Hay zapatos que encajan en el pie como “horma a sus zapatos”, frase ya armada. La realidad es que sin necesidad, tratamos de adaptar a nuestros pies un zapato de moda que sabemos de entrada que no va a ser cómodo, o sólo no es confiable el taco. Pero esta esa lucha interna por querer que se adapten nuestros pies a los mismos generando una negación de realidad al momento de la compra.
Últimamente siento que mi elección por los hombres se compara con un par de zapatos. Suena estúpido pero si lo desgloso le puedo llegar a encontrar sentido.
No me caracterizo por ser una persona con anatomías armoniosas y estéticas con respecto a mis fieles compañeros de vida, los pies. Siempre refute la herencia recibida. La añoranza por los modelos de revista. Sin embargo, me contradigo y salgo a la búsqueda de mi zapato incomodo pero llamativo y deseado por todas las mujeres.
Así es que termino sufriendo accidentes básicos del cotidiano caminar, al no saber equilibrar mis pasos con los mismos, pero ¿quién me quita lo bailado, no? Varias veces trato de que al conocer una persona, analizar si encaja en mí, paso a paso. Últimamente probé un par de «zapatos» que por más que me resistiera y algo interno me dijera «guarda… te podes caer», los seguía usando y dejaba que mi cabeza se olvidara de las consecuencias futuras. Así fue como sin darme cuenta al caminar apoye mal y me doble el pie.
La sensación y la incomodidad son permanentes. Te los sacas, insultas y los guardas. Pasan los días y al revisar el baúl de zapatos recordas los mismos y decís “¿por qué no darles una nueva chance de que si los ajusto y camino bien, un trabajo en equipo por decirlo, se ganan una nueva oportunidad?”. Ahí están nuevamente, los luciste, conocieron veredas y asfaltos nuevos. Tus amigos con opiniones diferentes sobre los mismos que generan dudas y consentimientos paralelos. Pero justo cuando pensaste que estabas manteniendo el equilibrio, solos tus pies se resbalan y por efecto dominó, los zapatos terminan ocasionando algún dolor.
Justificación por no ayudarte a caminar esa noche y otras noches, no, no hay.. te los vendieron como “Los Zapatos” y se lucirán lo mejor posible, pero cuando una horma no encaja en tus pies, no hay chance.
Así que sigo aprendiendo que no debo gastar más plata en zapatos baratos que al final salen caros y convencerme de que si de entrada no está cómodo el pie, a la larga se me va a venir un esguince.
Escrito por Coti para la sección:
Es una muy buena analogía; coincide en varios puntos con la realidad.
Genia¡¡¡ muy buena nota,se identifica con la vida diaria de relaciones ,buenisima
simplemente…excelente!!
Sólo las minas pueden sentirse identificadas con la nota, curiosamente les encanta las cosas complicadas (buen tema para desarrollar eh!) ¿en que cabeza cabe sufrir dolores o incomodidad para agradar a los demás? ? solo a las minas les parece normal eso.
A nosotros nos viene bien cualquier zapatilla gastada de lona q todavia sirve después de tanto uso, mientras sirva para lo que tiene q servir todo bien … y curiosamente con las minas aplicamos el mismo concepto 😀
Sólo las minas pueden sentirse identificadas con esta nota ¿en que cabeza cabe sufrir dolores e incomodidad solo para agradar a los demás? ? solo para las minas es normal
En fin, les encanta lo complicado, la pasan mal pero les encanta, eligen lo q se vé bien en lugar de lo que les hace bien (che es buen tema para una nota jua) pero así son ustedes.
A nosotros en cambio nos viene bien cualquier zapatilla de lona gastada mientras q sirva para lo q tiene que servir, todo bien… y para las minas aplicamos el mismo concepto jaja
¿que onda porq no salen los comentarios?? :/
Mmm, ni me gusto ni lo entendi del todo. Enojada por haber perdido tiempo leyendo esto.. malisisimo.
Me encantó. Genial.
Buena analog{ia Coti!! a ver con que nos sorprendes la proxima!