Abra Kdabra es una frase que tiene mucha fama y pocos saben su significado. Las palabras que la componen tienen raíz hebrea. Esta es la frase en su idioma original:
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Ebrá: es el verbo crear en primera persona del futuro simple: crearé.
Ke: de acuerdo, así como.
Dabra: esta palabra es discutida, porque se presume aramea pero los textos son extraños en su traducción, viene de la raíz dabar que significa “decir”; por lo tanto «dabra» se puede traducir como «digo» o también como el sustantivo producto del decir: «palabra».
De esta manera, la traducción es “Crearé así como mi palabra; o crearé como digo”. También hay algunas voces que la traducen como “Pienso mientras hablo” o también “Creo lo que digo”, pero estas últimas dos vienen de la ciencia gnóstica, y la última tiene una salvedad de traducción que tiene que ver con el tiempo verbal y el “creo” no se entiende como presente del verbo crear sino creer.
Pero, pero, pero… Acá hago un alto respecto a lo que significa en términos lingüísticos y lo que es a nivel simbólico porque el hebreo no es cualquier idioma.
El secreto de las letras hebreas
El alfabeto hebreo es un código de alto nivel que todavía no ha sido descifrado por completo. Las traducciones de los textos antiguos son uno de los secretos no revelados más complejo de la historia.
Si vos creés que la Biblia (y tomo este ejemplo porque es el más conocido, pero hay muchos más que no han sufrido tanta manipulación todavía, como los escritos en los rollos del Mar Muerto) que lees en tu idioma refleja lo que realmente dice el original es comprensible que no creas en la existencia de un Dios que hace jardines con mascotas que hablan y que usan el libre albedrío como una ruleta rusa de manzanas que dispara una serpiente creada por el mismo creador de bienes y males desde un control remoto. Si no creés en ese Dios está muy bien porque no existe.
Las letras hebreas no sólo son simbólicas en tanto que significante dentro de un lenguaje, tienen también un número y una carga energética. Sí, leíste bien, carga energética. La referencia a las 72 formas en las que aparece el “nombre de Dios” en los escritos originales de las tres religiones monoteístas de este planeta responde al nivel energético en el que ese nombre se realiza y al cuál se refiere el texto en el que se encuentra. Cada uno de esos 72 nombres está compuesto por 3 letras. Cada una de esas tres letras corresponde a un nivel distinto de planos de densidad: físico, espiritual y astral, en su correspondiente lugar dentro de árbol sefirótico. Pero eso es tema de otra nota porque los lenguajes antiguos son reveladores respecto a la manipulación de su traducción.
Historia de la frase
Perduró en el tiempo desde los antiguos y por eso establecer el origen es complejo. Los antiguos, que eran médicos al estilo de chamanes y curanderos de nuestra época, la usaban para sanar y… sobrevivió bastante, ¿no?
Bueno, así como la traducción es confusa, el uso de esta frase también lo es porque se la traducía del arameo “Avada Kedavra”: Que la cosa sea destruida. Esa “cosa” era el mal, por lo cual se utilizaba para alejar enfermedades.
Pero, ¿por qué no todos podían crear lo que querían o eliminar lo que no deseaban y sólo lo conseguían estos “médicos de antes» o «magos»?
La palabra creadora
El universo se generó por una vibración que, en su aceleración, se proyectó en el estallido de un haz lumínico que llamamos Big Bang. Esa vibración acelerada, ese sonido es lo que se traduce como “primero fue la palabra” o “primero fue el verbo”.
Pero hay más, vinculado a las doctrinas alquímicas, cabalísticas (en donde la K se cambia por H) y de práctica de la magia, que vienen desde los antiguos caldeos que practicaban la medicina a partir de la astrología. Los caldeos usaban palabras por el poder energético de las letras que las constituían y algunas de esas palabras llegaron a convertirse en talismanes que lograban ser escudos ante la influencia astral negativa, introducidas en símbolos como el tetragramatrón (que no es caldeo sino judío).
Los que saben un poco de astrología verán en las puntas del pentágono los símbolos de Saturno, Marte y Júpiter, en el centro el de Mercurio rodeado del Sol y la Luna. Dirán que falta Venus, pues no, porque el ciclo de 8 años de Venus dibuja una estrella de 5 puntas en el cosmos. Están también los símbolos religiosos alrededor de la estrella. Los que sean judíos verán claramente los nombres de Dios en hebreo. Es un talismán lleno de significados que otro día les explicaré.
