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Messi debería chuparnos un huevo

Ayer lunes 02 de julio de 2017 fue un día frío, cielo cerrado e inestable. Me dio paja esperar el bondi, quería llegar a mi casa y ponerme en la estufa. Me subí al primer taxi que pasó.

Apenas abro la puerta se escucha en el estéreo del taxi la voz de un periodista deportivo, hablaba de fútbol.

Después del «buenas tardes» correspondiente para el conductor, ambos hicimos silencio para hacer espacio a la opinión del periodista.

Varios minutos pasaron hasta que decidí dejarlo de escuchar, la culpa era del periodista que una vez más, se metía con los jugadores.

-¡Tiene razón, son unos fracasados, la generación del fracaso – vociferó el taxista.

Iba a hacer la típica de darle la razón o ignorarlo, pero me invadió de sopetón el espíritu de debate.

– ¿Fracaso?

– ¡Si, no ganan una mierda!

– Jaja, bueno eso depende desde dónde midas el fracaso. Estos últimos años hemos metido varias finales, a la final sólo llegan 2 equipos y hemos estado ahí. Según como yo veo  las cosas, estamos varios escalones por encima del «fracaso».

– A ver flaquito ¿cuántos años tenés vos?

– 27

– ¿Quién salió segundo en el mundial del 90?

– Bueno, tampoco soy muy futbolero, no sabría decirte sin Googlear.

– Jaja, viste. ¡De los segundos no se acuerda nadie!

– Yo creo que más bien los argentinos no sabemos valorar los logros, aunque sean pequeños, somos un país pobre que se cree primermundista. Si nos midiéramos con la mentalidad de país pobre, estaríamos mas orgullosos y por lo tanto, más felices. Te pongo un ejemplo, imaginate si Messi fuera boliviano, ¿vos te pensás que alguien se atrevería a decirle que es un muerto?

– Y no, la verdad que no.

– Es porque la tenemos de doce centímetros y nos sentimos pijones, los argentinos somos así, agrandados al pedo.

Me di cuenta que me había  puesto medio profundo en la charla al pedo, el tachero iba en la suya. No le importaba mi forma de ver el fracaso, le importaba pasar al bondi que le venía cagando la vida.

En un momento frenamos en un semáforo y se quedó con la mirada perdida. Seguí la dirección de su mirada y vi una imagen penosa. A mi izquierda, la remodelación en curso de la Terminal de Ómnibus de Mendoza, a la derecha gente viviendo en la calle.

En un momento vi la secuencia en tercera persona, me vi gastando en un taxi sólo por paja, la misma plata que quizás esas personas gastarían en un plato de comida caliente. Y yo preocupado por la selección. Y TODOS amargados por esto. Y me acordé que ya había visto a esas personas ahí, hace como dos semanas ¿pero saben por qué me olvidé de escribir al respecto? por el caluroso debate por el aborto, ahora que lo recuerdo fue de camino a la vigilia que vi a estas personas antes.

Y claro, hay conceptos que son tan fuertes que distraen y nos alejan de una realidad que nos tiene opinando de abstracciones, mientras en el día a día, en lo cotidiano, vemos a gente en condiciones deplorables. Nos importa que Messi se sienta bien cuando al lado nuestro el hambre hace ruido. Nos debería chupar un huevo como se sientan los jugadores con la derrota, deberíamos más bien, preguntarles a estas personas cuanto les falta para que algún político  «reinaugure» su hogar y tengan que dejar de cagarse de frío en la calle. Deberíamos pensar cuánto más les faltará para tener una vida digna y  pero sin embargo estamos enojados por un show que nos montaron desde Moscú. Es una noche fría, quizás mañana argentina mejore su índice de gente en condición de calle. Quizás después de esta fría noche La Terminal de Ómnibus de Mendoza tenga un huésped menos.

Escrito por Ángel Aroca para la sección:

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