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50 Sobras de Grey

Hace unos días desembarcó a nivel mundial la segunda parte del tanque norteamericano “50 Sombras de Grey”, ahora serían las “más oscuras”, el bestseller devenido en éxito de taquilla, que tiene múltiples aspectos a analizar, aunque no lo crean.

Su creadora Erika Leonard Mitchell (E.L. James), es una señora de Inglaterra, que fanatizada con “Crepúsculo”, la saga de los vampiros, se basó, inspiró, tomó personajes, escenas y escenarios para crear su propia obra, una fanfiction en un blog que terminaría llamándose “50 sombras”, y todo mayormente desde su BlackBerry.

¿Qué hace tan famosa a esta obra? Si uno se pone a pensar existen innumerables libros y películas eróticas que han tenido éxito pero no a este nivel. Probablemente la diferencia es la redacción de este último: ágil, sencillo, haciéndolo de fácil lectura y un tanto choto. Pero vamos a darle la ventaja de que eso acercó a la lectura a mucha gente que usualmente no leería. Puede ser que la clave está en que para muchas personas estos libros permitieron acercarse a su erotismo, sin creer que miraban algo vulgar como porno.

Tal vez la mejor descripción la haya dado Stephen King, escritor que en carne propia padeció que por ser popular no creyeran en la calidad de su trabajo, teniendo que admitir que no siempre es así y en una entrevista alegó que “A veces es verdad que lo que vende mucho es muy malo, por ejemplo 50 sombras de Grey es basura, porno para mamás”.

Para los cinéfilos las películas pasan sin pena ni gloria, se repiten entre las críticas incansablemente: química nula entre los protagonistas, villanos predecibles, la estética no es particular, y una historia que si se le saca lo supuestamente erótico es un cliché atrás de otro digno de una novela de la tarde, desperdiciando lo realmente trasgresora que podría haber sido. Parece una colaboración no solicitada entre Cinecanal y Playboy, o una de las eróticas que pasaba The Film Zone o Space pero con más presupuesto.

Volviendo a los libros, los tres son en primera persona, la que nos habla es la protagonista Anastasia Steel, a la cual me referiré más tarde. Oscilando en descripciones de lo que sucede y sus emociones, exterior e interior desde la perspectiva de una mujer (cómo Crepúsculo), para ello la autora usa un recurso literario novedosísimo que es fluctuar entre el bien y el mal, su diosa interior y su conciencia: que apoya a la chica en las aventuras sexuales y la otra que le indica que se está mandando una cagada respectivamente.

La protagonista Anastasia Steel es una chica recién recibida, sin un peso partido al medio, un poco atolondrada por no decir mamerta y sin experiencia sexual, que como corresponde socialmente a toda mujer busca amor. Conoce al Señor Christian Grey, un tipo tan lindo que raja la tierra,  millonario pero que tiene un par de pequeñísimos problemas, algunos dicen que tiene rasgos de un sociópata, pero son nada más que “sombras” que quiere sacar chirlos, perdón quiere solucionarlo por medio del sexo y la posesión, enfermiza de otra persona, obviamente es el turno de nuestra protagonista.

Como decía anteriormente el libro es desde la perspectiva de ella, refleja incansablemente lo que siente y como paulatinamente comienza a disfrutar del sadomasoquismo. Los vaivenes de la relación demuestran inseguridad de parte de ella por no poder complacerlo, el intentando no perderla, porque necesita amarla ¿o poseerla?, casi pareciera que él le trasmite su inseguridad, muy sano todo.

Eso es lo preocupante de esta historia, justamente su desarrollo. Realmente lo de menos es lo que hagan en la cama, si hay un acuerdo entre los dos adultos y no hay daño físico suena hasta interesante, es más la primera entrega de la saga se encarga de detallar los “límites infranqueables” hasta el cansancio. No es ninguna novedad el sadomasoquismo, tampoco los juegos de roles como ser sumisa, el tema es cuando sobrepasa las cuatro paredes de la habitación, y este es el caso.

Creer que ella tiene el control de la relación porque el tipo la sigue, porque aparenta estar enamorado locamente es un poco tergiversado, por no decir peligroso. Página a página me cansé de leer como ella cedía a los pedidos de él en diversas cosas, desde la comida, la ropa, a donde iban, seguirla si iba sola, cuestionar sus trabajos, amigos, y mucho más para que él no se enoje, para hacerlo sentir mejor, curarlo. Lo peor es que ella no lo hace inconscientemente, en su interior justamente se plantea todo el tiempo si está bien, elige conscientemente someterse a los deseos de Grey por amor, menos en los regalos que no se resistió tanto, otro punto menos para las chicas.

¿Amor? ¿Qué persona que realmente te ama te hace esas cosas? Ahora seguro, estarán pensando que es una historia, que nadie lo va a hacer, es como ver al “Silencio de los inocentes” y querer comerse a una persona. Pero no, hay una gran diferencia, que una se vende como atractivo, deseable, y la otra no. A nadie después de ver a Hannibal Lecter de dan ganas de comerse un bife de brazo, pero a todas les gustó la idea de que Grey las atey nalguee. La película quiere que te identifiques con la situación, a diferencia de la otra que busca rechazo.

En una época de liberación sexual de la mujer como nunca antes, reconozco el atractivo de Jaime Dornan en una habitación lujosa haciéndote cochinadas es por lo menos fantástica. Pero envuelta en una historia, una relación de pareja más allá de lo sexual, que quieren hacer pasar por romántica, un poco anticuada y bastante contradictoria con lo que vivimos hoy, donde una chica cambia a un enfermito con el poder mágico de su amor, convirtiéndolo en el marido y padre ideal, es por lo menos para ponernos a pensar cuantas intentan hacer esa estupidez en la vida real, es más me pregunto si las opiniones serían las mismas si un caso similar llegara a las noticias.

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