/¿Y a mi qué me importa la ciencia?

¿Y a mi qué me importa la ciencia?


 
Todo el mundo sabe que la Tierra es plana, está sostenida por cuatro elefantes que a su vez se apoyan en una tortuga gigante y que no es posible ir demasiado lejos a riesgo de caer a un abismo lleno de monstruos. Las enfermedades las provocan los malos espíritus, a los que hay que ahuyentar con cánticos rituales y el futuro está escrito en la borra del café. Yo no sé para que necesitamos a los científicos… 

¿Por qué deberíamos preocuparnos por la ciencia? Al fin y al cabo es algo oscuro y misterioso, manejado por señores de guardapolvo blanco que trabajan en secreto en los sótanos de sus casas. La mayoría de ellos solo quieren hacerse ricos y poderosos con sus descubrimientos, porque no tienen ética ni moral y no les importan las consecuencias de sus investigaciones. Si esta es tu imagen de la ciencia, seguramente es porque viste demasiadas películas clase B filmadas en la década del ´50…

Para entender algo, cualquier cosa, primero necesitamos conocerlo. Esto pasa incluso con las personas, aunque para mucha gente sea más fácil etiquetar y generalizar que tomarse el trabajo de saber como es el vecino. Empecemos entonces a tratar de hacernos una idea de lo que realmente es la ciencia.

El objetivo del trabajo científico es, ni más ni menos, comprender y explicar el mundo que nos rodea. Tarea hercúlea (dejen de pensar esas bromas cochinas…) si las hay. Diferentes ramas de la ciencia encararán diferentes preguntas, pero la meta siempre será responderlas. Podemos intentar entender nuestros orígenes (como especie o como Universo) y también intentar predecir nuestro futuro, no con el Tarot ni con una bola de cristal, sino sobre la base de lo que vamos aprendiendo.

En este camino hacia el conocimiento no se va a ciegas. No se prueban cosas al azar. Incluso los descubrimientos que parecen casuales requieren de un científico que en algún momento vió más allá donde los demás no veían. Parte del camino consiste en aplicar lo que se conoce como método científico. El método debe ser:

  • Consistente: debe tener duración en el tiempo, ser estable (el método, no las teorías, como veremos más adelante)
  • Confiable: tengo que saber bajo que condiciones puedo aplicarlo para obtener resultados y hasta donde son válidos.
  • No arbitrario: debe haber un acuerdo sobre él, respetado por todos los que lo utilizan.

En general se trata de evitar que las creencias personales y culturales del científico influyan en los resultados.

Como explicar el método científico en 4 renglones

  • Existe un hecho cualquiera que quiero entender y explicar
  • Formulo una explicación posible (teoría)
  • Hago un experimento u observación para ver si la teoría se cumple
  • Si no se cumple, trato de modificar la teoría para adaptarla al resultado o la descarto si no es posible hacerlo.

Estos pasos se cumplen siempre, con mayor o menor complejidad. Pero en esencia el método consiste en eso. Vamos a utilizar como ejemplo a una pseudociencia (ver más adelante en esta misma nota): la Astrología y veamos por que a pesar de que los astrólogos se hacen llamar científicos no lo son, simplemente porque no aplican el método (y no porque los científicos los menospreciemos).

  • Quiero demostrar que el destino de una persona está escrito y que puedo conocerlo de antemano, aunque sea a grandes rasgos.
  • Según la Astrología, lo que le sucede a una persona en diferentes momentos de su vida e incluso las características de su personalidad dependen de «la posición aparente del sol con respecto a unas constelaciones definidas arbitrariamente en el momento en el que nació» (gracias Sheldon Cooper por la definición). Esta sería la teoría que explica La manera de comprobar la teoría sería, por ejemplo, comparar la personalidad y la vida en general de un número suficientemente grande de personas nacidas bajo el mismo signo del zodíaco, con el mismo ascendente y todo lo que la Astrología considere que influye en su destino. La gran mayoría de los astrólogos ni siquiera sabría como empezar un estudio así, ni tiene el conocimiento de estadística y tratamiento de datos necesario. Simplemente prefieren creer que sus resultados son válidos. Sin embargo, se han hecho pruebas serias para comprobar/refutar la astrología por parte de científicos, utilizando biografías de gente famosa o datos similares que son de dominio público y comparándolos con las predicciones de sus cartas natales. Nunca se encontró una correlación entre ellos. El estudio más famoso fue publicado en la revista Nature por Shawn Carlson en 1985 («A double blind test of astrology») y desde entonces atacado en diferentes publicaciones astrológicas con más o menos éxito.
  • El hecho de que los resultados no se ajusten a las predicciones teóricas inmediatamente debería llevar a una modificación de la teoría, para descartarla o al menos mejorarla. También la aparición de nuevos datos debería ser motivo de cambios. Por ejemplo, el hecho comentado en una nota anterior sobre la aparición de la constelación de Ofiuco en el camino aparente del Sol. En ningún momento los astrólogos propusieron incorporarlo como signo número 13 o explicar por qué no correspondería hacerlo. A pesar de lo que muchos piensan, el hecho de que Plutón ya no sea llamado planeta no afecta a la Astrología. El cambio es simplemente una cuestión de nombre. Plutón en sí (y por lo tanto su supuesta influencia sobre nuestras vidas) no cambió en lo más mínimo.

