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Colectivos mendocinos: no puedo controlar mi ira

Si bien los humanos, y aún más los Argentinos y mucho más los Mendocinos, somos seres que no muestran señales de control alguno sobre nosotros mismos; hay cosas que despiertan en mi, una ira similar a la que sintió Maxi López al saber que aquel muchacho con el que jugaba a la play, ahora es quien hace cucharita con su culta, instruida y voluptuosa ex-esposa.

Una de estas maravillosas situaciones, es tomarme un colectivo.

Luego de pensar varias horas, encontré como única solución saludable posible, hacer mi catarsis en estas líneas antes de salir a la calle junto a Ivo Cutzarida a impartir justicia.

Aquí los 5 principales motivos, con el porqué de mi repudio total a viajar en este desagradable medio de transporte, que a fin de cuentas tiene como único destino, el mismísimo infierno.

1 – Corré que se te escapa

Recuerdo una vez que iba, como de costumbre, muy incomodo en un colectivo, y vi como una gordita corría desesperada e inútilmente hacia él, pero su intento fue en vano. Lo admito, me sentí feliz. Pero la vida es justa y el mundo es redondo, asique el destino se cobro con creces mi reacción y me castigo con vivir esta situación de mierda una vez al mes. No se imaginan lo feo que es, ser una persona que corre el micro dos cuadras, con un maletín en la mano, con 30º de calor, a las 13:30 de la tarde, vestido de oficinista con cara de cansancio, y al ver que el muy forro del colectivero con su camisa celeste y sus Ray Ban truchos (que vale aclarar que tiene un sueldo mayor al mío, y al de muchos de ustedes) decide no frenar en esta parada porque llega tarde a su casa para ver Planeta Gol. Es algo así como que Argentina llegue a la final de un mundial, el Pipa Higuain meta un golazo y te pongas a gritar y a llorar de la felicidad hasta que vez al mal nacido del lineman diciéndote que sos un pobre infeliz porque el gol esta anulado. Me entienden, ¿no?

2 – No tengo monedas

Como dije anteriormente, la vida te castiga duramente cuando sos un  forro hijo de puta como yo, asique hace unos meses, en un semáforo le dije de muy mala gana a un limpiavidrios que no tenia monedas, que no me rompiera las bolas y desde entonces fui destinado a no tener una puta moneda en el bolsillo al momento de subirme al bondibus. Estos constantes episodios de frustración han desarrollado en mí, una admirable habilidad para inventar excusas para que el chofer de camisa celeste antes mencionado, me deje viajar sin pagar, o alguna amable anciana me pague el boleto. Pero antes de tener este envidiable don, tuve que caminar largas cuadras hasta encontrar un conchudo kiosko que no tenga un cartel que diga “no cargamos red bus” es decir, no me rompas más las bolas, comprate un auto pobre de mierda.

3 – Olor a Humano

Los que alguna vez practicamos un deporte, sabemos que el olor de veinte vagos en un vestuario después de un partido, es algo realmente repugnante. Pero no señor, no se compara con el inconfundible aroma a un colectivo lleno de gente.

El 20% de este olor, se compone de la esencia del desodorante Kevin, el aroma característico de un turro. Otro 20% es humedad, ya que nuestra hermosa provincia tiene un clima bastante denso, y las mujeres de nuestra sociedad, que son quienes mandan, se caracterizan por ser insoportablemente friolentas por lo que la las ventanas siempre están cerradas y empañadas. Hay un 10% que es un avni (aroma violador no identificado) que no se sabe de dónde mierda viene pero te invade y te aniquila, como si te violara Eder Alvarez Balanta. Y el otro 50% es la mezcla perfecta entre olor a genital femenino, genital masculino y transpiración. Una combinación tan asquerosa como comer fideos con dulce de leche.

4 – Viajar parado

Otros de los castigos que he recibido de la justicia divina, es una eterna condena a viajar parado, tras haber simulado varias veces estar dormido para no darle el asiento a una vieja que me mira con cara de, “nene ese lugar es mío”. Asique sentir que me apoyan la chota en los brazos, sentir olor a kevin o a chivo, sufrir en carne propia lo inútil que es el chofer para manejar haciendo que me tambalee de un lado al otro, y tener que tomarme diez minutos para llegar hasta la puerta para bajarme son cosas que vivo a diario, pero a las que no puedo acostumbrarme

5 – Los colectivos para discapacitados

Me parece genial que piensen en aquellos que tienen capacidades limitadas, como paralíticos, embarazadas, floggers, etc. Pero… ¿era necesario pedirle a Marta Minujin que diseñe estos colectivos? Es incomodo para todos, para ellos, para los que van parados y sobretodos para los que van sentados con las caritas de “odio mi vida” enfrentadas. Tomarse un colectivo es un momento sumamente estresante y lo último que queres hacer, es verle la cara a un idiota que, por lo general se anima incluso, a intentar iniciar una conversación.

Espero no estar tan solo en esto, y que ustedes me entiendan y me escriban para iniciar una marcha para cambiar esto.

Me voy, que se me pasa el bondi.

Escrito por Benito Camelas para la sección:

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