? ¿Cuándo nos vamos a desconectar del mundo para conectarnos con la realidad, con lo realmente importante, con aquello que no tiene precio, que no se compra, que no se vende? ¿Cuándo vamos a despertar como sociedad, como mundo aletargado y dormido? ¿Es un sueño o una pesadilla?

La vida pasa por otro lado, por un lado mucho más lejano que lo tangible… quizás darnos cuenta nos cueste gastarla toda.

Escrito por Vanesa Guevara para la sección:

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