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Ser corto

Ser corto es… ¿Cómo decirlo?… debido a causas genéticas o por elección propia. Afirmación totalmente discutible, como lo es la homosexualidad para algunos o la inteligencia para otros.

Ser genéticamente corto no nos tiene por qué traer muchos inconvenientes, es como ser diabético o tener cáncer, es lo que hay, lo que nos tocó, y a vivir con eso.

Ya si uno es corto por elección, ese ya es otro tema, aunque tampoco es algo criticable, cada uno tiene la libertad de ser como uno quiera, y actualmente eso no tendría por qué discutirse.

Además, ser corto por elección, al contrario de lo que la mayoría piensa, es bastante difícil, más hoy en día con el increíblemente fácil acceso al conocimiento, a la información, a los puntos de vista, significa un gran esfuerzo pasar de eso. Es como estar en una librería grande y no dejarse atraer por ningún libro, esforzándose uno en que el mobiliario nos llame la atención más que lo que éste contiene en sí (recién ahora alcanzo a ver alguna extraña explicación del por qué mientras más feo es el mobiliario de una librería, mejor es). O entre muchos programas de televisión encontrar el menos interesante, el menos productivo. O, por qué no, entre un amplio espectro de personas y conversaciones, elegir lo más banal y estúpido.

Algo digno de admirar y reconocer es el corto que se reconoce como tal, viviendo en su “cortitud” sin molestar a nadie. Pero lo que sí es detestable y digno de otra cosa llámesele “otra cosa” a cualquier castigo árabe como la hoguera o el degüello por no nombrar otros que puedan herir la sensibilidad de cualquier lector “largo” de esta nota, son los cortos que no se reconocen como tal, estableciendo, paradójicamente, la escala más alta del índice de cortitud. Esto es un poco inexplicable, ya que a simple vista no se nota que son cortos, o si se sospecha de que lo son, uno llega a pensar de que son los menos cortos de todos los cortos, por lo que no tendría que ser una tarea de mucho esmero el darse cuenta y reflexionar sobre su condición, muy al contrario de lo que pasa en la realidad, estableciendo otra paradoja, pero esta vez superando cualquier otra que se nos venga a la cabeza: si son los que se destacan del resto de su grupo… ¿Cómo puede ser que no se den cuenta?

Para cerrar la nota, les dejo un aforismo que me dijo mi ídolo Fernando Hidalgo una vez que pasé por la puerta del canal 9 y le grité “Gordo, ¡tirate un aforismo!”, y él, diciéndome a lo lejos, mientras mi persona ya se perdía por calle Garibaldi camino al este y más allá: “El mas corto de los largos siempre es mejor que el más largo de los cortos”. Para pensar este fin de semana. El lunes me cuentan

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