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Pequeña experiencia en la Bendición de los Frutos

La noche de anoche me encontró en cambios sobre la marcha. Tranquilamente me encontraba dispuesto a concurrir a la Megadegustación que se estaba gestando en la calle Sarmiento hasta que la bruja al grito de “Gooooooodoooooooo!!!!” me intimó a que la acompañara a la bendición de los frutos. Ya no había mucho que hacer, además ganas de embroncarme no tenía así que accedí.

“Auspician esta celebración…”

De por si que la llegada fue algo catastrófica. No tuve mejor idea que estacionar mi glorioso Duna en la lateral al acceso Oeste, justo detrás de la línea de los baños químicos que ya desde tempranito despedían un aroma característico.

Malabares, empujones y “demases” hasta encontrar una ubicación acorde a lo que mi hermosa mujer me demandaba. Incluso comencé a cojear y tirar un poco de baba por la boca, lo que hizo que accediera a dos lugares privilegiados.

Niños que chocan, cachetazos que vuelan, gritos gratis. Así se venia el comienzo. Todo muy lindo, las luces, la puesta en escena. Hasta que por fin comienza la celebración “cuasi” religiosa. Y ahora paso a explicar el porqué de este término.

Cuando trataba de escuchar las palabras del obispo, entre ñoras entradas en edad que chusmeteaban estupideces, alguna que otra mujer haciéndole acordar a su pobre marido que al otro día empezaban las clases y que no se fueran tarde; aparece una chica vestida casi de uniforme. Se trataba de una promotora (¿). Ese signo de pregunta apareció en mi cabeza, porque… ¿no estábamos en medio de una celebración? “Tome un folleto de promoción del vino como bebida nacional y después lo invitamos a pasar por nuestro stand de frutas”. Lo primero que se me vino a la mente fue el capítulo de los Simpson en el que “sponsoreaban” toda la iglesia.

Flojo de parte de la organización

¿Y donde está la reina?

La noche transcurría y la celebración también. La gente un poco más calmada ya había logrado una concentración un poco mayor sobre lo que ocurría en el escenario.

Todo venía bien, hasta que… ¡¡¡PLAFFFFF!!!

Una de las reinas…¡patapúfete!. Lo raro que no salió en ningún medio, y lamentablemente no llegamos a ver quién fue, pero todas las fichas están puestas a la soberana de San San San Martín.

Pudimos ver como luego del desmayo la trasladaron hasta detrás es escenario y después no se que más pasó. Lo bueno que después amortizaron una de las gigantografías del diario Los Andes.

Entre pitos y flautas la celebración llegaba a su fin y veía cómo periodistas y medios empezaban a amontonarse adelante para tener las exclusivas de nuestro señor gobernador y otros personajes de la noche.

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Agradezco a S.O. por ser una fuente de inspiración.

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