/Un cuento para un lunes: A través de mis sueños

Un cuento para un lunes: A través de mis sueños

Todo pasó tan rápido desde que mi hermano Thomas murió. Mi madre no dejaba de culparme a mí, él era mi hermano mayor, pero era el favorito de la familia, algo así como el consentido de la familia, si él hacía algo mal, yo tenía la culpa de todo.

Mi madre nunca me quiso, nunca supe por qué, pero algo tenía muy en claro… ella me odiaba. Mi padre me dijo que antes de mí, ella había perdido un embarazo de una niña, después de que esa pequeña muriera en los brazos de mi madre, a dos minutos de haber nacido, decidieron que su próxima hija llevaría su mismo nombre, es por ello que me llamo Elizabeth Bronx , ¿Por qué me odia a mí ?… simple, soy el calco de la pequeña de Liz, como le decían, por esa razón me odia tanto.

Mi hermano Thomas falleció un día lluvioso, él y yo jugábamos en unas montañas cerca de casa, él resbalo y yo alcancé a tomar su mano, pero el peso de su cuerpo, más la lluvia, hizo que él cayera. Todavía lo recuerdo como si hubiese sido ayer en cada sueño.

– Thom no te sueltes, por favor resiste – sollozaba tomando la mano de mi hermano intentando que no cayera.

– No puedo Liz, está mojado y me resbalo – Gritaba tratando de sostener mi mano.

– No Thom por favor, no lo hagas – respondía con la voz cortada apunto de llorar sin soltarlo.

– Te amo Liz, nunca lo olvides – me miró y se soltó cayendo al vacío.

– ¡¡¡Thom noooo!!! – gritaba con lágrimas en mis ojos, mientras él caía al río

Me quedaba llorando bajo la lluvia, esperando una señal o algo de que me dijera que todo fue una broma de Thom y que estaba vivo.

Entonces aparecía…

– ¿Por qué lloras? – preguntaba mirándome.

-¿Thom, eres tú ?- respondía algo confundida levantándome del suelo y mirándolo.

– Sí, soy yo, y ¿ por qué lloras ? – preguntaba nuevamente secándome las lágrimas.

– Estás frío – decía mirándolo

– Tienes que volver a casa, aquí es peligroso… Solo corre y vete, todo estará bien – me decía acariciando mi mejilla y sentía que su mano estaba demasiado fría.

Salía corriendo de ahí y llegaba a mi casa.

– ¿Dónde está Thomas?- preguntaba mi madre al ver que no venía con él.

– Perdón yo… – no sabía que decirle, tenía miedo y no sabía si él estaba muerto o no lo estaba, solo sabía que me pidió que regrese – Lo vi caer de la montaña… pero segundos después me dijo que regresara a casa – dije nerviosa mirando a mi madre.

– Murió por tu culpa – me gritaba furiosa – lo mataste Elizabeth – me decía cada vez más enojada.

– Lo siento mamá, quería ayudarlo pero… – dije y ella me interrumpió

– Con un lo siento no devolverás a tu hermano, y querías ayudarlo… pero no lo hiciste, siempre lo odiaste, por eso lo mataste – me decía gritando.

– Yo no lo odiaba – le grité de la misma manera – lo amaba, no fue mi culpa que Thom muriera – le dije enojada.

– Tranquila, cálmate – dijo mi padre, que con sus cálidas manos secaba mis lágrimas.

– No fue mi culpa papá – le dije llorando mientras lo miraba.

 

– Lo sé, solo despierta, abre los ojos y despierta, todo estará bien – continuó acariciando mi mejilla en forma paternal.

– ¿De qué hablas? – dije algo confundida.

– Solo despierta Liz, todo habrá sido un mal sueño princesa – Besó mi frente y se fue… fin del sueño

Asustada abrí mis ojos, haciendo caso a lo que mi padre me había dicho en ese supuesto sueño, a lo lejos podía sentir el ruido de la lluvia y la luz de la luna alumbraba mi habitación. Me levanté de la cama “fue un mal sueño nada más, solo eso”, me dije a mi misma. Solté un suspiro e inmediatamente abrí la puerta para salir de mi habitación y fui a la habitación de mi hermano, que estaba al lado de la mía, lo moví un poco y él despertó.

– ¿Que pasa Liz? – dijo dulcemente, mirándome confundido.

– Tuve una pesadilla, ¿puedo dormir contigo? – dije con voz de niña.

– Claro entra – dijo mientras habría las sabanas y me dejaba un lugar a su lado.

– Thom – dije mirando aún punto fijo.

– Si preciosa dime – mientras acariciaba mi pelo.

– Yo te amo hermanito, no te odio – dije mirándolo fijamente a los ojos y me sonrió.

– Yo también te amo princesa… ahora duerme – me dijo por última vez y ambos quedamos dormidos.

A veces los sueños, nos muestran cómo sería nuestra vida sin esa persona, por eso debemos pasar cada momento de  nuestra vida con ellas, porque el día que ya no estén, será demasiado tarde para decirle un “te amo” o un “te quiero”.

Escrito por Belén Cortés para la sección:

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