Por eso estos símbolos fueron luego manipulados, imperio romano de occidente y sistema papal mediante, porque sólo Dios cura y “esas cosas que no vienen de Dios, vienen del demonio”. Sobre esto abro un pequeño paréntesis respecto a que en los idiomas antiguos tanto las palabras que remiten a Dios como las que remiten a los demonios, no se pronuncian, sólo se deletrean.
¿Cualquiera puede crear lo que pronuncia? Sí, pero hay un problema: la inflación de palabras. Eso es igual que en el sistema financiero. Mientras más billetes hay sin respaldo, menos valor tiene cada billete. ¿Cuántas palabras pronunciás en el día? Y de esas palabras, ¿cuántas son innecesarias? Otra pregunta: ¿Cuántas son sólo para agredir, para insultar, o para hablar mal de otro? Voy más al fondo ¿Cuántas son verdad?
Si vivimos diciendo cosas sin sentido, esa multitud de palabras pierden respaldo y no es de extrañar que con esas palabras que decimos no podamos crear, o al menos no podamos crear algo bueno. Si con la misma boca que criticás a uno pretendés que alguien escuche tu discurso, pensalo. Si con la misma boca que que mentís pretendés que alguien te crea la disculpa, pensalo. Si con la misma boca que decís cosas sin fundamento querés ganarte una vida maravillosa, pensalo.
Los antiguos eran seres muy reservados y los “maestros” eran principalmente maestros del silencio, la meditación y la contemplación. Tanto respeto tenían por el valor creador de las palabras que las utilizaban con extrema responsabilidad.
Seres parlantes
Alguna vez me pregunté por qué somos los únicos seres de la naturaleza que hablamos. No es una casualidad que hayamos evolucionado ese sector del cerebro antes que animales mucho más inteligentes que nosotros.
¿Por qué hablamos? Porque somos capaces de traducir una idea en palabras y por eso creamos. Creamos a partir de una comunicación que nos permite unir conceptos.
Los aviones, los edificios, la medicina, la ciencia, la filosofía, las religiones, la literatura, la tecnología, son creación de la palabra humana puesta en acción a partir de la enunciación de una idea.
Hablamos porque somos co-creadores de realidad.
Abra kdabra
“Crearé de acuerdo a mi palabra” es la frase mágica de los seres parlantes que usan las palabras para crear y para ninguna otra cosa. Así que cuidado con lo que decimos, porque esa palabra emite una vibración que, acelerada, produce exactamente lo que dice. Si esa misma palabra es reproducida por muchos, de boca en boca y de manera indiscriminada, es peligrosa.
Eso sí, para que suceda de acuerdo a nuestras necesidades y no sea vehículo de cosas desagradables, nuestra palabra debe tener respaldo: sólo las necesarias, sólo para bien y sólo la verdad. Así que en esto es un alivio que tengamos el don de la palabra tan devaluado porque de otra manera esto sería un caos (más caótico).
Te reto a que con espíritu de maestro (y no de manochanta) te animes a pronunciar la realidad que querés vivir.
Lo que va a pasar es que se te van a presentar una cantidad de situaciones ante las cuales vas a tener que decidir, de manera conciente, si seguís por el camino de la verdad, del bien y lo que realmente necesitás, o te quedás con la carencia física, emocional y mental en la que a todos les conviene que sigas.
¿Qué vas a ver en la televisión? ¿Qué música vas a escuchar? ¿Qué vas a leer? ¿Con quién vas a entablar conversación y sobre qué tema? ¿Qué vas a postear? ¿A qué publicación le vas a dar like? ¿Qué vas a comentar? ¿Para qué vas a usar el teléfono? ¿Qué vas a comer?
La decisión que tomes en cada una de esas situaciones son las que darán respaldo a tu palabra creadora o la desvalorizarán, porque en cada una está la manifestación de tu verdadera voluntad creadora.
Si no querés nada malo, no pienses nada malo, no sientas nada malo y principalmente no consientas pensamiento malo y sentimiento malo en una vibración mala proyectada en palabra pronunciada.
Si querés cosas buenas, por el contrario: pensar bien, sentir bien y consentir la buena vibración con la proyección verbal a través de la palabra.
El Abra KDabra es exactamente eso y es te aseguro que hace magia.
Nota: la imagen que ilustra la nota es un amuleto de la era victoriana y por eso no está en hebreo.
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