/Nos cagaron la vendimia

Nos cagaron la vendimia

Hace algunos días estaba con una extraña sensación… “¿soy yo o la vendimia de este año tiene menos expectativas que la apertura de un ciber?” fue la gran pregunta. Y al hacerla, me di cuenta que sorpresivamente el sentimiento es generalizado… Si señores, lamento informarles que lo que le veníamos marcando desde la inauguración de este pasquín se volvió una realidad: nos cagaron la vendimia.

El problema parte de la base, de la estructura, de la columna vertebral de todo este asunto: el vino. En nuestro país no para de bajar el consumo de esta bebida milenaria. Se hacen apuestas fuertes, campañas de comunicación y hasta alternativas que lo incluyen como partícipe (llámese tragos, preparados, etc). Pero cuesta. Y así aparecen los críticos, esos infumables que se quejan de la industria vitivinícola desde un patio cervecero. Esos que se ofuscan cuando la gente no compra una botella pero son los primeros en manguearlas a bodegueros amigos. Esos que ayer denunciaban penal y civilmente a los que le ponían hielo al vino y ahora gritan a los cuatro vientos que el vino con soda es lo «más» solo porque eso parece «cool».

De ahí para arriba todo está podrido, y se han encargado de arruinarlo y cagarnos la vendimia, nuestra fiesta, la que nos hacía “distintos” y especiales en Argentina y el mundo.

Nos cagaron la vendimia los organizadores del evento, haciendo la fiesta cada año exactamente igual al anterior durante décadas, sin animarse a apostar a ningún tipo de innovación, sin fomentar nuevos desarrollos de arte, emprendimientos o modalidades. Sumidos en el conservadurismo atroz que nos inunda, como una coraza inexpugnable, haciendo oído sordos a las tendencias, influencias, movidas y demás detalles del mundo globalizado en el que vivimos.

Nos cagaron la vendimia los métodos de selección de candidatas, limitándolos a un mero concurso de belleza politizado, dándole lugar a la queja de feministas extremas que llegan al punto de hacer sentir ridículo a candidatas, electores y hombres en general. Perdiendo el norte de lo que significa la vendimia y el hecho de ser la representante de un estilo de vida y trabajo de muchas generaciones de mendocinos.

Nos cagaron la vendimia los políticos, cuyas células cancerígenas lograron infectar la fiesta más importante de los mendocinos, pagándose con favores la elección de candidatas a dedo desde los distritos hasta la provincia. Hoy todo el mundo sabe que las elecciones están arregladas, que desde el vamos se sabe quién será la reina de cada departamento y la nacional e incluso que hasta las mismas chicas se tienen que comer garrones tamaño baño por el asunto.

Nos cagaron la vendimia las empresas del turismo, buitres salvajes que cobran precios astronómicos a los visitantes nacionales y extranjeros por darles una vueltita pedorra a dos o tres bodegas, hacerlos probar vinos que no van a comprar y comer uva, sin siquiera fomentar movidas para los mendocinos que de pedo conocen una vid. Y son los que realmente deberían tener acceso a lo que nos hace como provincia.

Nos cagaron la vida los sanjuaninos, que hasta en Chile publicitan su fiesta, le meten fruta a morir y desde la sombras vienen avanzando a pasos agigantados.

Nos cagaron la vendimia los progres, que por defender unos perritos o la interrupción de la paz nocturna de un anciano tres veces al año, prohibieron el uso de pirotecnia, evento que era el más esperado por muchos mendocinos re contra podridos de ver siempre el mismo show cansador.

Nos cagó la vendimia la rutina, como una relación marital de tantos años que jamás cambió de posición para hacer el amor. Siempre lo mismo, las mismas canciones, los mismos carros, el mismo recorrido, la misma dinámica, las mismas preguntas, la misma agenda, los mismos eventos… re contra mil recalcitrante.

Nos cagó la vendimia la elección de los conductores, los mismos de siempre, con los chistes de siempre y las voces de siempre, abriendo la puerta a dos o tres jóvenes, que también terminan siendo los mismos de siempre. Elegidos sin medir tendencias, gustos, movidas o personajes realmente mediaticos o impactantes.

La fiesta no ha evolucionado y como todo lo que no evoluciona, caduca. Hoy está oxidada, vieja, c cansada, tiene olor a pichí de abuela y está a merced del desconocimiento de todos los jovenes mendocinos. Hoy es una fiesta de “los mismos de siempre” para los “mismos de siempre”, llena de trampas, desilusiones, injusticias, hipocresía y sobre todo aburrimiento total.

ETIQUETAS: