Todo empezó con una publicidad de redes en donde una “experta” promocionaba la manera de tener a un hombre como un “títere”.
Entré a ver de qué se trataba porque el título me pareció terrible. Lo que decía adentro no lo voy a reproducir porque es peligroso. Y lo es por dos motivos. El primero es que la técnica puede funcionar y el segundo es que daña sobremanera no sólo a la persona elegida sino también a quién ejecuta. Explico.
EL VAMPIRO
Hay muchas maneras en las que se puede ejercer poder sobre otra persona contra su voluntad, claro, porque nadie accedería a semejante cosa. No me voy a meter con otras técnicas que muchas personas conocen y que consisten en prácticas antiguas de trabajos con fluidos corporales, velas y animales porque eso es todavía más complejo.
Sin embargo, hay una técnica de control mental que va directamente al campo electromagnético de la otra persona. Para que esto funcione hacen falta tres cosas: una víctima distraída, un vampiro adiestrado y una técnica.
El vampiro adiestrado trabaja con sus emociones para dirigirlas en varios sentidos. Primero se autoconvence de un objetivo y después utiliza técnicas de meditación específicas para entrar al campo electromagnético del objeto (hecho, persona, causas o consecuencias). ¿Creés que la meditación implica estar en un ambiente tranquilo, solo y en silencio…? No necesariamente. El que sabe meditar lo hace en cualquier lugar y circunstancia porque domina su mente. Sólo inspira, cierra sus ojos, visualiza la imagen y cuando abre los ojos fija la vista en el objeto y exhala. Le lleva más o menos treinta segundos (y creo que exagero). ¿No funciona? Por puro gusto hacé la prueba con el cajero de un supermercado para que se apure y no se ponga a charlar con las personas, o con un mozo que parece que tiene a cargo varias mesas, o con un compañero de trabajo que no querés que se te acerque, o con una persona con la que no te querés pelear pero tampoco querés que te mande más mensajes.
El vampiro no adiestrado es complicado, porque es el que no maneja sus emociones y proyecta sin control. Este vampiro no medita porque tiene su campo energético desalineado y desordena los campos a su alrededor. Se engancha rápidamente en una conversación en la que se critica a alguien, se junta con personas que se quejan por todo, viven autocompadeciéndose porque por culpa de otros todo les sale mal y nunca harán una autocrítica. Por supuesto que las cosas les seguirán saliendo mal y seguirán destilando odio, deseos de venganza, resentimientos, envidias y quejas a la carta.
Para peor, estos vampiros (los no adiestrados) son fácilmente manipulables por personas que les prometen soluciones “mágicas” a sus problemas y gastan fortunas en gurúes de todos los colores que no hacen más que aumentar su toxicidad energética. Es decir que entran en un círculo de permanente retroalimentación vampírica que no hace más que crear caos y más caos.
También están los vampiros iluminados, esos que hablan de amor y paz pero cuando encuentran a alguien que no comulga con sus prácticas iluminadoras se vuelven sectarios y segregadores. Ejemplos de esto son las personas que eligen una determinada dieta alimentaria por “salud y fluidez energética” y se creen por ello superiores a los que tienen una alimentación omnívora, queriendo convencer a todo el mundo de que la vida les va a cambiar si dejan de consumir determinado alimento. Estos vampiros son los que eligen vampiros no adiestrados para convertirlos en víctimas distraídas.
También hemos visto muchos vampiros iluminados que son muy religiosos pero que no han dudado en juzgar al pecador y rezan para que otro (con nombre y apellido) abandone la conducta que a su propio juicio resulta mala o incorrecta. Esto último no sería malo si el rezo fuera genérico y orientado a pedir una mayor espiritualidad en las personas, pero cuando ya se formula un juicio se distorsiona la realidad y se manipula.
LA VÍCTIMA
Acá también las hay de varios tipos. Están las que se juzgan en exceso y creen que merecen todo lo malo que les pasa. Son los pasivos mentales y son zombies emocionales que no reaccionan ante nada y viven la vampirización como una expiación por ser malas personas.
Están las víctimas sumisas que, sin saber que están entrando en un juego de manipulación, se intoxican. Son personas que nunca dicen que no, aunque quieren decirlo, porque piensan que se va a terminar la relación con la persona que lo está vampireando. Y claro, como no se da cuenta de que la están manipulando (intencionalmente o no), siente que siempre tiene que poner la otra mejilla. Estas no son pasivas pero tienen la autoestima muy baja.
También están las víctimas reaccionarias, esas que son vampiros reciclados, porque saben que las están intentando manipular y reaccionan de la peor manera: entrando en el juego de la manipulación y usando técnicas en la que no son expertos y que les hacen más daño a ellas que al destinatario. Estas suelen ser las atacadas por los vampiros iluminados.
¿Cómo funciona el vampirismo?
Sea cual sea la técnica usada, lo que se hace es interferir en el campo magnético (físico, emocional y mental) de otra persona en contra de su voluntad.
Muchos de estos mecanismos son en apariencia inofensivos: meditaciones grupales con gente desconocida, cadenas de oraciones invocando ángeles, vírgenes y santos de nombres raros (o no tanto) que, en caso de no ser continuada, depara la peor de las desgracias y maldiciones; novenas con velas y hasta el sexo.
Me detengo en este punto porque sé que la mayoría de las personas no tiene en cuenta la cantidad de energía que se mezcla en el contacto sexual con otra persona. Y no estoy diciendo que no hay que tener vida sexual, sino que es necesario ser conciente a quien uno le entrega su energía y qué clase de energía se está pegando de otra persona. Estos contactos suelen ser tan fuertes que hacen que las personas permanezcan en relaciones tóxicas y pueden disparar comportamientos de tipo obsesivo-compulsivos que provocan mucho dolor y mucho daño.
LAS CONSECUENCIAS
Vacío existencial la mayor parte de las veces, que hace entrar a las personas en un espiral de experiencias cada vez más vertiginosas con el objetivo de llenar ese vacío profundo.
Depresión ante la imposibilidad de aceptar la situación. Obsesión. Delirio místico. Resentimiento. Deseo de venganza. Paranoia. Vicios. Excesos de todo tipo, incluso de rezar, purificarse y autocastigarse. Desórdenes de ansiedad. Inestabilidad emocional. Psicosis. Enfermedad grave como consecuencia de una emocionalidad intoxicada.
La persona puede entrar en un estado de enajenación violenta muy peligroso porque no acepta lo que le sucede y es capaz de cualquier cosa que calme su emoción, aunque eso implique agredir o amenazar gravemente. Ese es el estado de mayor vulnerabilidad a ataques externos.
CÓMO PROTEGERSE
Primero que nada, con una autoestima saludable. Segundo, no engancharse con cosas que uno no tiene posibilidad de revertir. Tercero, no criticar. Cuarto, ejercitar la paciencia y el autocontrol. Quinto, dejar de ver enemigos por todas partes. Sexto, realizar alguna actividad que produzca placer individual: arte, deporte, gastronomía, lectura, jardinería; lo que sea que produzca placer y disfrute sin necesidad de la aprobación de otro. Todo eso refuerza el campo electromagnético personal para evitar desajustes.
Vivir y trabajar en un lugar limpio y ordenado. El caos exterior es manifestación del interior.
Practicar el desapego. Si uno no es capaz de desprenderse de un objeto, mucho menos podrá desprenderse de una persona tóxica, de una situación distorsiva o de una emoción dañina.
Si uno hace esto, difícilmente va a entrar en un campo vibratorio inarmónico, pero va a percibir con mayor intensidad aquellos que le chocan. No engancharse en la tarea titánica de querer ayudar a personas que no quieren ser ayudadas. No arriesgar la estabilidad emocional conseguida tratando de que otros alcancen también ese estado. Probablemente se acerquen personas que necesitan ser ayudadas pero ellas no lo ven, no hay que perder el tiempo, hay que aceptar que uno apenas puede cambiar su propia realidad como para andar cambiándole la realidad a otros.
SEÑALES
Si usted cree que su presencia armónica y acción iluminada es imprescindible para alguien, es un semáforo amarillo, puede estar convirtiéndose en un vampiro energético.
Si hay alguien que sólo acude a usted cuando tiene un problema, es un semáforo amarillo de vampiro a la vista.
Si cree que su vida no tiene sentido si su pareja se termina o si no tiene muchos likes en sus publicaciones virtuales, semáforo amarillo de vampirismo.
Si usted siente que alguien le quita energía lo más probable es que así sea. La solución no es una acción de ataque sino simplemente de defensa pasiva.
TÉCNICAS
Baje la persiana. Es una técnica que le enseñé a mi hija cuando tenía diez años y una compañera se burlaba de ella. Consiste en respirar, cerrar los ojos y ver a la otra persona atrás de una persiana que uno cierra y deja de verla. Así de simple. Y cuando exhala, se libera de la emoción que esa persona le hizo sentir.
Sáquese los zapatos. Puede parecer una falta de respeto en determinados lugares pero si usted está teniendo una acalorada discusión virtual, descálcese, respire, cierre los ojos y sienta el contacto de los pies en el piso.
Abrace un árbol si lo tiene cerca y recibió una noticia desagradable.
No se trata de “no reaccionar” sino de no reaccionar en contra de otro que, con su accionar, le está mostrando una emoción propia que le hace sufrir. El otro no es el que nos daña, lo que daña es que metió el dedo en la yaga. Si usted cura la yaga ya nadie podrá meter el dedo allí. El otro le está haciendo el favor de mostrarle la yaga para que la cure, pues. Sea agradecido y no devuelva mal con mal, sólo registre su parte dañada, repárela y perdone, pero no se vuelva a exponer.
No se culpe y no culpe. La mayoría de las personas no van por la vida haciendo daño conciente. Déjelos seguir, no se ancle al daño.
No busque soluciones mágicas y sea conciente de que al utilizar mecanismos de manipulación usted se convierte en parte necesaria de la ecuación y el primer dañado va a ser usted si resulta que está emitiendo una calidad energética que la otra persona sabe repeler, básicamente porque no está registrando su emisión. El resultado es que le vuelve y usted se convierte en una víctima de sí mismo.
El autoconocimiento es lo más importante. Todos vamos mutando en diferentes momentos, siendo a veces vampiro y a veces víctima. Ser conciente de en qué parte de la dinámica está vibrando es la mejor manera de salir de ahí.
Por último, la vampirización es el primer paso para luego ser víctima. Lo mejor es no interferir si no quiere ser interferido. Por lo general, cuando somos víctimas de alguien es porque primero lo somos de nosotros mismos.
Concéntrese en usted, es la única manera de que no lo haga otro por usted y termine siendo manipulado.
Nota: aplica no sólo a las personas que nos rodean sino a noticias, lecturas, interacciones virtuales con usuarios desconocidos, adhesión a teorías conspirativas y todo aquello que le provoque un intenso sentido de vacío y frustración.