La conclusión es que, salvo excepciones, hay un buen motivo para que ciertas disciplinas se llamen pseudociencias (pseudo = falso), simplemente porque intentan explicar hechos desde un punto de vista científico, pero no siguen el método. Sus resultados no son reproducibles por otros y los argumentos no se basan en pruebas tangibles, sino en testimonios, evidencia poco clara o conocimientos que no pueden ser probados. En general los errores en las hipótesis no sirven para mejorar las explicaciones, se ocultan o se explican como casos particulares. Se utiliza la fe de las personas, más que la evidencia acerca de lo que se afirma y no hay posibilidad de estudiar los fenómenos descriptos en condiciones controladas.

¿Necesitamos a la ciencia?
¿Necesitamos a la ciencia? – Ilustración de Mariela Ballesta

Podríamos preguntarnos por qué una teoría es mejor que otra para explicar algo. La verdad es que cualquier teoría puede ser usada para explicar un fenómeno natural, siempre que pueda ser comprobada experimentalmente. Las teorías son “predictivas”, es decir que adelantan la existencia de fenómenos aún no observados. En este caso deberíamos buscar también la forma de comprobar estas predicciones. Se puede refutar una teoría si se encuentra un solo caso donde no funciona. Esto suena un poco extremista y lo que sucede en general es que no es necesario descartar completamente la teoría sino completarla para que explique los hechos observados.

Llegados a este punto quizás algunos de ustedes tengan la impresión de que los científicos somos tan arrogantes que pensamos que el método y la ciencia misma son perfectos e infalibles…nada más alejado de la realidad. La ciencia no es perfecta. Aún cuando apliquemos el método correctamente, existen errores (por ejemplo los de nuestro instrumental de medición, los estadísticos que son mayores cuanto menos cantidad de datos analizamos). También estamos limitados por nuestro conocimiento y nuestra tecnología. Justamente en esto radica la importancia de ser flexibles y entender que el conocimiento nuevo, la posibilidad tecnológica de experimentar y observar cosas que hace 100 años no podíamos, nos lleva a mejorar nuestro entendimiento del mundo.

También debemos decir que los científicos (al menos la gran mayoría) son seres humanos. Por lo tanto también cometen errores (algunas veces sin querer y otras no tanto…). Suponer que la hipótesis es verdadera sin probarla, no tratar todos los datos experimentales de la misma forma o calcular mal los errores son algunos de ellos. En general, si se comunican los pasos y resultados claramente a otros científicos, estos errores de aplicación pueden descubrirse con facilidad. Por eso es tan importante la publicación de los trabajos en revistas especializadas.

Justamente porque todas las pasiones humanas también están presentes en este campo es que muchas veces se tilda a los científicos de poco éticos o de hacer cosas en contra de la moral. Inventar un arma para matar a millones de personas es algo que ningún hombre de ciencia debería hacer jamás. Estas y otras cosas condenables son parte de nuestro mundo. Pero cuidado con culpar a la ciencia por esto. Se trata solamente de una herramienta, ni buena ni mala en sí misma, que puede ser utilizada para construir o para destruir. La forma de usarla depende pura y exclusivamente de quienes lo hacen. Sin la ciencia no habría bombas atómicas, ni armas químicas, ni productos que aumentan las probabilidades de morir de cáncer. Pero tampoco habría medicamentos, ni métodos para producir más alimentos que hace 200 años, ni vacunas y todos viviríamos igual que en la Edad de Piedra. Incluso las investigaciones que parecen «no servir para nada» son importantes. A partir de la ciencia básica, la que no tiene aplicaciones prácticas inmediatas, se desarrollan nuevas tecnologías o posibles usos futuros de lo que se investiga. El mismo hecho de adquirir nuevos conocimientos hace que se pueda seguir adelante hacia la ciencia aplicada y la tecnología, que es lo que hace que el mundo sea como lo vemos hoy y no como hace 1000 años. Los invito a que imaginen un día completo de sus vidas sin utilizar absolutamente nada que no sea resultado de una investigación científica.

Finalmente quiero comentar sobre la importancia de la divulgación de la ciencia. Cualquier conocimiento científico debe poder explicarse de forma que alguien sin educación científica lo entienda. Esto también es un reto para el mismo investigador, que debe comprender a fondo lo que está haciendo y ser capaz de expresarlo en palabras simples. No todos pueden hacerlo, por lo que es necesaria la tarea de los periodistas científicos serios. No esos que solo traducen notas que aparecen en internet, sino los que se toman el trabajo de entender lo que están comunicando. Hay muy pocos de estos, lamentablemente…

Divulgación
«No entiendes realmente algo a menos que seas capaz de explicarselo a tu abuela» – A. Einstein — Ilustración de Mariela Ballesta

La mala información y las notas escritas para vender más diarios o revistas llevan a la creación de mitos que luego son muy difíciles de borrar de la memoria colectiva. Hoy en día se escriben muchas notas en un tono que hace que se se crea en la ciencia como una nueva religión. Lo repito: la ciencia nunca es una cuestión de fe. Siempre debe quedar clara la seriedad a no de un estudio científico. Y si no es serio, ni siquiera vale la pena comentarlo, aunque el título nos haga vender más.